jueves. 25.04.2024
cuesta moyano
Cuesta de Moyano. (Imagen: Isabelo Matías Martín)

(Capítulos 2, 3 y 4)

2.- MINISTERIO DE FOMENTO

En fin, llevamos ya un buen rato a vueltas con el ferrocarril. Va siendo hora de abandonar la Estación de Atocha, camino de la manifestación, no sea que, habiendo salido antes que en otras ocasiones, terminemos por llegar más tarde que nunca.

Si dirigimos una última mirada a la cubierta de la estación podremos reparar en los leones alados que vigilan desde su alto emplazamiento el trajín de los días y las noches. Pese a su porte impresionante, parece como si se alegrasen de haber asistido a la demolición del horrible paso elevado (el scalextric), gracias a lo cual la Glorieta recuperó buena parte de su antiguo esplendor. La nueva Glorieta es diseñada por Antonio Fernández Alba, el mismo arquitecto que proyecta el Museo Reina Sofía.

Cruzando el Paseo de la Infanta Isabel,  hacia el Paseo del Prado,  no tenemos más remedio que contemplar el Ministerio de Agricultura. De agricultura ahora, se entiende, porque cuando se construyó el edificio, el destino del mismo era albergar la sede del Ministerio de Fomento, el departamento del gobierno encargado, entre otras cosas, de la construcción de infraestructuras, del desarrollo económico y social del país. Qué mejor ubicación, por tanto, que junto a la Estación Central de Madrid. El palacio junto a la catedral de la tecnología, símbolo de los tiempos modernos que se avecinaban. Sin embargo, dos mundos de criterios estéticos contrapuestos separan ambos edificios.

En 1891 se habían celebrado en España las primeras elecciones por sufragio universal. Las elecciones municipales dieron el triunfo a las coaliciones republicanas en Madrid y en otras capitales. Triunfo que se repetiría en las elecciones generales de 1893.

El proyecto de Ministerio de Fomento es encargado al arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, el mismo arquitecto que había construido el Palacio de Velázquez del Retiro, que fuera Pabellón de la Exposición de Minería de 1883, y el Palacio de Cristal, edificado frente al anterior para albergar la Exposición de Filipinas del año 1887.

La mezcla de materiales y de estilos convierte al Ministerio de Fomento en un ejemplo de arquitectura ecléctica, en la que la integración de colores, vidrio, hierro, azulejos, esculturas, intentan enfatizar el carácter monumental. La armonía de la construcción depende de la capacidad del arquitecto para equilibrar elementos de origen tan diverso. La Escuela de Minas de Madrid (1893), del mismo Velázquez Bosco, es otro buen ejemplo de este estilo.

Nadie que transite por Atocha puede dejar de fijar sus ojos en las esculturas que rematan el ático del edificio. En la Plaza de Legazpi y al otro lado del Puente de Andalucía, podemos ver de cerca estas mismas esculturas, tal y como las concibió el escultor Querol. Al llevar las esculturas a ras de suelo, la escala, la perspectiva, la distancia quedan alteradas. De ahí que, en su nuevo emplazamiento, parezcan fuera de lugar.

Tampoco podremos evitar dirigir los ojos hacia las enormes cariátides, esas dos mujeres que sostienen, impasibles, ocho columnas corintias agrupadas de dos en dos. Como no podía ser menos en un Ministerio dedicado al Fomento, las dos mujeres-columna representan la Industria y el Comercio y por ello portan una rueda dentada, un cartabón, un martillo...

Quienes tengan más tiempo y paciencia pueden recorrer con los ojos la fachada del edificio sorprendiéndose  con las caras ocultas en los capiteles del piso superior o los leones y hombres situados entre las ventanas. Otras muchas pinturas en azulejo y esculturas se esconden en los más insospechados rincones del edificio. En las decoraciones trabajaron, además del mencionado escultor Querol, otros artistas como Ferrant o Zuloaga.

Cuando pasamos junto a la verja que cierra el edificio, comprobamos que en la misma hay cariátides negras, algunas de las cuales sostienen faroles.

Ministerio de Agricultura

3.- MUSEO DE ETNOLOGIA

Si  tuviéramos tiempo nos acercaríamos al Museo Nacional de Etnología, situado en la esquina del Paseo de Infanta Isabel con el Paseo de Alfonso XII. Podemos contemplar aquí el sueño de un hombre extraño, cuya vida bien pudiera ser fuente de inspiración para todo tipo de relatos. El doctor Pedro González Velasco concibió este proyecto como Museo de Antropología, costeando íntegramente su construcción. Dicen que en él albergó la momia de su hija, a la que hizo embalsamar y con la que paseaba en coche por Madrid. Tras tenerla un tiempo en su casa, terminó por alojarla en una vitrina del Museo.

