viernes. 29.03.2024

La mal llamada liga de las estrellas a veces es tal. ¡Qué taconazo! ¡Qué inspiración! Una genialidad de CR7 tumba al Rayo. Y otra del pillo Messi, con una falta a la escuadra, dobla al Atleti. La calidad millonaria marca la diferencia.

Sin tantas estrellas, pero con muchos millones de por medio, el Málaga de Pellegrini va solucionando sus dudas y con algo de zozobra ya se ha colocado sexto con una goleada excesiva al casi desahuciado Zaragoza, un equipo que ya está a 12 puntos de la salvación y con su último entrenador tomándose dos días para recapacitar. Pellegrini no tiene mucha suerte últimamente o, mejor dicho, buena prensa. Llevó al Madrid a cotas inalcanzables y no se lo reconocieron. El año pasado salvó al Málaga de bajar a Segunda y tampoco se lo agradecieron mucho. Y este año, ya veremos.

La sorpresa del sábado estuvo en Cornellá donde un resucitado Levante le ganó los tres puntos a un deprimido Español volviendo a la cuarta plaza. Le debió de sentar mal la goleada del Rayo y aprovechó la depresión españolista para aferrarse a Europa.

La igualdad de la clasificación

Como todo el mundo, incluso Guardiola, le da el campeonato al Madrid, en varias crónicas vengo resaltando la tremenda igualdad que hay fuera del Olimpo. Desde el Valencia, tercero con 40 puntos, al Villarreal, decimoséptimo con 27 puntos, sólo hay 13 de diferencia. Y desde el Levante, cuarto con 35, hasta la Real Sociedad, decimotercero con 30, sólo hay 5 puntos de diferencia. Así que aquí está la emoción de lo que queda de liga. Dos partidos consecutivos ganados pueden dar un vuelco en la tabla. Tan igualada está la cosa que Villarreal y Sevila, dos equipos descartados hace poco, vienen arreando con sus nuevos entrenadores. Lo normal es que éstos suban y alguno como el Levante baje. Marzo nos dará las claves.

La suerte de los campeones

Déjate de estadísticas y filosofías y vamos a la chicha, pensará el lector. Ya voy, ya voy. Sí, Real Madrid y Barça ganaron y mantienen esa diferencia de 10 puntos, pero las pasaron canutas y sólo les salvó la genialidad de sus estrellas, sin descartar la suerte y a los árbitros. En Vallecas, con el marcador a 0, Piti quebró la cintura de Arbeloa y pegó un zambobazo que observando la cara de sorpresa de Casillas vi el gol. Pues no, dio en el interior de la escuadra izquierda y salió escupido hacia fuera. CR7 se llevará los focos pero a quien guste del fútbol no se pierda una parada del “santo” en una volea perfecta de Casado que buscaba las telarañas.

Lo mismo cabe decir del Barça. El mérito se lo llevará Messi y se olvidarán de Valdés con dos o tres intervenciones salvando el gol, la mejor en el último suspiro cuando salvó el empate en un trallazo de Gabi con la ayuda del palo. Y hablando de palos, si no me equivoco, en esta temporada el Atleti ya lleva 18 en todas las competiciones. Algún aficionado castizo dirá que el Atleti es el “rey del palo” y que cada uno se lo tome como quiera.

Destacada la genialidad que se llevará toda la atención de los cronistas, quizás sea el momento de que en NUEVA TRIBUNA nos fijemos en los árbitros, a mi juicio decisivos en muchos partidos y en esta jornada en Vallecas y en el Calderón. Por interés se recurre a los tópicos: son humanos; cualquiera se equivoca; no lo pueden ver todo, etc. Yo nunca he estado de acuerdo por dos razones: La primera, y fundamental, es porque en un negocio donde se juegan tantos cientos de millones de euros quien detenta el poder no se puede permitir el lujo de dejar el negocio al libre albedrío. Algún lector que tuviera una empresa de ese volumen de millones ¿dejaría el asunto a la voluntad de un simple ser humano? Y la segunda, que cuando se esgrime el argumento de la duda, esta duda casi siempre cae del lado del poderoso. Algo así como la Justicia que en teoría es igual para todos y en la realidad hay una justicia de ricos y otra justicia de pobres.

Por ejemplo, veamos el partido de Vallecas. El árbitro cometió el error de enseñar una amarilla a Ramos en la primera entrada a Costa con sólo tres minutos en juego. Tan alto nivel le impidió seguir el mismo criterio en el codazo del defensa al mismo delantero en el área que hubiera sido segunda amarilla, penalti y expulsión. O en alguna entrada de Pepe u otra de Movilla, criterio que no dudó en aplicar a Michel con roja directa en el minuto 88 dejando al rival del Madrid con uno menos por octava ocasión. Tres cuartos de lo mismo en el Calderón. El árbitro pitó dos fuera de juego que no eran cuando Falcao se iba sólo contra Valdés. Y tampoco quiso ver la mano de Piqué en el área que hubiera significado penalti y hubiera cambiado la marcha del encuentro.

Vaya por delante que, a mi modo de ver, sin la intervención de los trencillas el resultado de estos dos encuentros hubiera sido el mismo dada la diferencia de los contendientes. Con una liga ya de por sí tan desigual ¿a qué viene tanto servilismo arbitral? Supongo porque el poder llama a la pleitesía. A pesar de todo siempre me pregunto lo mismo. ¿Hubieran pitado de la misma manera si esas jugadas hubieran sido en el equipo contrario? ¿Qué hubiera pasado si el codazo hubiera sido de Pulido a CR7? ¿O si en los dos fueras de juego Messi se marchara solo? ¿O si la mano en el área hubiera sido de Godín? Juzguen ustedes. En esta misma temporada hay experiencias que contestan a la cuestión.

Lo dejo aquí. Espero haberles entretenido ofreciéndoles un poco de polémica. Señoras, señores, amen la vida, amen el fútbol, porque hoy ha vuelto a e…que es lo importante, aunque a algunos como a Urdangarín le ha ocurrido en el juzgado.

Los árbitros ensombrecen la genialidad de Cristiano y Messi