domingo. 06.10.2024
Gavilanes 5
Los barrios periféricos, escenarios de "Autorretrato".

Un libro de relatos, en un panorama narrativo dominado por la novela y por la obsesión editorial por el best-seller de consumo, es un auténtico acontecimiento. Emilio Gavilanes, que, según reconoce, se formó literariamente en los años sesenta y setenta del pasado siglo, período en que el cuento tuvo una "edad de plata", acaba de publicar Autorretrato. Con él, afirma una línea que ha sido reconocida, recientemente con el Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en 2014Sobre Autorretrato y sobre su concepción de la literatura ha hablado Nueva Tribuna con el escritor.

Nuevatribuna: Hace algo más de una semana, tu libro anterior, Historia secreta del mundo, ha sido galardonado con el Premio Setenil 2015 al mejor libro de relatos publicado en el año inmediatamente anterior. ¿Cómo lo has recibido? ¿Te influyen premios como este en tu labor como escritor?

Emilio Gavilanes: Lo he recibido con sorpresa, y con mucha alegría, claro. Cuando me han dado algún premio, durante unos días he estado un tanto alterado por la euforia. Pero se pasa enseguida. Ni cuando no recibo premios o comentarios positivos pienso que soy muy mal escritor, ni cuando recibo algún premio pienso que soy muy bueno. Los premios sirven de bien poco cuando tienes que escribir una nueva página. Ni siquiera te sirve lo que has escrito antes. Tienes que volver a empezar, como si fuese lo primero que escribes.

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NT: ¿Qué rasgos diferencian, a tu juicio, este Autorretrato del libro premiado?

EG: Son dos libros diferentes. Historia secreta del mundo es un libro unitario, con una voz muy parecida en todos los textos y una línea “argumental” que los pone a todos en relación. Autorretrato es una colección de cuentos muy diferentes, con muchas voces y muchas líneas temáticas. Es un recorrido por todas mis obsesiones. Están las historias de infancia y juventud de La primera aventura y de Breve enciclopedia de la infancia, están los episodios “históricos” de El río y de la propia Historia secreta, está el mundo rural de El bosque perdido, están las historias que exploran el mundo actual, como en La tabla del dos o Una gota de ámbar o El reino de la nada… Está todo mi mundo.  

NT: ¿Tienes conciencia de un salto en tu evolución o forma parte de un mismo o parecido impulso?

EG: No, no siento estar evolucionando. Eso es algo que yo no puedo percibir, aunque esté ocurriendo. El impulso desde el que yo escribo es el mismo.

Gavilanes: "El mundo de las afueras de la gran ciudad, poblado por gentes de aluvión, llegadas desde todos los lugares de España, está muy presente en lo que escribo."

NT: Todo libro verdadero es, en el fondo, un autorretrato del propio autor. ¿Hasta qué punto los relatos de este volumen acaban por construir una auto radiografía, un acercamiento a tu biografía?

EG: Es un autorretrato en el sentido que acabo de decir, en el sentido en que repaso todos mis temas habituales, no tanto repaso mi vida, aunque hay muchos elementos biográficos o autobiográficos en estos cuentos (claro, que siempre los ha habido). Siempre he tomado muchos episodios de mi vida y personas que conozco y los he transfigurado en otras cosas. No es que haya tratado de contar mi vida deformándola, sino de tomar material vivido (el que mejor conozco) para expresar preocupaciones, obsesiones constantes, intemporales.

NT: Es tu quinto libro de relatos después de haber publicado cuatro novelas. ¿En qué territorio te encuentras más cómodo, en el de la narración larga o en este del relato? ¿Por qué?

EG: Mis novelas, mis narraciones largas, tienen una estructura fragmentaria, en mosaico, en puzle, en piezas pequeñas que además de tener sentido por sí mismas componen una estructura superior, un tipo de costrucción que me gusta mucho. Lo que quiero decir es que mi unidad básica, fundamental, de trabajo es el relato más o menos corto. Es donde mejor me encuentro. Pero repito que me gusta organizar relatos cortos hasta que adquieren una dimensión mayor. Mis novelas son novelas convencionales a las que he arrancado muchas páginas, y en las que queda solamente lo que a mí me interesa, sin los pasajes de transición, tan necesarios, por otra parte, en cualquier novela convencional.

NT: La mayoría de los personajes que aparecen en los cuentos de Autorretrato son seres humildes, no siempre felices, apegados a lo cotidiano. A veces me han recordado ciertos cuentos de la generación española de los años 50. Pienso en Aldecoa, en Medardo Fraile, en Fernández Santos... ¿Hasta qué punto es así?

