jueves. 25.04.2024
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Lady Hester Stanhope incurrió en todo tipo de extravagancias que no encajaban en el modelo de señorita aristócrata del siglo XIX. Fue una aventurera excéntrica que vagó en solitario por los desiertos de Oriente Medio.

Vistió ropas de hombre, montó a caballo como ellos y no con las dos piernas hacia el lomo izquierdo del animal, escandalizando al personal, fumó pipa con jeques y tiranos árabes y lideró la primera misión arqueológica en Tierra Santa.

f10 copiaSU VIDA

Lady Hester nació el doce de marzo del año 1776 en Kent. Su familia pertenecía a la aristocracia inglesa. Fue la mayor de las tres hijas de un político inglés, lord Charles Stanhope y su esposa lady Herter Pitt.

Lord Stanhope era un personaje excéntrico muy aficionado a las ciencias, la política y sobre todo a la literatura. Su madre, lady Pitt, era hija del primer conde de Chatham y hermana del Primer Ministro inglés, William Pitt.

Lady Hester fue educada por medio de institutrices. Su madre falleció cuando ella contaba con cuatro años, mientras se recuperaba del parto de su hermana pequeña, y creció entre una figura paterna conservadora y tiránica, que pasaba la mayor parte del tiempo en el laboratorio y una madrastra que apenas se dejaba ver. Rebelde e independiente, tuvo que irse a vivir una temporada con una de sus abuelas por los roces con su padre.

Desde su niñez demostró ser distinta al resto de las niñas de su posición social. No le interesaba seguir los programas curriculares de educación de una aristócrata como la danza, la música y la pintura, pues le aburrían. Sin embargo, le atraían la caza, los caballos y todo cuanto podía tener relación con las exploraciones y aventuras. Tenía una personalidad fuerte con gran tendencia al liderazgo natural. Como decía el doctor Meyro, “El ansia de poder la volvía violenta”.

Lady Hester, además era una mujer de elevada estatura, pues media 1,80 de complexión fuerte y una gran apariencia. Estaba dotada de gran ingenio e inteligencia y con un extraordinario parecido a los rasgos de su tío, William Pitt, que fue primer ministro inglés.

f9 copiaLady Hester creció en su casa paterna de Chevening hasta principios del año 1800. Cuando cumplió veinticuatro años, su padre la envió a vivir con su tío William Pitt y su abuela, Hester Pitt, condesa de Chatham, en el castillo de Walmer en Burton Pynsent.

La relación, entre lady Hester y su tío el ministro William Pitt, llegó a ser muy estrecha, al extremo de asumir lady Hester, desde agosto del año 1803, el papel de una pseudo-esposa, pues Pitt era soltero, profesándole además una gran admiración. En esa posición, lady Hester se transformó en su anfitriona y ayudaba a dar la bienvenida a sus invitados.

Durante aquellas veladas se hizo conocida por su belleza majestuosa y su conversación animada e inteligente, al mismo tiempo que muy franca, directa y quizás rayana en la falta de prudencia, ya que detestaba y ridiculizaba a los conocidos de su padre que le parecían mediocres.

Su personalidad opacaba un tanto a su tío y era divertida para la mayoría de sus amigos políticos, que caían dentro de sus simpatías. Sin embargo, también hizo enemigos innecesariamente en la clase política, que mucho más tarde se volverían contra ella.

Lady Hester tenía talento para los negocios y cuando Pitt estaba fuera de la oficina, actuaba como su secretaria privada. Fue la promotora principal de los jardines de Walmer Castle. Lady Hester aprendió el arte de la jardinería.

f8 copiaEl animado y ordenado mundo del cual disfrutaba lady Hester terminó el día en que William Pitt falleció luego de una larga enfermedad, el veintitrés de enero del año 1806, cuando tenía cuarenta y siete años.

Las influencias sociales desaparecieron y el mundo social de esa época, lady Hester, era toda una solterona y lo que provocó que se tornara en solitaria. La herencia de apenas 1.200 libras anuales proporcionada por la Corona como pensión vitalicia, no le alcanzaba para mantener el estilo de vida que tenía cuando Pitt vivía. Lady Hester Stanhope entonces decidió tomar su propio destino y financiarse un viaje a uno de los lugares más exóticos, el Oriente.