Tampoco faltaban en el mismo todo tipo de personajes curiosos y terribles, como el esqueleto de Juan Tomás Blanco, asesino de catorce personas a la corta edad de veinticuatro años. Actualmente el Museo es depositario de piezas procedentes de culturas primitivas y cuenta con una biblioteca de temas etnológicos y antropológicos.

El marqués de Cubas, autor del proyecto, resolvió su situación en un solar en esquina, construyendo dos cuerpos alineados con las dos calles y realizando en el centro una gran sala rectangular con cubierta de hierro y cristal.

El pórtico, de columnas jónicas,  está rematado por un frontón desde el que la Ciencia, con rostro de mujer, contempla diariamente el nacimiento del Sol.

El Museo fue inaugurado por Alfonso XII en 1875, cuando tras la caída de la Primera República, el hijo de Isabel II inicia el periodo de la Restauración borbónica en España. Aún no se habían construido en los alrededores ni la actual Estación, ni el Ministerio de Fomento.

4.- LA CUESTA DE MOYANO

Cruzamos ante la estatua de Claudio Moyano, ministro de Fomento bajo el cual se publicó la primera Ley de Instrucción Pública en 1857. Moyano era un reformista en un gobierno moderado plagado de ultraconservadores. Como ocurría tradicionalmente en los cambios de partido gobernante, los empleados públicos eran removidos de sus puestos y las leyes progresistas anteriores derogadas, lo cual obligó a una febril actividad legisladora. Junto a las reformas administrativas, el gobierno de Narváez desarrolló una amplia actividad represiva que culminó con dureza inusitada en Andalucía contra los autores de los desórdenes del verano del 57 en Andalucía. Tras un año de gobierno caía Narváez.

Poco podía sospechar el ministro Moyano que tendría una estatua junto al Ministerio de Fomento y que la ley que promulgaba habría de estar en vigor durante más de cien años. En realidad se trataba de una ley fraguada durante el bienio liberal (1854-1856) presidido por las figuras de Espartero y de O´Donnell. Por lo tanto intentaba recoger todas las transformaciones progresistas iniciadas con las reformas de los ilustrados y que habían ido dando lugar a un cúmulo farragoso de leyes y disposiciones diversas que era necesario refundir en una sola ley de enseñanza.

Sin embargo, como suele ocurrir en la política, fueron los conservadores de Narváez los que se encontraron con un proyecto de ley que juzgaron conveniente publicar, toda vez que depuraron sus tintes progresistas y eliminaron toda la exposición de motivos, que precedía al articulado de la Ley. Como vemos, algo muy parecido a las Reformas Educativas actuales, que promulgadas gobiernos socialistas, o conservadores y son desarrolladas por  gobiernos de signo contrario, de forma que ya nadie sabe si estamos ante una evolución o ante una involución.

Así las cosas, lo cierto es que la ley Moyano respondía a las necesidades de una burguesía que iba necesitando un marco de reproducción de los bienes culturales que asegurase la distribución clasista de los mismos. Los municipios, con escasos recursos, son encargados de sostener la enseñanza elemental. Ahora bien, las órdenes religiosas pueden fundar instituciones de enseñanza elemental, o secundaria, a las que acudirán los hijos de la burguesía.

Lógicamente, la enseñanza superior queda vetada para la clase trabajadora y las universidades formarán los abogados y los ingenieros que dirigirán el país y las empresas. Pese a algunas buenas intenciones, al poco tiempo de promulgarse la ley, sólo el 39% de los niños y niñas se encuentran escolarizados. Todavía en los comienzos del siglo XX podemos estimar que cerca del 40% de los niños y niñas madrileños no van al colegio y los que lo hacen están escolarizados en centros con una media de 81 niños por aula.

Tomando también como referencia la frontera del siglo XX, la población madrileña tendría una tasa de alfabetización ligeramente superior al 75%, que entre los hombres se acercaría al 90% y entre las mujeres rondaría el 65%. Claro, cuando hablamos de alfabetización, hacemos referencia a los que en el censo declaran que saben leer y escribir, lo cual significa, según los criterios de la época, poco más que firmar. De hecho un esfuerzo prioritario de las organizaciones obreras, a lo largo de todos estos años, a lo largo de toda su historia, será incrementar el nivel de formación cultural y profesional de la población trabajadora.

En fin, una vez que hemos tomado estos derroteros, podríamos aprovechar la mañana para dar una vuelta por las casetas de libros de la Cuesta de Moyano y buscar algunos textos que ampliasen estos elementales conocimientos  sobre Madrid, pero otros días habrá, porque hoy va siendo hora de enfilar el Paseo del Prado si queremos llegar a tiempo a la manifestación.


El Madrid del Primero de Mayo de Francisco Javier López. Capítulos publicados

Capítulo 1º | La estación de Atocha

Madrid Patrimonio por entregas

Del Ministerio de Fomento a la Cuesta de Moyano