EG: Me alegro de que te recuerden a esos narradores. Los admiro muchísimo. Yo añadiría a García Pavón, uno de los grandes monstruos del cuento. Los he leído con pasión. Si algo de ellos se transparenta en mis cuentos, me alegro. No es que me haya propuesto parecerme a ellos, ni tratar sus temas. De todas formas, ten en cuenta que mi formación se lleva a cabo en los años sesenta y setenta, y en los años sesenta está aún muy presente el mundo que reflejan los narradores de esa generación. Es decir, que podemos compartir cierta atmósfera. Y aunque no los hubiese leído, siento una inclinación natural, un interés, por los personajes menores, humildes. Me atrae más la estética de lo pequeño, de lo lateral, de lo secundario. Y también la ética de lo pequeño, pues me parece tan o más significativo que lo principal, que lo protagonista.  Yo creo que todo el mundo es, somos, personajes de reparto.

Gavilanes 1NT: Otro factor visible en el libro es la memoria, asentada en un territorio "mítico" que Luis Junco, en el prólogo, sitúa en La Carballa. Da la impresión que el pasado familiar, lejos de la vida urbana, se cuela en tu conciencia del presente de manera inevitable. ¿Qué significado tienen para ti esos cuentos? ¿Cuánto de memoria real y de imaginación hay en ellos?

EG: Todos mis antepasados, hasta donde sé, han vivido en el campo. Y desde niño he pasado en el campo una cuarta parte del año, los tres meses de verano. Eso podría ser suficiente para explicar mi interés por el mundo rural, que yo he traspuesto a ese territorio mítico al que alude Luis Junco. Pero además es que muchos de los episodios fundamentales de mi educación sentimental y estética, por decirlo de una manera literaria, han ocurrido en ese mundo. Un mundo, el que recreo en mis cuentos, que ha desaparecido. Que se ha mantenido sin cambios desde la Edad Media, casi el Neolítico, hasta los años sesenta. Un mundo sin motores, a cuyos últimos coletazos asistí. Como digo, todo eso ha desaparecido y el campo actual me interesa poco. Los personajes del campo actual para mí no tienen el interés literario que tenían aquellos otros más antiguos, más pobres y seguramente más desgraciados, pero más interesantes, y que encerraban enseñanzas más altas, a mi juicio.

"Me atrae más la estética de lo pequeño, de lo lateral, de lo secundario. Y también la ética de lo pequeño, pues me parece tan o más significativo que lo principal, que lo protagonista." 

NT: La periferia de la gran ciudad, en este caso de Madrid, es otro factor de enlace con la narrativa del medio siglo a la que antes me he referido. ¿Se nutre de una experiencia propia?

EG: Sí, claro. Yo he vivido en un barrio de las afueras de Madrid. Un barrio que era casi un pueblo. Allí acababa la ciudad y comenzaba el campo inacabable. Un campo que he tratado de convertir en personaje en mis novelas de infancia. El mundo de las afueras de la gran ciudad, poblado por gentes de aluvión, llegadas desde todos los lugares de España, está muy presente en lo que escribo.

Gavilanes portada 1NT: La infancia, la adolescencia, la juventud son espacios temporales que están muy presentes en Autorretrato. ¿Paraísos perdidos? ¿Lugares de conflicto?

EG: No escribo sobre ellos con nostalgia, o sea, con mero ánimo de recordar. Tampoco quiero vengarme de aquella época, o desquitarme de frustraciones. Parafraseando a Plutarco, vivir no es importante. Volver a vivir, sí. Lo que quiero es volver a vivir aquella época. Es más, cuando escribo sobre ella siento que la vivo por primera vez. Una vida más real, más intensa.

NT: Tu prosa es despojada, directa y emocionada. ¿Hay una voluntad de estilo o es fruto de una escritura espontánea? ¿Trabajas mucho tus cuentos, los revisas y corriges?

EG: Hay una voluntad de estilo. El estilo espontáneo (yo creo que de cualquier persona) es barroco, recargado, oscuro. Confuso. En cuanto a la expresión, busco por encima de todo la claridad. En cuanto se me retuerce una frase, la tacho. Busco un estilo transparente. Reviso y corrijo interminablemente. Nunca estoy satisfecho. Siempre encuentro aspectos mejorables. Siempre. Decía Alfonso Reyes que se publica para no seguir corrigiendo

NT: ¿De qué cuentos te sientes más próximo? ¿De aquellos que se adentran en la memoria, de los que tienen referencias en el presente, de los que reivindican un pasado rural o el valor de la naturaleza?

EG: De todos. Además es que creo que en el fondo son iguales. Pueden contener atmósferas distintas, pero las preocupaciones, las emociones, son las mismas en unos y otros. No puedo escapar de mí mismo.

NT: Da la impresión de que para muchos lectores (y para algunos críticos) el cuento es el pariente pobre de la literatura. Históricamente, en España, las editoriales lo han relegado a un segundo plano. ¿Seguimos viviendo esa situación o hay una cierta voluntad de situarlo en el lugar que merece?