Cuando no te sientes bien, cuando percibes que donde estás no es tú sitio, tienes dos opciones: aguantar y esperar que cambie la suerte, o ir tú mismo a buscarla. Lady Hester fue a buscar su destino a Oriente, seducida por los rumores que llegaban de otros compatriotas. Más allá de Turquía, en el desierto sirio, todavía quedaban exóticos rincones por descubrir, todavía quedaban reinos sin reinar.

LADY HESTER Y PALMIRA

Lady Hester tenía por entonces treinta y cuatro años, casi media vida vivida en aquel Londres de finales del XVIII que fue la capital del mundo occidental, pero que le aburría soberanamente.

f7 copiaLady Hester y un reducido séquito de criados se embarcaron en un barco griego rumbo a Constantinopla en octubre del año 1810. Junto a ella, su hermano James y un joven estudiante de medicina llamado Charles Meryon, que será un gran apoyo y al mismo tiempo se transformó en su biógrafo. Durante su viaje por el mar Mediterráneo camino de Constantinopla sufre un naufragio.

Su barco y todas sus pertenencias se fueron a pique cuando se acercaban a la ciudad de Alejandría, en Egipto. Posteriormente, son remolcados hasta la isla de Rodas sin poder salvar prácticamente nada de sus pertenencias.

Aprendió turco y árabe, visitó harenes y viajó por toda la zona, siendo recibida en los principales centros palaciegos de Egipto, Malta, Grecia, Turquía o Siria.

En su visita a Egipto conoció a Mohamed Alí, el bajá de Egipto, quien la invitó durante su estancia en la ciudad de Damasco, a su palacio en Ezbekieb. Lady Hester adopta entonces el atuendo de hombre rechazando los tradicionales velos de las mujeres. Fue su primer golpe sobre la mesa, no había ido a Oriente a pasar desapercibida, ni a hacer turismo sino a ser ella misma.


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Al llegar a Damasco, que era una ciudad entonces peligrosa para las mujeres, no se amilanó. Entró al mediodía, cuando sus calles estaban llenas de gente, cabalgando a lomos de su caballo con el pelo al aire. Si seguimos los escritos de sus biógrafos, dicen que “La multitud que la observó debió de quedar inerte por el shock”, este asombró es debido a que nadie había entrado con tanta osadía.

f6 copiaEstando en Damasco, lady Hester se sintió muy atraída por las exóticas costumbres y estilo de vida de los beduinos y comenzó a adoptar su vestuario y maneras, vistiéndose como un druso. Los drusos son miembros de un grupo etnorreligioso que practican una religión abrahámica, monoteísta, sincrética y étnica basada en las enseñanzas de Hamza ibn Ali ibn Ahmad.

En su estancia en la ciudad de Damasco, oyó hablar de la gran ciudad romana en ruinas de Palmira, que se encontraba a unos 200 km de Damasco. Era un lugar retirado y en la zona del desierto de Siria. Era un lugar muy peligroso de llegar y habitado en el trayecto por beduinos y bandoleros que vivían en un desierto feroz.

Nunca había llegado hasta allá europeo alguno. Rechazando los consejos de los diplomáticos y sus amigos, lady Hester decidió entonces cabalgar por el peligroso desierto sirio.

El catorce de abril del año 1813, lady Hester tomó la decisión de fletar una caravana de cincuenta camellos, un nutrido séquito de criados y se vistió con espléndidas ropas a la manera de un príncipe druso.

Además, contrató a un grupo de beduinos armados y uniformados como guardia pretoriana. Lady Hester pretendió imitar a la mítica reina Zenobia, que desafió a los romanos en el año 270 d.C.

Las alertas sobre las dificultades que podría encontrar a lo largo del camino no contuvieron a lady Hester. Al contrario, no había nada más seductor para ella que convertirse en uno de los primeros europeos en penetrar en el desierto sirio alcanzando la misteriosa Palmira.


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El veintinueve de marzo del año 1813, la comitiva llegaba a la ciudad de Palmira, la cual fue recibida espléndidamente por los nómadas árabes que allí la habitaban. Lady Hester Stanhope hace el siguiente relato:

f5 copiaRuinas en Palmira

“El jefe y 300 hombres armados salieron a recibirme, venían en espléndidos caballos, algunos venían prácticamente desnudos y otros con trajes de seda, dando gritos salvajes, cantando y bailando. Toda esta exhibición duró hasta que llegamos a un Arco del Triunfo en Palmira”.

