jueves. 28.03.2024
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Fotografía Nacho Goberna © 2014

lecturassumergidas.com | @lecturass | Emma Rodríguez | El nombre del escritor y filósofo mexicano Leonardo da Jandra (Chiapas, 1951) poco dice a los lectores españoles. Ni es un autor de best-sellers, ni ha ganado ningún premio significativo, ni ha protagonizado espectáculo mediático alguno. Pero hay ocasiones en que, sin necesidad de ninguno de esos factores, sin siquiera una campaña promocional potente y sin la atención de los medios oficiales, poco dados a fijarse en los “outsiders”, en los personajes que se sitúan a contracorriente, un libro es capaz de llamar la atención del observador atento con la fuerza de su mensaje. Es lo que sucede con “Filosofía para desencantados”, una interesantísima obra publicada por Atalanta, que sirve de carta de presentación a este hombre cargado de rebeldía y vehemencia, que harto de los círculos académicos de su país se fue a vivir, en compañía de su mujer, la artista Agar García, a la selva del Estado de Oaxaca durante treinta años para sentirse libre, para escribir, leer y tener la vida en sus manos, como él mismo explica. Resulta inevitable recurrir a ese llamativo capítulo biográfico, para trazar el retrato de quien ha sido capaz de experimentar por sí mismo el peligro, el riesgo, el vivir sin red de seguridad en un mundo entregado a las comodidades.

- ¿Por qué vivimos en tiempos tan anti filosóficos? Ya sé que para dar respuesta a esta pregunta, para argumentar sobre ella, escribió “Filosofía para desencantados”, pero

- Para explicarlo a grandes rasgos puedo partir de la idea de que hay toda una sintomatología en el cuerpo social que se puede interpretar con la misma verosimilitud que la del cuerpo humano. Las características son muy similares cuando se entra en decadencia y se potencia la oralidad y la genitalidad sobre la reflexión crítica. El tiempo actual es un tiempo generalmente anti filosófico porque se busca la gratificación por encima de todo. Y aquí he de citar a los señores que yo llamo neo-fenicios, quienes tienen en sus manos el poder económico, que es ante el que ahora está supeditado el poder político. Estos señores hacen un énfasis muy específico en sacar a la filosofía y a la ética de la enseñanza, porque una juventud consciente, reflexiva, crítica, es muy difícil de domesticar. Está claro que la filosofía representa el mayor obstáculo para quienes manejan todo el aparato a nivel global y, por eso mismo, para mí representa toda una garantía contra la domesticación de la conciencia.

- ¿Entonces, consideras que el apartamiento de las humanidades, de la filosofía, de la enseñanza, pero también de los medios de comunicación, que ponen el acento y otorgan el protagonismo a otro tipo de cuestiones, es algo premeditado, provocado desde los círculos de poder?

- Bueno, nos puede parecer que hay una inteligencia perversa detrás de todo esto, pero yo diría que se trata de una conjunción de factores que ya se dieron con anterioridad, de modo similar, en la Grecia, la Roma, la Inglaterra, la España de antaño. Cuando esa España, que considero históricamente la más luminosa que ha existido: la de Gracián, Vives, Saavedra Fajardo y Quevedo, entre otros, colapsó, no colapsó solamente la filosofía. De una manera muy sutil podemos decir que la filosofía expresa, mide en cierto modo, el fracaso del aparato socio-histórico en su totalidad, pero dicho esto, es evidente que hoy sí hay un énfasis claro en la sustitución de referentes críticos y pensantes por otros más gozosos e inmediatos. El hecho de que los medios estén determinantemente saturados de futbolistas, de chicas de pasarela, de comediantes, de opinólogos banales, y no de hombres y mujeres con capacidad de reflexión crítica, con aportación de ideas enriquecedoras; el hecho de que no existan propuestas de vanguardia y de que la mayor parte de la creación estética sea una mirada hacia el pasado y no una proyección hacia el futuro, son parámetros indicativos de una decadencia incuestionable. No creo que detrás haya una intencionalidad económica, porque eso sería atribuirle demasiada inteligencia y perspicacia a los neo-fenicios, pero, incuestionablemente, lo han sabido aprovechar, lo fomentan.

- Lo cierto es que vivimos en sociedades atemorizadas. Sociedades en las que unos miedos son sustituidos por otros.

