martes. 23.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES - 15.7.2009

...La nostalgia recorrió ayer la Semana Negra de Gijón. El tiempo, cambiante, acompañaba el sentir de organizadores y participantes. La expectación se dibujaba en los rostros, deseosos todos de que los relojes señalaran pronto las diez de la noche. No era la hora de las brujas, y ni la Noche de San Juan, pero la Carpa del Encuentro era testigo del conjuro de la amistad. Del revivir del recuerdo. Las palabras eran rescatadas de entre los libros y liberadas al viento, convirtiéndolas en la banda sonora de un evento cuya historia se entreteje con la del apellido Taibo como sólo el amor verdadero puede darse.

Joan Manuel Serrat; Luis García Montero; Marco Antonio Campos; Víctor Manuel; Ana Belén; la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso; Mariachi Azteca; el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces; Xuacu Amieva; y la nieta del homenajeado, Marina Taibo, se enfrentaban a un auditorio ansioso de dar las gracias a quien tanto ofreció en vida. Lleno total en una Semana Negra donde ni los nombres de Tariq Ali o Gisbert Haefs podían competir con el del emblemático y versátil Paco Ignacio Taibo I. Nadie quería perdérselo, ni siquiera los propios protagonistas secundarios del evento como García Montero, quien al enterarse de que se preparaba sólo pudo pensar en cuánto deseaba participar.

Asturias. La vida. El exilio. La literatura. Ejes de la vida de un verdadero hombre del Renacimiento que supo transmitir a todos aquellos afortunados que compartieron, aunque sólo fuera fugazmente, una existencia que ha dejado una honda huella en su propia patria. Y es que si Taibo I fue transgresor en todo, avanzadilla cultural de una España cambiante, no iba a dejar pasar tampoco la oportunidad de llevar la contraria al mundo y convertirse en profeta en su tierra. Un hombre que supo llevársela al otro lado del Atlántico, pues como recordaba Ana Belén “aunque tenían incluso el acento mexicano, era cruzar el umbral de su casa y encontrarte en Asturias. Pero sin la nostalgia que no te deja avanzar”.

Emoción, nervios, risas y algunas lágrimas. Sentimientos contenidos que se desbordaban. Sonrisas de amistad y de agradecimiento que intercambiaban todos los que anoche pudieron participar en este recuerdo amble y amado, en este gran abrazo grupal que homenajeaba a quien en vida “se mereció todo tipo de homenajes”, como recordaba con una sonrisa Luis García Montero un par de horas antes de dar comienzo la mejor de las fiestas que han tenido lugar en esta Semana Negra. Y posiblemente de las que vendrán, pues pocas cosas hay que superen al asistir a una velada en la que el hijo, intelectual o no, aplaude, llora y declara su amor incondicional a su padre.

“Sobre las fanfarrias”, “Mirando por la ventana hacia atrás con un cierto dolor”, una crónica de homenaje a Blas de Otero. Y, sobre todo, música. Gaitero y mariachi unidos en una comunión casi imposible que no hacía sino arrancar aplausos, miradas llenas de lágrimas y el recuerdo de alguien tan complejo y contradictorio como solo lo pueden ser los genios obligados a dividir su corazón entre dos hogares por la mano fría y despiadada del exilio.

Homenaje de recuerdo que se convirtió en homenaje en vida. Pues la amistad, el amor, el respeto, la admiración y las palmas enrojecidas de tanto golpear una contra otra consiguieron lo que cada uno de los presentes deseaba incluso sin saberlo, devolverle a Taibo no sólo su voz, sino su presencia en la amada Semana Negra de Gijón.

La mirada del recuerdo