Lady Hester Stanhope se ganó la admiración y el respeto de los árabes del lugar, los cuales le llamaron “la Reina blanca de Palmira”. Tan solo tres años después de huir de Londres con lo puesto, lady Hester es coronada simbólicamente como la reina blanca de Palmira. Había encontrado su sitio.

La aventurera sorprendió tanto a los beduinos como a los árabes por su valentía y sus habilidades para montar a caballo. Fue conducida en medio de una ceremonia triunfal a través de la ciudad en ruinas, con una corona de flores sobre su cabeza, y luego coronada por los locales como su melika, su reina. Así lo describía la propia protagonista en una carta enviada a Inglaterra:

Sin bromas: me han nombrado Reina del Desierto bajo el arco de triunfo de Palmira… Si me apeteciese, podría ahora ir a La Meca sola; no tengo nada a lo que temer. Pronto tendré tantos nombres como Apolo. Soy el sol, la estrella, la perla, el león, la luz del cielo… Estoy bastante fascinada por estas personas; y toda Siria está asombrada por mi coraje y mi éxito. Haber pasado un mes con unos miles de árabes beduinos no es algo común”.

f4 copiaEl último refugio de Lady Hester

El principio del fin vino en el año 1836, cuando el gobierno británico le embargó la pensión que se le había concedido, debido a las abultadas deudas contraídas con sus acreedores a causa de una fracasada expedición realizada por ella para buscar un supuesto tesoro en la ciudad de Ascalón.

EXPEDICIÓN ASHKELOM

En 1815, a punto de cumplir los 40 años y tras haberse sobrepuesto de una enfermedad que casi acaba con su vida, Lady Hester decidió organizar una expedición arqueológica en la ciudad de Ascalón para encontrar un gran tesoro que presuntamente ocultaba la ciudad.

Hasta ese momento, los sultanes otomanos nunca habían dado permiso a una excavación dirigida por extranjeros en su territorio, pero las habilidades y el desparpajo de lady Hester lo lograron.

El doctor Meryon mantuvo un registro diario de las excavaciones, en el que detalló las dificultades para llegar a Ascalón, el establecimiento del campamento, o la contratación de hombres para trabajar y examinar el sitio. La aventurera jugó el papel más importante en todos estos pasos, supervisando cualquier mínima decisión.

f11 copiaAscalón es una ciudad de la costa mediterránea a cincuenta kilómetros al sur del actual Tel Aviv. No logra descubrir el tesoro. Lo volverá a intentar en dos ocasiones más, antecediendo a otras grandes expediciones arqueológicas en Oriente Próximo.

El tesoro consistía en numerosas monedas de oro, que supuestamente había sido escondido en la zona durante la Edad Media. Tan solo halló una gran estatua de mármol que terminaría rompiendo en mil pedazos y arrojándolos al mar, pero su empresa fue pionera de la arqueología en Tierra Santa.

SU VIDA EN EL CASTILLO DE DJOUN

Lady Hester volvió unos años más tarde a Damasco y allí encontró un castillo en ruinas del tiempo de las Cruzadas, en Djoun, el cual alquiló y decidió vivir allí reconstruyéndolo en parte. También había sido un antiguo monasterio en lo alto de las montañas libanesas.

Dicho lugar estaba rodeado de árboles, cerca del mar Mediterráneo. Lo transformó en un gran palacete rústico y en uno de sus patios cultivó un jardín de rosas digno del Edén. Su médico y amigo, Charles Meryon regresó en el año 1817 a Inglaterra.


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Lady Hester vivió allí como una auténtica princesa drusa protegiendo a esta etnia con sus influencias en ese lugar, recibiendo a los visitantes europeos que se aventuraban por esos lugares. Consiguió una gran fama en las colonias inglesas como mujer exótica y buena anfitriona.

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La situación económica de lady Hester empezó a deteriorarse gravemente, puesto que el Gobierno británico había cancelado su pensión anual, debido a lo cual su situación financiera se convirtió en imposible. De esta forma, tuvo que despedir a sus sirvientes, y otros comenzaron a robarle todos sus bienes personales.

Comenzó a vivir una vida como eremita en estado de abandono, rodeada de una docena de gatos, muebles inservibles y solo dejándose ver ante sus ocasionales visitantes de noche y envuelta en chales, para intentar ocultar los estragos de la edad.

Desde su residencia en Djoun, lady Hester vive un descenso a los infiernos en la última fase de su vida. Atrapada en el personaje que se construyó durante décadas, aislada y pobre en su palacio, rodeada de cosas inservibles y gatos y con montañas de deudas que sus tradicionales valedores ya no quisieron pagar.

