miércoles. 24.04.2024
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En estos tiempos en los que las series de televisión forman parte importante de la conversación social, e incluso son tema de reflexión y debate en los medios de comunicación, como es el caso de “El Juego del Calamar” que emite Netflix, me atrevo a recomendar una miniserie, de diez capítulos, que se emite en esta misma plataforma. Es “La Asistenta”, que difícilmente podrás olvidar en mucho tiempo. El guion está inspirado en el libro de Stephanie Land, titulado “MAID, trabajo duro, salario bajo y la voluntad de una madre de sobrevivir”. Un ensayo, publicado en 2019 y convertido en best seller, que detallaba la vida de la autora del libro como trabajadora doméstica.  

Precisamente de esto va la serie, de los avatares de una joven madre soltera, que trabaja en ese campo dominado por las mujeres que trabajan de limpiadoras, niñeras y en el cuidado de la gente mayor. Trabajos, en la mayoría de las ocasiones, sin derechos laborales básicos como el salario mínimo, horas extras voluntarias y pagadas, seguridad social o vacaciones. La serie es emocionalmente cruda y a la vez muy dulce, aunque llena de latigazos, como son las palabras, al inicio del primer capítulo, de la funcionaria que en teoría debería acoger a la protagonista que, con su hija en brazos, ha huido de su casa por malos tratos. Una funcionaria que, tras pasar las dos la noche al raso dentro del el coche, le espeta: “así quieres que el gobierno te solucione tus problemas? porque eres un desastre con patas y no tienes donde caerte muerta, ¿no tengo razón?  


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Y a partir de ahí, fotograma tras fotograma, la protagonista vive en un ciclo sistémico de pobreza, a pesar de que se deja la piel limpiando casas. Con un trabajo por el que cobra el mínimo y en el que sólo le proporcionan la aspiradora y es ella la que tiene que comprarse la ropa de trabajo, el material de limpieza, el coche y la gasolina. Trabaja como una mula, pero, aún así, tiene que depender de la ayuda del gobierno y de la generosidad de los demás para su supervivencia y la de su pequeña hija. 

Si puedes, no te pierdas seguir a esa joven madre con voluntad de sobrevivir, que trabaja duro por un bajo salario. Una dura realidad que encontraremos, igual o muy parecida, en la vida real de muchas mujeres

Desde el primer minuto sientes que estás acompañando a esa valiente joven buscando guardería, cama y comida. Mientras, en la pantalla de televisor suena el timbre y ves la calculadora que va restando sus mínimos gastos a su aún más mínimo salario. Pero, a pesar de todos los problemas de salud, del estrés y de la tensión, de sus largas horas de trabajo y de cuidar de su hija, la protagonista sigue intentando cumplir su sueño de convertirse en escritora.


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La serie nos pone frente a la desigualdad, la violencia de género y la pobreza laboral, temas muy poco presentes en la pantalla. Te atrapa la dura carrera de Alex, éste es el nombre de la protagonista. Es una carrera llena de obstáculos, de abusos, pobreza, trabas burocráticas, indiferencias, que va tratando de dejar atrás. Mientras tú, desde el principio como espectador entregado, deseas que esa chica de mirada transparente, salga adelante, porque se merece tener un futuro mejor para ella y su hija. 

Reprimo mi entusiasmo y las ganas de explicar más detalles de la serie y de opinar sobre la calidad de la interpretación de las actoras y actores que protagonizan la serie, entre otras razones porque no soy un experto y mis conocimientos sobre cine son muy básicos. Pero, si puedes, no te pierdas seguir a esa joven madre con voluntad de sobrevivir, que trabaja duro por un bajo salario. Una dura realidad que encontraremos, igual o muy parecida, en la vida real de muchas mujeres que viven en nuestros barrios y ciudades. 

Vale la pena ver La Asistenta, igual incluso remueve conciencias.


Pobre, tonta, ingenua y desactualizada

La Asistenta