martes. 16.04.2024
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Germán Coppini durante el concierto “La edad de oro del pop español”

Un lustro sin la presencia de German Coppini. Hace años nos cantaba “estoy enfermo, envejezco”, la enfermedad tuvo más fuerza y no llegó a envejecer aquel jovenzuelo “siniestro total” que, en 1983 junto a su colega “cómplice” Cardalda, le decía a la edad de oro de Paloma Chamorro que Vigo era aburrido y que Santiago de Compostela tenía un gobernador civil que no permitía actuaciones en directo. En aquellos tiempos en los que la “movida madrileña” se alimentaba de grupos “de provincias”.

Tras años de dictadura se abría una rendija que dejo lugar para esa movida, puesta e impuesta; para novedosas, y adulteradas, drogas, y para una represión postfranquista que llega hasta nuestros días. Malos tiempos para la lírica y para la ética, y la mímica y la química y la gramática. Ojalá a él le siga envolviendo el aroma de las flores porque ya no le devolverán más esperanzas.

Desde Coco y los del 1500 hasta Néctar, fue un músico fiel a la palabra, a la que consideraba el más potente “arma de construcción masiva”, y a los poemas, como los que componen las canciones de su “América herida”, un recopilatorio de grandes poetas y poetisas, compositoras y compositores latinoamericanos que le cantaron al sueño y a la esperanza: “Canciones profundas que testimonian estados del alma, heridas que no se han cerrado, pero que llevan en todas ellas una carga poética”, decía.

coppini-2[Carátula del disco “América herida”]

Un tipo del pueblo, políticamente comprometido, que pensaba “menos mal que nos queda América como liberación, como campo de cultivo para hacer cosas, corrientes, culturas, música; es un continente grandioso, poético, literario”, y que pedía el compromiso “cien por cien” de las personas de las artes.

Germán Coppini López-Tormos nació en Santander el 19 de noviembre de 1961 y se marchó en Madrid el día de Nochebuena de 2013. Tal vez fue su última ironía, como las letras que “rezaban” en aquel mini LP “Devocionario” en el que Golpes Bajos cantaban sus descreimientos y parecían añorar la feliz vida del pecador. Un artista que sentía “llegar con retraso por culpa de su reloj” y que se fue sin hacer más ruido que el del zumbido de su “colección de moscas” y el del sonido de sus actuaciones y composiciones: “Madrid salvaje, la ley de la selva (…), sin esperanza, sin porvenir, bastante tenemos con sobrevivir; tan lejos del cielo, cantamos así (…)”.

Ya no habrá que recalentar más la cena y ya no mirará más a los ojos de la gente, que siempre miente, ni irá a más fiestas de maniquíes. Pero se quedará a nuestro lado, sin pensarlo más, “vivo” con sus canciones y su voz singular. Igual desde donde esté pueda llegar a ver la Tercera República a la que dedicó algunos de sus esfuerzos políticos.

Para recordar su voz y su figura, una mirada al histórico concierto “La edad de oro del pop español”, celebrado en el teatro Monumental de Madrid el 30 de septiembre de 2006 con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de RTVE.

Malos tiempos