martes. 23.04.2024
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Zadie Smith © Roderick Field

lecturassumergidas.com |  @lecturass | Por Emma Rodríguez | “En un momento dado fuimos conscientes de ser modernos, de estar cambiando deprisa. De estar adelantándonos al presente. John Donne también era moderno y seguro que también vio cambios, pero nosotros nos sentimos todavía más modernos y nos parece que los cambios son más rápidos…” Lo escribe Zadie Smith en su última novela, “NW London”, una historia nuevamente coral, como todas las suyas, nuevamente despiadada con sus personajes, nuevamente irónica, seductora, callejera, vivaz, colorista, hiriente, arrebatadora. Todo lo que caracteriza su narrativa, todo lo que la hace diferente, todo lo que lleva a sus seguidores a correr a las librerías en busca de cada uno de sus títulos, vuelve a estar presente en esta entrega, pero hay algo diferente. La realidad, el mundo, han dado un brusco giro. Los personajes, como cualquiera de nosotros, lectores, ciudadanos de a pie de esta decepcionante Europa, se sienten perdidos. La escritora se acerca a las incertidumbres del hoy, de un tiempo tan cambiante que quienes lo habitan no pueden sentirse más que náufragos de convicciones, de sentidos, seres desubicados que transitan por las calles de sus ciudades con la sensación de que todo puede venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos.

Hay algo de todo eso en la vulnerabilidad de Leah; en las adicciones de Natalie; en las esperanzas de redención de Felix; en el descarrilamiento de Nathan. La escritora se ha propuesto atrapar la desesperanza que ha llegado con la reciente crisis financiera, el punto de inflexión a partir del cual nada ha resultado ser lo que parecía. “Supongo que la recesión nos afecta a todos”, comentan los invitados a una cena en la primera parte de la novela. “Los jóvenes que aparecían en la televisión vaciaban sus mesas de trabajo. Salían llevando sus cajas por delante como si fueran escudos”, leemos más adelante. Bastan unas breves pinceladas, unas cuantas imágenes reconocibles, unas pocas menciones a la City, a las bonificaciones obtenidas por los empleados de los grandes bancos, para situar el momento en el que al sacrosanto capitalismo empezaron a vérsele los pies de barro, en el que otro espíritu empezó a adueñarse de las conciencias.


Zadie Smith. Portada de NW LONDON © Nacho Goberna para Lecturas Sumergidas

Zadie Smith (Londres, 1975), que se dio a conocer con apenas 24 años con “Dientes blancos”, una novela ya poderosa que la convirtió en toda una promesa de la literatura británica, ha ido creciendo libro a libro, fortaleciéndose sin perder la frescura de los inicios. Profunda y divertida, compleja e intuitiva, leerla es un placer, sobre todo para quienes disfrutamos de esas historias que indagan en las motivaciones que conducen a las personas en una dirección o en otra, en los intrincados cruces que se dan en toda relación: de pareja, de amistad, entre padres e hijos, entre hermanos… Mientras voy escribiendo pienso en que esas misteriosas, secretas contradicciones que hoy motivan a Smith son muy similares a las que en su época atrajeron a una autora como Jane Austen. Sin embargo, hay que mantener las distancias. Aunque los asuntos sentimentales y emocionales ocupan a ambas, el tiempo no corre en balde y el romanticismo de Austen no puede compararse al de Smith. Aquella se llevaría las manos a la cabeza ante las escenas de sexo sin tapujos de ésta, ante su lenguaje descarado, pero en el fondo, no hay tanta diferencia en lo que respecta a las búsquedas, a los desasosiegos, a los pulsos del corazón…

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El Londres de Zadie Smith no es el que conocen los turistas