viernes. 19.04.2024

Los vientos lóbregos (editado por Zahorí Ediciones), habla de la vida cotidiana de un hombre del campo entre 1920 y 1941, un hombre tímido, que no ha salido nunca de la tierra que cultivan sus padres para un conde y que se enamora con pasión de su hija. Santiago Pijasanta lleva una vida tranquila en un campo del sur, trabajando y oyendo las leyendas que por las noches cuenta su padre, leyendas truculentas sobre sucesos que tal vez nunca pasaron o que sucedieron de otro modo. Vive en un mundo propio en el que la imaginación, el interés por aprender y la naturaleza son fundamentales. La aparición de Laura, la hija del conde, en la casa principal de la cortijada, supone un vuelco en su vida tan grande como el que ocurrirá cuando en 1937 sea movilizado para acudir al frente de Teruel. Después del frente, Santiago escapará a un pueblo cercano a Liria y más tarde a Valencia, donde conocerá al teniente Uría, encargado de un almacén de intendencia con un pasado frustrado. Durante los últimos días de la guerra, Santiago huye a Alicante junto a Benito Cerezo, un soldado republicano tan resuelto y decidido como pasmado es Santiago. Asiste a la escena final de la guerra en el puerto de Alicante y, con Laura siempre en la mente y en el deseo, es internado en diversos campos de concentración franquistas.

Pedro L. Angosto es Doctor en Historia y escritor. Miembro del Consejo de Dirección del Centro de Investigación y Estudios Republicanos, colabora en diversos periódicos convencionales y digitales. En 2004 obtuvo el Premio Manuel Azaña por toda su obra. Ha publicado once libros, todos ellos relacionados con la historia de España durante los primeros cuarenta años del siglo XX, entre ellos: Sueño y pesadilla del republicanismo español. Carlos Esplá, una biografía política; Alfonso XIII, un rey contra el pueblo; José Alonso Mallol: El hombre que pudo evitar la guerra; Mi vida hecha cenizas o La República en México, con plomo en las alas.

Los vientos lóbregos es su primera novela, dentro de una trilogía que continuará hasta la muerte de Franco.

Los vientos lóbregos