miércoles. 24.04.2024
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Ya lo dije. Como a uno de los personajes de su prodigiosa novela Derecho natural, a Ignacio Martínez de Pisón le ocurre que todo lo que cuenta “tiene el aroma inconfundible de la vida”.

Fin de temporada es la novela suya que nos ha presentado en este malhadado 2020. Otra obra de arte literario que acabo de terminar de leer mientras los Beatles siguen cantando Here comes the sun como lo hacen en las páginas de un libro memorable, muy Ignacio Martínez de Pisón.

“Con ese aire de felicidad y ese amor sin límites, con esa juventud eterna, inalterable”.

En Fin de temporada se puede uno conmover con esa “sensación de estar viviendo un instante excepcional en el que el universo te entrega toda su belleza”, porque su autor sabe apreciar y sabe hacernos sentir “la consistencia de lo real”.

El “rebelarse ante lo injusto de la muerte” parece ser el motor, la razón de ser de esta novela delicada y fresca, pero también contundente si bien luminosa, donde flota como un zepelín de plomo el consuelo del recuerdo ante la tristeza de la pérdida.

En la vida ocurre que, como dice una de las protagonistas de la novela, Rosa, “todo tiene que ver con todo”. Y el escritor superlativo que es Ignacio Martínez de Pisón sabe que sin verdades de ese tamaño es imposible escribir (buenas) novelas (donde todo tiene que tener que ver con todo), es imposible la literatura.

El peso del pasado es inevitable, y en esta novela lo es de una manera ciertamente abrumadora, despiadada. Inquietante. Dos preguntas que leo en Fin de temporada subrayan de manera demoledora esta presencia esencial del pasado en la novela de Martínez de Pisón:

         “¿Es imposible borrar el pasado? […]

         “¿No tenemos derecho a olvidar?”

A menudo, en algunos lugares, el pasado nos deja mensajes que han sido escritos por nuestros antepasados para nosotros, pero para que eso se dé hay que tener un pasado y, sobre todo, antepasados que nos quieran decir algo. Si bien es esta novela mucho más que todo eso, porque también en ella se disfruta de y con los tiempos en los que el pasado deja de contar.

Por cierto, ¿qué será eso de que “el pasado siempre acaba por encontrarte”?

Puede que Fin de temporada acabe por ser un clásico de la anagnórisis como recurso y protagonista literarios: en cualquier caso, es una de esas novelas en las que sus personajes nos congratulan con las risas despreocupadas e incontrolables que ellos mismos han sabido tener, fruto de algunos “vislumbres de un tiempo de dicha”.

Sobre lo que se sabe del pasado (algo tan propio de los historiadores, lo siento, no puedo evitar estas reflexiones) también es una de las líneas argumentales del libro:

“No eres el mismo si sabes unas cosas que si no las sabes. Saber nos hace diferentes, nos convierte en otras personas”.

imdepison1Quien así habla es el otro protagonista de la novela, el hijo de Rosa, Iván, quien preferiría no saber ciertas cosas “y seguir siendo el mismo”. Porque en Fin de temporada aprendemos que se puede sentir nostalgia de una vida que no se llegó nunca a vivir.

Los diálogos de las novelas de Ignacio Martínez de Pisón: ha llegado el momento de decir algo sobre ellos. Esos diálogos son auténticas obras de arte hiperrealista y magnífico, tan humanamente deslumbrantes, apaciguadores, sinceros, vividos. Vívidos.

En Fin de temporada uno puede asistir a uno de esos momentos en que una mujer pareciera ser la niña que fue y la anciana que será, uno puede asistir leyendo una novela, ¡qué maravilla!, a una escena de pura verdad humana inexplicable. No sé si has leído ya a Ignacio Martínez de Pisón: si no lo has hecho, ¿a qué estas esperando?, y si lo has hecho, es una novela de Ignacio Martínez de Pisón, ¿qué más necesitas saber?

(Tal vez, en otra ocasión escriba sobre las canciones que suenan en Fin de temporada, como aquella espléndida composición de George Harrison.

It’s all right.

Y me despido. Rosa tiene razón: ¿por qué no pedirle a la ONU un Día Mundial de la Utopía?)

Ignacio Martínez de Pisón y la consistencia de lo real: 'Fin de temporada' también es...