- Pues esos son los señores, los dueños de la jaula. Lo hacen muy bien. Y no podemos perder de vista el ascenso de la derecha a nivel ideológico. Los partidos de derechas nacen y tienen un objetivo muy claro, el beneficio de unas minorías, del capital. No comprendo cómo personajes como Vargas Llosa pueden darle algún sustento al sistema neoliberal y dejarse seducir por filósofos como Popper, que apelan a una libertad incondicional, cuando la libertad incondicional es la peor forma de esclavitud. Si no sabes qué hacer con tu libertad y no tienes regulación, ciertos límites de comportamiento ético, el más astuto irá siempre a imponerse, a maltratar, al más torpe. Yo discrepo de Rorty y de estos filósofos que ponen la libertad por encima de todo. Prefiero dar ese lugar a la ética. Si tienes valores éticos vas a saber qué hacer con tu libertad, pero una libertad sin ética es regresar a la manifestación más extrema de depredación natural. Nos dicen que lo primero es la libertad y que después se dará todo por añadidura. Ese es el error de la cultura norteamericana. ¿Libertad para qué, para acabar con el planeta, para consumir como bestias? ¿Esa es la libertad que queremos, un consumo excesivo, inconsciente, que daña e inferioriza al otro? Todo eso tiene que cambiar

- Me gustaría incidir un poco más en tus apreciaciones sobre la España actual. ¿No has percibido una mayor voluntad de cambio, más conciencia social, más movilización, más figuras que están poniendo en jaque al poder?

- Ojalá que se vaya en la dirección del Quijote. Ojalá que desaparezca esa España de los pedos y los eructos, que decía Ortega. La verdad es que todo el aparato ha llegado a tal nivel de ruindad, de descaro, que, pese a todo, yo confío en la reacción de la gente. No es el buen cinismo, el cinismo como corriente filosófica, el que se ha instaurado. Ahora asistimos a la representación de cínicos avorazados, que quieren comerse todo, que no quieren dejar nada para nadie. Para combatir eso se requieren medidas drásticas, pero no violentas. Tenemos que meter toda esa pulsión, todo ese odio y coraje, que empieza a detectarse en amplias capas de población, en el crisol del pensamiento y dejar que se decante con unas gotas luminosas de espiritualidad para evitar que nos venza la animalidad, el deseo de venganza, de destruir, de romper. Porque con eso no se logra nada, ya lo hemos aprendido con la Historia.

- ¿Qué opinas de los nuevos partidos, movimientos, plataformas, que están emergiendo?

- Bueno, en este último viaje he visto a mucha gente concienciada y he percibido una esperanza en el surgimiento de nuevos partidos como Podemos y de nuevos movimientos ciudadanos, pero también he percibido que se trata de una esperanza matizada de temor, de cierta desconfianza. ¿Qué va a pasar con estos chicos, inexpertos, cuando entren en toda la corrupción del aparato de poder? Porque van a entrar. Y no es lo mismo estar aullando desde fuera como oposición que estar en el poder. A mí me interesa la rebeldía del personaje que se mantiene firme a lo largo de toda su trayectoria y no renuncia a esa rebeldía porque considera que el pensamiento crítico debe estar en permanente acecho frente a la corrupción del poder, tanto económico como político y religioso.

- En “Filosofía para desencantados” se dice que el verbo “intentar” es el mejor de los verbos. Se trata de intentar, de confiar, ¿no?

- Sí, en efecto. Hay un trasfondo de nobleza incuestionable en todas estas nuevas manifestaciones y hay que intentar seguir adelante. Pero no creo que pueda existir un proceso democrático en base a partidos. El modelo tradicional de partido está agotado. La derecha resulta aberrante y la izquierda ha sido la mayor desilusión que hemos sufrido todos los que luchamos, desde los 60, por la transformación del mundo, por una sociedad más igualitaria, más justa, con educación, con salud pública… Ahora lo que queremos son individuos, personas íntegras. Lo interesante es la transformación desde la base de la sociedad. Formaciones como Podemos pueden ser, incuestionablemente, un disparador, un sacudimiento, y eso hay que incentivarlo. Pero lo que yo le digo siempre a la gente es que no esperemos el cambio de la totalidad para cambiar nosotros. Vayamos cambiando en la medida de nuestras posibilidades, empecemos a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Ese es el camino en un panorama en el que todo está colapsando: los “reality shows”, los “best-sellers”, los periódicos. Lo que deberíamos ahora entender es que no tiene ningún sentido gastar energías por rescatar todo eso que está cayendo. Hay que apostar por los proyectos nuevos, pero que sean de verdad nuevos, nada de emular lo que ya ha sido, nada de aliarse con estructuras de partido convencionales...

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Leonardo da Jandra: “La ética, no la libertad, debe ser lo primero”