martes. 23.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO 12.08.10

Los aficionados al fútbol estarán más que familiarizados con la polémica de los últimos días: el compromiso de la Selección en México de ayer, 11 de agosto, pilla a la mayoría de los jugadores recién salidos de sus vacaciones y sin apenas entrenar (con el riesgo de lesiones que eso conlleva). Como agravante, la ida de la Supercopa de España se celebra el próximo sábado, y justamente el equipo que más jugadores ofrece a la Roja, el Barça, es uno de los dos combinados que la disputan; el equipo culé se convierte así en el gran damnificado por este amistoso, al haber cedido a 7 jugadores (todos los que fueron al Mundial, menos Iniesta) más los internacionales de otras selecciones. La culpa de todo esto no es de la fecha del amistoso en sí (que se sabe desde hace meses por ser fecha FIFA, es decir, un compromiso para todas las selecciones; aunque quizá algunas cabezas pensantes de la Federación pensaron que no llegaríamos como campeones del mundo), ni del seleccionador Del Bosque, que ha hecho lo que en puridad tenía que hacer (convocar con honestidad a los mejores, como requiere cualquier compromiso en el que se viste la elástica nacional; y más éste, por respeto a un país hermano como es México en una fecha tan señalada y también por respeto a la estrella de campeones que lucen nuestros jugadores), sino de la misma FEF, por colocar la Supercopa de España tan cerca de este partido. Luego se quejan de que es una competición devaluada...

En cualquier caso, si Del Bosque no especuló con la convocatoria, sí que lo hizo (como se esperaba) con la alineación. Al campo saltaron los que más habían entrenado, para evitar lesiones y cualquier posible percance, más los jugadores recién llegados a la Selección (Bruno Soriano y Monreal) y algún que otro recuperado (Cazorla). El partido siguió el guión previsto en este tipo de citas: la Roja salía a defender la honrilla del campeón, que no quiere ni debe perder ni jugando a las chapas en el recreo; México, a tratar de dar la campanada en el mítico Estadio Azteca, derrotando en su bicentenario como país independiente nada menos que a la campeona del mundo (habría sido una especie de recuerdo de la derrota española doscientos años atrás). Así que los nuestros cogieron la pelota y trataron de dormir el partido en espera de algún hueco, un error o una genialidad de los hombres de delante; pero, para que eso ocurra, hace falta frescura tanto física como de ideas, y justamente de eso andábamos cortitos ayer. México mantuvo la estrategia del despedido Aguirre: orden en defensa, rodear al 9 contrario (en este partido, Llorente) en una maraña de centrales y esperar un hueco para dar un gol de KO al contragolpe.

Y les funcionó: en un error defensivo, el delantero de la tri Chicharito Hernández, recién fichado por el Manchester United, se quedó solo ante Casillas y no perdonó. Batió al portero madrileño con un tiro pegado al palo izquierdo, que pasó rozando el pie del cancerbero (muy parecido al que sí paró en la final del Mundial a Robben, aunque más escorado al pico del área). El resto del primer tiempo se fue sin apenas fútbol; Del Bosque aprovechó el descanso para mover el banquillo y hacer experimentos. Sentó a Llorente y colocó a Silva de falso 9 y a Pedro atacando por la izquierda, además de poner a Xavi en el campo y entregar la portería a Víctor Valdés. En el segundo tiempo hubo varias jugadas de peligro al contraataque para México; aunque en general el juego lo controlaba la Selección Española, se veían más arreones de talento y buenas ideas que juego trenzado. La baja forma física tras las vacaciones se dejaba notar; los jugadores de la Roja querían buscar el empate para mantener el pabellón alto, pero sabían perfectamente que no se jugaban nada.

Pedro tuvo un par de ocasiones de gol hacia el final del partido que se fueron por arriba y pegados al palo izquierdo; pero finalmente el talento salió a relucir. A una selección como la española no le puedes dejar ni un hueco, no puedes cometer ni un error, porque entran por ahí y te machacan. En una mala salida de balón de México, Xavi estuvo al tanto y recuperó el cuero en la línea de tres cuartos; vio a Silva que se desmarcaba por el interior y éste controló en carrera magistralmente con el pie izquierdo, para batir con el derecho la portería mexicana. Quedaban tres minutos para el final del partido y España conseguía aumentar su nómina de partidos sin perder (sólo ha caído en dos encuentros en 3 años). De hecho, el mismo Silva estuvo a punto de marcar el gol de la victoria apenas un minuto después, en un tiro que se fue lamiendo el palo. El resultado final: un justo empate a 1 (el Trofeo del Bicentenario fue a parar para la Roja por ser el visitante, en un bonito gesto de elegancia de los mexicanos). La mejor noticia: no hay que lamentar ninguna lesión. La moraleja: la FEF debería empezar a reflexionar sobre el daño que le hace a sus propias competiciones (Copa del Rey, Supercopa de España) por su falta de inteligencia en la planificación de fechas.

La campeona no pierde