jueves. 28.03.2024
banco central

(Capítulos 30 y 31)

30.- BANCOS CENTRAL Y VIZCAYA

Iniciáis el ascenso por la calle de Alcalá. Siguiendo la acera del Palacio de Buenavista, en la esquina con la calle de Barquillo, se encuentra el edificio del Banco Central. Antonio Palacios, el mismo que proyectó el Palacio de Comunicaciones junto a Julián Otamendi, colabora, en este caso, con su hermano, Joaquín Otamendi, en la realización de esta obra que se prolonga de 1910 a 1918.

El edificio fue construido para albergar  la sede del Banco del Río de Plata. La fachada está formada por grandes ventanales separados por gigantescas columnas de orden jónico, que soportan un entablamento sobre el que se alza una planta ático retranqueada. El acceso se realiza por una entrada presidida por cuatro enormes cariátides.

El interior se articula en torno a un gran patio de operaciones cubierto y la estructura conjuga la utilización del hierro y el cristal característicos de la época, sin que por ello se resienta la monumentalidad y la solidez que marcan la obra de Palacios.

Desde 1947 pasa a ser sede del Banco Central, cuando éste se fusiona con el del Río de Plata. Entre 1947 y 1951 se producen ampliaciones que anexan el número 4 de la calle Barquillo, encargándose de las obras el arquitecto Manuel Cabanyes. Hoy es la sede del Instituto Cervantes, tras haber sido propiedad de otros bancos como el Central-Hispano, o el ICO.

El Banco Central había surgido en 1919 de la Banca Aldama. Al igual que el Banco de Bilbao, el de Vizcaya, o el Urquijo, surge como consecuencia del desarrollo de la industria del hierro en el País Vasco. A finales del siglo XIX se habían alcanzado índices muy elevados de exportación de este mineral. Con ese capital y la tecnología británica, la siderurgia y la construcción naval alcanzan un grado de desarrollo y de exportación que permiten la creación de estos grandes bancos, los cuales, además de ser entidades de crédito, cumplen el papel de holding empresarial.

En concreto el Central, al igual que el Urquijo, surge tras la I Guerra Mundial, contienda en la que España no participó, y que produjo una auténtica nacionalización -no confundir con estatalización- de la industria y de las entidades bancarias que, hasta ese momento, se encontraban en manos extranjeras. Entre 1916 y 1920, el número de bancos españoles se duplica, sus fondos propios se triplican y los ajenos se multiplican por cuatro. La banca privada emprende un despegue que se caracterizará por la participación de la banca en la industria española.

Continuando por la misma acera llegamos al edificio del Banco de Vizcaya. Este banco es fundado antes, pero sus orígenes son similares a los del Central. Desde principios de siglo apostó por industrias punteras como la eléctrica y participó junto al Urquijo y el Aldama en la fundación de Hidroeléctrica Española en 1901.

El edificio fue construido entre 1930 y 1934. Es concluido durante la II República y, por lo tanto, en el momento de mayor auge de la arquitectura modernista. Ocupa el emplazamiento donde antiguamente se alzaba el Convento de San José y más tarde el Teatro Apolo, que hasta 1878 fuera templo de la zarzuela en la capital.

En el momento de su construcción, la calle de Alcalá y la Gran Vía se han consolidado como lugares idóneos para la instalación de las principales entidades financieras, las sedes de las compañías más importantes y los círculos recreativos y culturales más concurridos por la burguesía madrileña.

La obra es encargada a Manuel Galíndez y Fernando Arzadín, que proyectan una fachada de granito, marcada por grandes pilastras que se elevan hasta la cuarta planta, sobre la cual se alzan parejas de pilares. Una última planta con ventanales de medio punto corona el edificio. Estas dos últimas plantas se encuentran retranqueadas hacia adentro.

El portal da acceso a un alargado patio de operaciones que sirve, a la vez, de patio de las oficinas interiores articuladas en torno a él.

31.- RECUERDO DEL CIRCO PRICE

En las proximidades de ambos bancos, continuando por la calle de Barquillo, llegaríais a la Plaza del Rey, donde se conserva la Casa de las Siete Chimeneas, construida por Antonio Sillero en 1577 y que fuera morada de Esquilache.

No se conserva, sin embargo, el famoso Circo Price, donde tantos madrileños y madrileñas aprendimos a amar el circo. Ese mismo Circo Price, en el que cuenta Pablo Neruda que había quedado citado con Federico García Lorca, la noche del 19 de Julio de 1936, para asistir a un combate de “catch-as-can” y pasar el rato “viendo las truculencias del Troglodita Enmascarado, del Estrangulador Abisinio y del Orangután Siniestro. Federico faltó a la cita. Ya iba camino de  su muerte. Ya nunca más nos vimos. Su cita era con otros estranguladores. Y de ese modo la guerra de España, que cambió mi poesía, comenzó para mí con la desaparición de un poeta.”

Pablo Neruda, que con la ayuda de Altolaguirre, esperaba ver publicado el sexto número de su revista Caballo Verde. Esa revista en la que publicaba poemas de sus amigos: Miguel Hernández, Federico, Cernuda, Aleixandre, Alberti, Guillén. La revista quedó convertida en un montón de papel sin encuadernar. Una vez más la pólvora amordazó la fuerza de la palabra.


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Bancos Central y Vizcaya