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EG: Ha mejorado un poco la valoración del cuento, pero en España sigue siendo el pariente pobre de la literatura. Hay más editoriales que antes que publican libros de cuentos, pero las grandes editoriales solo publican cuentos de autores consagrados. Los lectores siguen prefiriendo, en su mayor parte, las novelas. Y los críticos se fijan mucho menos en los libros de cuentos; hay muchísimas menos reseñas de libros de cuentos que de novelas. De todos modos, no me gusta llorar, porque además prefiero que sea un género minoritario. Siendo pocos se disfruta mejor. Me gustaría decir que el cuento es un género superior a la novela. Pero no creo que sea verdad. Ni lo contrario. No creo que haya que poner a competir a ambos géneros.

NT: Aparte de Borges (quizá lo doy por supuesto) y Chejov (también), ¿qué referentes literarios, de la literatura en castellano y de la otras lenguas, te han marcado o influido a lo largo de la vida?

EG: Borges, sin duda (aunque no tanto el Borges cuentista, que a mí me interesa menos que el poeta, o que el ensayista, o que el conferenciante, o que el entrevistado); Borges es la mayor inteligencia literaria que conozco. Mis grandes monstruos literarios, los que encarnan la literatura total, son Borges, Cunqueiro, Mircea Eliade y Robert Graves.Y los autores de cuentos con los que me he formado serían: Jack London (leyendo sus cuentos decidí que yo quería escribir cosas así), Hemingway (creo que es el más grande escritor de cuentos de la historia), Cunqueiro, Carver, García Pavón, Aldecoa, Stephen Crane, Ambrose Bierce, Isak Dinesen, Marcel Schwob, Bertold Brecht, Salinger, Truman Capote, Horacio Quiroga, Somerset Maugham, Chejov, Isaac Babel, Hoffman, Kleist, Hauff, Bashevis Singer, Julio Ramón Ribeyro, Marco Denevi, Abelardo Castillo, Carpentier, García Márquez, Torga, Buzzati, Fernández Flórez, Merino, Jiménez Lozano… Seguramente hay más. Pero con estos tenemos aseguradas muchas horas de lectura provechosa.

NT: ¿Lees a tus contemporáneos? ¿Cuento o novela?

EG: Leo a muchos de mis contemporáneos. Me encantan Luis Mateo Díez, José María Merino, Trapiello, Luis Alberto de Cuenca, Soledad Puértolas, Luis Goitysolo, Miguel D’Ors, Enrique García-Máiquez, José Ovejero, Antón Castro, mis amigos de La Discreta: Luis Junco, Joaquín Rubio Tovar, David Torrejón, Paloma González Rubio, Alfredo Gómez-Cerdá, Pepe Caneiro, Santiago López-Navia, Dativo Donate, el Conde de Abascal, Matías Crowder… todos ellos extraordinarios escritores cuya obra debería ser mejor conocida. Pero creo que leo más autores muertos que autores vivos. También leo más cuentos que novelas. Y leo bastante historia, biografía, ensayo, memorias...

NT:  ¿Qué libro estás leyendo ahora?

EG: Siempre tengo varios libros empezados, para ir saltando de uno a otro. Estoy leyendo unos magníficos cuentos de Lydia Davis, la fascinante novela La soledad del lector, de David Markson, Diosas, de Joseph Campbell, unos cuentos de Arreola que no conocía, el maravilloso Yo también me acuerdo, de Margo Glantz…

OBRAS DE EMILIO GAVILANES

Ha publicado las novelas La primera aventura (Seix Barral, 1991), El bosque perdido (Seix Barral, 2001), Una gota de ámbar (Ediciones de La Discreta, 2007) y Breve enciclopedia de la infancia (XVI Premio Tiflos de Novela, Edhasa/Castalia, 2014), los libros de relatos La tabla del dos (Premio de relatos NH 2003), El río (Finalista del III Premio Setenil, Ediciones de La Discreta, 2005), El reino de la nada (Menoscuarto, 2011) e Historia secreta del mundo (Ediciones de La Discreta, 2015), y las colecciones de haikus Salta del agua un pez. 101 haikus (La Veleta, 2011) y El gran silencio (La Veleta, 2013). También ha preparado la edición de la obra de Camilo Bargiela Luciérnagas (Renacimiento, 2009) y ha escrito numerosos artículos y colaboraciones en diversas publicacione

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Autorretrato. Emilio Gavilanes / Punto de Vista Editores. Formato digital para e-reader. 4,99 euros. Para más información: http://puntodevistaeditores.com/tienda/autorretrato-2/

Infancia, memoria y presente en "Autorretrato", de Emilio Gavilanes