martes. 19.03.2024
cauces poesia

Poesía | JESÚS CÁRDENAS

Para hablar del conjunto de la poesía de Antonia Álvarez Álvarez (Babia) hacemos nuestras las mismas palabras que emplease Carlos Bousoño al referirse a la originalidad personalísima de Claudio Rodríguez: «desde dentro de una corriente literaria, perfectamente definida y enunciable, con la que se relacionan y a la que deben la dirección fundamental de su impulso poético, tanto como la fundamental configuración de su estilo». Porque así lo viene demostrando desde 2006, fecha en que publicase La mirada del aire, y a partir de ahí trazase una trayectoria impecable con títulos tan personales como La raíz de la luz, A pesar de las sombras, Donde la nieve, Todos los relojes y, por último, Cauces (Eolas ediciones), con el que obtuvo el Premio José Antonio Ochaíta). Una corriente poética con un poso intenso y original el que se nos transmite «en la modulación de su estilo», por tomar otras palabras de Bousoño.

En Cauces se entiende que las dos citas, las de Claudio Rodríguez y José Ángel Valente, que abren el conjunto no están colocadas azarosamente, sino que muestran algunas de las voces de nuestra tradición literaria que la poeta asturleonesa ha asimilado; otro tanto diremos de Virgilio, tan presente en las citas de Álvarez; o de la asunción de la poética machadiana; poetas innovadores, en suma, que nos dejaron visiones que rebasaron el ámbito temporal y trascienden hasta nuestros días, y que nuestra poeta ha sabido verter con oficio hasta impregnar los poemas de savia existencialista.

antonio alvarezEn la poética de Antonia Álvarez hay un motivo temático que distingue su poesía, como dijimos con motivo de la reseña de Todos los relojes, se nos ofrece la mirada del tiempo siempre desde los adentros, el sentido del tránsito es dado a través de la memoria. El título más reciente va asociado al proyecto de dejar memoria desde un interior comedido.

Cauces se estructura en dos secciones diferentes pero bien cohesionadas. La primera sección más extensa, «Cauces de luz» viene a ser el discurrir vital del ser, donde la vida y la naturaleza se derraman en cada palabra. Ya en el primer poema se nos presenta a la poeta como observadora desde un lugar privilegiado de continuos hallazgos, el valle de Babia que despierta a la naturaleza («Aquí, junto a las sebes / desvestidas de sombra en primavera»), desde donde se contemplan los instantes unidos irrevocablemente a la meditación, como si el tránsito del tiempo construyese la identidad: «por tantas primaveras, / soy y estoy». La concepción del paso del tiempo va adherida a los sentimientos que le produce los instantes vividos, así leemos: «Amé la tierra, el tiempo de esas tardes». Y, en el mismo poema, intuimos que alejarse del olvido tiene un alto precio: «Incluso amé el dolor de no tenerte».

A imagen y semejanza de una fecunda naturaleza es la palabra: «el pigmento fecundo / de la palabra vida». En la dispersión trata las relaciones del sujeto con el mundo: «como tú, como yo, gotas de un mundo / que va desde lo mínimo / al summun de una luz inmarcesible». Antonia Álvarez recurre a versos de Hölderlin y Rilke para profundizar en la hondura del amor y en el deseo de convertirse en árbol, metáfora que nos lleva al apego a la tierra, tal vez como propuesta para volver a ser seres luminosos. En lo contemplado se genera una visión de permanente asombro en el pequeño árbol, que ha de afrontar los reveses de los meses tan desangeladamente fríos. Entre contrastes de luces y sombras la visión resulta tan asombrosa que parece formar parte de un sueño: «No despertar del sueño de ser árbol». La mirada del sujeto le lleva a identificarse en la parte del árbol, pese al tránsito: «Porque me sé raíz / con el tiempo trepando hacia la luz, / presiento el blanco frío de la nieve».

CaucesEn la segunda sección, «Cauces de luz», los poemas se nombran y, aunque recalcan el tránsito, Álvarez ha dejado para el final los versos más desgarradores. En «Pas touchés» se alude al proceso de destrucción amoroso que el tiempo ha ocasionado en los amantes entre paradojas existenciales: «La vida / no tuvo más razón ni más preguntas, / tampoco otro porqué, salvo la muerte». Algunos poemas, como «Déjala» u «Hora», contienen un aliento pesimista sin restar el estilo singular de Álvarez: expresión comedida que fluye entre versos encabalgados que producen una emocionante armonía. La recreación del tópico virgiliano está bien traída, cuando la juventud se convierte en recuerdo, en coplas asonantadas para finalizar con una letanía: «Cada vez más deprisa, cada vez más deprisa». El hecho de revivir el pasado origina composiciones reveladores como «Causa», «Allí» o «Recuerdos». En el cierre de la magnífica composición titulada «Carga», la poeta no se desprende de lo que lleva, porque forma parte de su propia identidad: «a pesar de la carga / que me impide el camino, / no sabría vivir, me dolería / más vivir sin dolor».

El último poema, «Pasar», de Cauces, propone la vuelta a contemplar el instante y a celebrar el momento en que la nieve se deshace, la lluvia cae o el arroyo transita, en expresión tan intensa y original como singularidad del estilo poético de Antonia Álvarez Álvarez: «al amor del milagro, / se deslizan y tiemblan / sobre un cauce de sombras  / que conducen a la luz».

Cauces, de Antonia Álvarez Álvarez. Eolas ediciones, Colección Aura. León, 2020; Premio de Poesía “José Antonio Ochaíta 2019”. 58 Páginas. COMPRA ONLINE


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JESÚS CÁRDENAS es escritor, profesor y crítico literario

Intenso y original | "Cauces", de Antonia Álvarez