jueves. 28.03.2024

Javier Ruibal: "Mi obligación es jugármela y jugártela"

Antonio Santo | Con más de 25 años de carrera a sus espaldas, el cantautor atesora un gran número de canciones sobrecogedoras por su belleza y sutilidad, su elegancia y buen hacer tanto en las cuidadas letras como en la composición.

nuevatribuna.es | 11.02.2011

Javier Ruibal (Puerto de Santa María, Cádiz – 1955) es, posiblemente, si no el cantautor más conocido de la escena musical española, de seguro uno de los más respetados y prestigiosos. Con más de 25 años de carrera a sus espaldas, atesora un gran número de canciones sobrecogedoras por su belleza y sutilidad, su elegancia y buen hacer tanto en las cuidadas letras (lejos de los tópicos ripiosos de muchos músicos de su género) como en la composición, que bebe del flamenco de su Cádiz natal y de la música árabe tradicional, de la chirigota y el pop, del folklore de cualquier parte del mundo en que se hable esa lengua universal que es la buena música. En el mes de diciembre se presentó, tras cierto tiempo sin tocar allí, en la sala madrileña Galileo Galilei; en su escenario cantó, al principio en solitario y después acompañado por la banda portuense de jazz-fusión Glazz, algunas de sus canciones más conocidas (como Isla mujeres, El ave del paraíso, Lo que me dice tu boca, Habana mía...) y también algunas composiciones algo sui generis pero igualmente brillantes, como el divertidísimo himno que presentó (a sabiendas de que, mal que nos pese, no sería elegido) para el concurso del centenario del Cádiz CF de sus amores.

Pudimos charlar con él un rato en el pequeño camerino de la Galileo, después de que Javier se prestara a charlar con gente del público que subió a pedir autógrafos, recordarle tal o cual anécdota de un remoto concierto o simplemente estrecharle la mano. De cerca, Ruibal es tal cual se le ve en el escenario: amable y cariñoso, un excelente conversador, agudo de ingenio y rápido de verbo.

Nuevatribuna.es | ¿Para qué sirve la música en medio de tanta crisis?

Javier Ruibal | Si es que la crisis es un invento de los poderosos, de su codicia insaciable. ¡El dinero ése que se ha perdido no ha desaparecido, no está en Saturno, está aquí! Los mercados, esos mercados que nadie sabe dónde están pero que mandan más que nadie, cuando ganan trece con dos en vez de catorce con nueve nos joden a todos, cortan el crédito y se inventan una crisis. La música no puede bajar el paro, no va a solucionar la crisis... Pero todo lo demás, sí: la música es para todo lo demás. Sirve para curar las crisis cardíacas, las existenciales, la ansiedad...

Parece que ya se han extinguido los cantautores-protesta. ¿Cuál es el papel de los cantautores en la sociedad actual?

Yo creo que las etiquetas no sirven para nada. Yo no me siento dentro de ninguna etiqueta; la de cantautor no vale. Yo me considero músico, y una de mis obligaciones es jugármela y jugártela, sorprenderme y sorprenderte. Hay que seguir la senda de los maestros y soltarte de la mano cuando llega el momento... Si escribes y cantas lo que escribes puedes hacer lo que te dé la gana; que tenga significado social o no sólo es una modalidad. Mira [Leonard] Cohen: tres de cada dieciocho canciones que hace son ex profeso una reclamación social, pero están tan bien escritas que huyen del planfleto... ¿Por qué no crear contenido? ¡Pues claro que sí! Pero no hay que decirle a nadie cómo ser ni cómo comportarse. Estamos para animar, no hace falta llegar siempre a la reflexión.

No hacen más que decirnos que la música se está muriendo. ¿Cuál crees que es el futuro de la música... y cuál es la música del futuro?

El futuro de la música no son los discos sino los escenarios. Cuando lo que ocurre en escena sea lo esencial, y no las carreras mediáticas, la música se salvará y nos salvaremos todos. ¿La música del futuro...? [Piensa unos segundos]. La que no hemos oído. Que se acabe la tendencia de adocenarlo todo, ese comportamiento cobarde de las discográficas. Cuando han visto el color del dinero se han dedicado a propiciar que salgan sólo aquellos artistas que no se salgan de las cuatro esquinitas.

¿Y qué opinas de Internet?

Es muy útil... Pero me queda la sospecha de por qué la inteligencia militar ha donado algo tan maravilloso, tan abierto a la humanidad . ¿No será porque también nos quieren controlar? Con la dirección IP ya te tienen pillado, ya saben dónde vives, qué haces con Internet... Eso aparte de los satélites, que te pueden ver el culo cuando vas al baño [Risas]. Mira, temo que tenga intereses bastardos, pero es estupendo encontrar amigos de la infancia gracias a Internet y que la gente sepa dónde vas a cantar. Pero estaría bien que una parte de lo que pagamos por Internet vaya a pelear contra la pobreza. Ya que los gobiernos no lo van a hacer nunca, ¿por qué no lo hacemos nosotros? Es tan simple como que cada euro valga 0.98 y que alguien lo recaude y distribuya. Ojalá se hiciera algo así.

Tengo que preguntarte por algo doloroso: se nos ha ido Enrique Morente. ¿Qué desaparece con él?

Se va un símbolo de modernidad y tradición. Nadie ha tenido tanta visión y ha ambicionado tantas cosas buenas para el flamenco más que él. Nadie ha puesto tanto, se ha entregado tanto. Cada paso suyo es un experimento con una conciencia y sensibilidad absoluta. Y se va una persona excelente, un amigo excepcional. Podían pasar años sin verle y el reencuentro era como la noche anterior. [Se queda pensativo]. Era generoso... sin una mala palabra, aunque tuviera una mala opinión justificada sobre algo o alguien. Y se va un baluarte de defensa de la honestidad en el flamenco. Su presencia frenaba muchos intentos caprichosos, guiados sólo por el apetito del éxito; pero no porque él le dijera a nadie lo que podía o no hacer, sino porque muchos decían, “uy, esto no voy a hacerlo, que al maestro Morente no le va a gustar”. Cuidaba y enseñaba cómo hacer y deshacer para acercar el flamenco a otras artes; enseñaba una forma limpia y buena. A ver quién coge el relevo...

¿Para cuándo disco nuevo?

Pues para marzo lo tendremos ya, espero. Se va a llamar Sueño y es un proyecto muy bonito: grabado con la Orquesta Sinfónica de Córdoba... Bueno, entre ahí y Cádiz. Los arreglos son de José Luis de Guereña y está dirigido por Oliver Díaz. Es una propuesta diferente, y espero que el que va a oírlo se lo plantee así: que va a ver otra cosa, otra visión, aunque sean canciones conocidas.

Para terminar, unas recomendaciones: una película, un libro, un disco.

¿Recomendaciones? Ser feliz. Es lo mejor que se puede recomendar. O como dice Quique San Francisco, otra recomendación muy buena: no bajéis las escaleras con las manos metidas en los bolsillos. Otra frase: “la de muertos que darían el cielo eterno por un lunes de mierda como éste”. Un libro, La propiedad del paraíso de Felipe Benítez Reyes. De música, el disco blanco de los Beatles. Y película, ví hace muy poco Biutiful de Javier Bardem y me encantó.

1 | Internet nace a partir de ARPANET, red creada por el Departamento de Defensa de EEUU.

Javier Ruibal: "Mi obligación es jugármela y jugártela"