viernes. 19.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO 20.05.10

Minuto 5. Jesús Navas se acerca al pico derecho del área atlética y centra un balón que rebota en el cuerpo de Domínguez. El balón perdido bota en la media luna, la defensa está a punto de despejar, pero aparece Diego Capel a todo correr y engancha un zurdazo a botepronto con toda el alma, como si estuviera impulsándolo el mismo espíritu de su amigo, el tristemente fallecido Antonio Puerta. Casi tocan el balón hasta dos defensores, casi lo manda fuera De Gea con una estirada sensacional. Pero ese balón estaba destinado a entrar. Fue el 1 - 0, y ahí se acabó el partido para el Atleti.

A partir de ahí el Sevilla hizo lo que mejor sabe hacer: un juego correoso, una defensa dinámica pero fiable y una capacidad asombrosa para el contragolpe, que provocó un gran desgaste físico en el Atlético (que se vio cansado desde el inicio). Pero no se puede decir que los jugadores atétlicos fracasaran o no lo intentaran: el equipo colchonero se estrelló una y otra vez en la defensa sevillista, pero disfrutaron de unos primeros 30 minutos sensacionales y de, al menos, tres ocasiones de gol claras en la primera parte, casi siempre protagonizadas por el Kun (Forlán estuvo bastante desconectado ayer; no fue el de la final de la Europa League). No pudo ser: Palop ayer estuvo enorme y sacó, con la ayuda de sus defensas, algunos balones que eran prácticamente gol cantado. La mejor ocasión del Atleti vino de las botas del Kun; la sacó Squillaci casi en la linea de gol, y hasta tres veces el balón rebotó en el cuerpo de un defensa en su camino a la portería.

Hacia el final de la primera parte, el Atlético acusó el cansancio y empezó a desinflarse. El conjunto de Nervión cortaba el juego hábilmente, tanto con su presión como con faltas tácticas (a veces con excesiva dureza; Mejuto no estuvo fino para controlar las emociones fuertes de los jugadores, y casi hubo que lamentar una tangana por, paradójicamente, una entrada a Capel que no fue ni de amarilla), para evitar transiciones rápidas del medio campo en adelante. La segunda parte fue más de lo mismo: el Atlético insistiendo en arreones sin ser capaz de hilvanar un juego claro, y el Sevilla defendiendo y esperando un hueco. Antonio Álvarez cayó en el viejo gesto de Jiménez de meter músculo en el centro del campo para atar el resultado, pese a que el 1 - 0 podía quedársele corto con un solo despiste de su defensa. Romaric entró por Negredo (que no estuvo fino en este partido, y van...) para garantizar el control del mediocampismo.

Y en éstas estaban cuando, a dos minutos del final, en medio del último arreón que intentaba el Atleti para forzar la prórroga, Navas corrió con fe y velocidad detrás de un balón perdido y montó él solo un contragolpe que terminó en gol y sentenció el partido. El mejor hombre de la final de la Copa del Rey, el pequeño 7 del Sevilla, entregó a la afición andaluza el primer título desde la muerte de Antonio Puerta. El club, posiblemente, lo necesitaba: para recordarse a sí mismo la senda de los títulos, pues debe ser duro pasar dos años en blanco tras ganar 5 títulos en otros dos; también para superar aquel dolor que aún guardaban. Los jugadores, la dirección y la afición necesitaban un título para brindárselo a Puerta. Fue Palop quien levantó la Copa del Rey al cielo, como si se la quisiera lanzar a su amigo desaparecido. El Atlético, por otra parte, debe hacer un balance muy positivo de la final y de la trayectoria de sus últimos meses. No sólo dio la cara durante el partido, sino que sirve para confirmarlo como un equipo que juega finales, que las gana o que, al menos, las pelea hasta el último minuto. Además la afición mostró su mejor cara, animando a sus jugadores y cantando el himno no ya hasta el final del partido, sino aún después: mientras los derrotados lloraban en el campo, sus aficionados se sentían felices por haber vivido dos finales en tan poco tiempo. El Sevilla levantó la Copa, sí: pero lo hizo escuchando el himno colchonero. Señores, el Atlético de Madrid ha vuelto de entre los muertos: háganle otra vez un sitio entre los grandes.

La Copa del Rey vuelve a Sevilla