Cuando le preguntaron si no preferiría volver a casa y vivir sus días con relativa comodidad, su respuesta fue despectiva e insistió en que no tenía intención de volver a “tejer o coser como una inglesa”.

EL FINAL DE SU VIDA

Cayó gravemente enferma en el año 1837 y el doctor Meryon viajó a Damasco para poder asistirla encontrándola muy abandonada y postrada en cama. Meryon hizo lo posible por reconfortarla y la acompañó un tiempo hasta su regreso obligado a la Costa Azul.

El veintidós de junio del año 1839, lady Stanhope fallecía en Djoun completamente arruinada físicamente, en la oscuridad de su habitación, cubierta de harapos y en pésimas condiciones higiénicas, teniendo por toda compañía a multitud de gatos y un cúmulo de objetos que había acumulado en sus viajes.

El cónsul británico y un misionero asisten el entierro de lady Hester en Beirut. Al día siguiente, ambos acuden al palacio que la mujer tenía en Djoun, al sur de la capital del Líbano. Revisan las treinta y cinco habitaciones del edificio y no encuentran nada, ni un objeto de valor, solo recuerdos y el polvo del desierto.

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Fue inhumada en uno de sus jardines y su castillo fue sellado por el cónsul inglés en Damasco. Se dijo de ella que:

“Lady Stanhope no era una excéntrica, era una mujer iluminada (espiritual), de alta cuna, muy culta, con dotes de estadista y en ocasiones una especie de circo. Siempre se las ingeniaba, aun en los momentos más difíciles, para esparcir a su alrededor una mágica ilusión que cautivaba a quien la conocía”.

Cuenta el historiador Paul Pattison que la evaluación de la vida de lady Hester se ha visto dificultada por el romanticismo desbordante de la biografía escrita por su amigo Charles Meryon. Según Pattison, lady Hester nunca dejó de comportarse como una aristócrata, como una conquistadora, siguiendo la estela de todos aquellos exploradores que llegaban a países exóticos creyéndose casi como dioses.

Lady Hester se mantuvo fiel a sí misma hasta el último día, no quiso regresar a aquel Londres convencional y tedioso. Prefirió seguir respirando el embriagador aroma del desierto, recordando las mil y una aventuras que vivió al otro lado del mundo, escuchando los vítores que la aclamaron como reina, una vez, allá en Palmira.


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Amada por John Moore, lady Stanhope fue el gran amor de sir John Moore, el héroe de la batalla de Elviña contra los franceses. Una leyenda recogida por Leandro Carré y Juan Naya basada en un relato de Manuel Murguía, dice que el fantasma de esta mujer aún vaga sobre la tumba del general escocés, en el jardín de San Carlos, de A Coruña, desde que la mañana del dieciséis de enero del año 1841, en el aniversario de la muerte de su amado en el campo de batalla, una mujer alta de unos cincuenta años, con aspecto extranjero, apareció ante el sepulcro del soldado “triste, como un alma entregada a melancólicos recuerdos” que no era otra que ella.

Lady Hester Stanhope fue una extraordinaria aventurera victoriana La vida extraordinaria de esta aristócrata inglesa fascinó a unos cuantos autores, que escribieron de sus andanzas o la convirtieron en heroína de sus relatos.

El poeta Lord Byron, que en Grecia se lanzó al mar para saludarla, se prendó de ella y Lamartine, que también la conoció, habla en “El viaje a Oriente” de esta bella y aguerrida mujer, que vestida de beduino, se ganó la admiración de las tribus drusas y la proclamaron Reina blanca de Palmira.

Consiguió hacer de los viajes toda una experiencia de salón, con Lord Byron en Atenas, con George Canning, que era ministro británico, en Constantinopla, etc. Se encontró con Lamartine, Richard Burton, William Kinglake, Burckhardt, Buckingham, Wilkinson y Gertrude Bell, fue recibida por Mohamed Aly en El Cairo, Solimán Pacha le cedió su caballo en Acre.

Charles Meryon decía “Lady Stanhope no era una excéntrica, era una mujer iluminada y espiritual, de alta cuna, muy culta, con dotes de estadista y en ocasiones una especie de Circo. Siempre se las ingeniaba, aun en los momentos más difíciles, de esparcir a su alrededor una mágica ilusión que cautivaba a quien la conocía”.


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