miércoles. 24.04.2024
laborismo
Clement Attlee.

En tres artículos anteriores nos hemos acercado a los fabianos, al origen y fundación del Partido Laborista y a la importancia del gobierno de Attlee en relación con la implantación del Estado del Bienestar. En el presente trabajo analizamos el papel de los laboristas en el período de entreguerras.

Al terminar la guerra, el liberal Lloyd George, que había dirigido la victoria, tuvo que formar un gobierno de coalición con los conservadores. En 1922, los liberales perdieron las elecciones frente a los conservadores y los laboristas aprovecharon la profunda crisis del Partido Liberal para hacerse fuertes en los Comunes, a pesar de la crisis que había vivido el laborismo durante la contienda. Pasó a ser la nueva “oposición de Su Majestad”. Hasta principios de los años treinta, el parlamentarismo británico vivirá una suerte de tripartidismo. Pero a partir de 1931 regresaría el bipartidismo, pero ahora entre conservadores y laboristas.

Ramsay MacDonald se convirtió en un líder con un gran tirón electoral entre los obreros y también entre los excombatientes, muy asqueados con los partidos tradicionales. Tenemos que tener en cuenta, además, que a partir de la Ley de Representación Popular de 1918 ya toda la clase obrera se incorporó al sistema electoral. Otro aspecto muy importante del primer momento del período de entreguerras y que explica el éxito laborista reside en el hecho de que el Partido presentó un ambicioso y atractivo programa político en 1918, obra de Sidney James Webb. Dicho programa tenía como objetivos la implantación de un salario mínimo, el control democrático de las industrias y la reforma del sistema financiero. Hacia 1920 el Partido Laborista contaba ya con cuatro millones de militantes.

Aunque en 1923 la primera fuerza política seguía siendo el Partido Conservador, no consiguió formar gobierno. Al final, en 1924 se encargó de formar gobierno a MacDonald, aunque tuvo una vida muy breve porque necesitaba el apoyo liberal y terminó por ser derribado. En política interior no tuvo tiempo de realizar ninguna política sustancial pero, curiosamente, tuvo más protagonismo en política exterior. Los laboristas propusieron el Protocolo de Ginebra que con el tiempo terminaría desembocando en los famosos Pactos de Locarno, contribuyendo a la distensión internacional.

Al caer MacDonald regresaron los conservadores al poder. Pero en 1929 la victoria electoral fue del Partido Laborista, aunque sin conseguir la mayoría parlamentaria absoluta. MacDonald formó el segundo gobierno laborista con el apoyo de los liberales. Duró hasta el año 1931, en plena crisis económica y social, ya que se produjeron disputas internas sobre los recortes en el gasto público. En ese momento, MacDonald, junto con un pequeño grupo de laboristas, decidió formar un gobierno de concentración nacional con conservadores y liberales. Pero el Partido Laborista no era partidario de esta solución porque era contrario a las medidas excepcionales propuestas por los conservadores para atajar la crisis, ya que afectarían a los obreros y a los desfavorecidos. MacDonald fue expulsado del Partido. Ese gobierno de unidad duró hasta el año 1935, aunque el premier fue apagándose debido a su mala salud.

El laborismo británico entró en una profunda crisis. Sus posiciones firmemente contrarias a las medidas económicas y sociales de los conservadores y a la política de apaciguamiento ante las potencias fascistas no tuvieron ningún éxito durante los años treinta. El comienzo del final de esta crisis llegó precisamente cuando Churchill subió al poder en 1940 y contó con los laboristas para formar gobierno. Clement Attlee, que se había convertido en el líder del Partido en 1935, pasó a ser el vicepresidente del gobierno.

Los laboristas en el período de entreguerras