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Fran Nieto
Una de las mayores libertades es la libertad de pensamiento. El pensamiento ha hecho evolucionar el mundo y los tiempos. Ha transformado las sociedades. Y para participar en esta gran metamorfosis, en la mayoría de ocasiones retenemos solamente atendemos a los pensamientos de filósofos varones. fPero mujeres, de todos los orígenes y de todos los siglos, también han aportado y de qué manera a la construcción de este edificio. En este libro que nos ocupa se (re)destacan diez mujeres. Cleobulin, Hypathy de Alejandría, Sei Shônagon, Hildegarde de Bingen, Christine de Pizan, Gabrielle Suchon, Louise Michel, Nathalie Sarraute, Simone de Beauvoir y Etty Hillesum.
Y es que los historiadores de la filosofía han demostrado que la idea según la cual la filosofía fue una práctica mayoritariamente masculina se forjó en la Europa del siglo XIX. Hasta finales del siglo XVIII, las contribuciones filosóficas de mujeres gozaban frecuentemente de reconocimiento. Las únicas mujeres filósofas que uno podía esperar estudiar en la carrera de Filosofía eran figuras activas durante el s. XX, como Hannah Arendt, Simone de Beauvoir y Philippa Foot, pero del resto nada se sabía.
Mujeres, de todos los orígenes y de todos los siglos, también han aportado y de qué manera a la construcción de este edificio
Hablemos un poco de un par de ellas para fijarnos en la enjundia de las mujeres tratadas: Cleobulina fue una poeta y filósofa que vivió en el siglo VI a. C. y cuyo principio filosófico más destacable era el de afrontar los enigmas, moldear la inteligencia y ejercitar el razonamiento. Hipatia de Alejandría fue una filósofa-astrónoma-matemática-física (solo eso) que vivió entre el 355 y el 415. Para ella, ampliar sus conocimientos mezclando su aprendizaje de las ciencias permitía a todos convertirse en filósofos. Y todos deberían aspirar a ello para alcanzar la felicidad y la sabiduría.
En cuanto a la más contemporánea que podemos hallar, referirnos a Etty Hillesum, conocida por haber escrito un diario parecido al de Anna Frank en el que testimoniaba su propio final en el campo de concentración de Auschwitx. Estos son solo algunos atisbos de la vida de estas mujeres, que se descubrirán con mayor profundidad en la obra, junto con otras figuras femeninas más o menos famosas.
Una obra relevante; fascinante y al mismo tiempo una lectura fluida y agradable que nos habla de mujeres excepcionales, algunas de ellas poco conocidas
Este libro, presentado en forma de historieta, se puede leer, a riesgo de parecer un poco denso, de una sola vez. Una lectura más unitaria y aleatoria también puede, de hecho, abrir al lector perspectivas y reflexiones sobre el mundo. Ilustrado de forma contemporánea y rico en apartes resaltados en pequeños marcos, el texto y las “imágenes” se complementan de manera muy agradable.
Se trata de una lectura fácil y rápida que podría ser apta para adolescentes sin dudarlo e incluso podría dar alas a algunos de ellos si es que todavía andan algo dudosos y no se atrevan a intentarlo. Y es que hay algunas historias de superación y empoderamiento realmente dignas de contar.
En definitiva, una obra relevante; fascinante y al mismo tiempo una lectura fluida y agradable que nos habla de mujeres excepcionales, algunas de ellas poco conocidas. Un libro para leer y releer y también para recomendar: ¡Viva el feminismo inteligente!