jueves. 28.03.2024

Al igual que pasó con el maletilla que inmortalizaron Quintero, León y Quiroga y Doña Concha en “Romance de valentía”, nadie reparó en el 44º aniversario del “12 de Noviembre de 1976” (12-N-76), una Huelga General Unitaria en un tiempo muy incierto de ilusiones y temores en el que estaba casi todo por hacer en lo referido a la Democracia.

Imagino que este clamoroso olvido -imperdonable en algunos actores sindicales- se debe a que la opresión del presente no deja tiempo -ni interés me temo- para mirar al pasado. Mala praxis, creo yo, porque el que no tiene memoria no tiene identidad y, lo que es más grave, es como un indocumentado que no sabe a dónde va y así mal puede gestionar su presente y peor puede construir su futuro.

Para paliar ese riesgo de ir por la vida sin documento de identidad, recupero en estas líneas lo que significó aquel acontecimiento. Obviamente, lo hago desde mi particular punto de vista, que en lo fundamental no ha cambiado en estos 44 años transcurridos. Se agradece, por lo tanto, discrepar de cuanto digo, es saludable. Voy a ello:

cosEl 12-N-76 fue una Huelga General, convocada por una entidad unitaria recién creada, cargada de futuro creía yo, y que se presentaba a lo grande en sociedad con aquella convocatoria. Me refiero a la Coordinadora de Organizaciones Sindicales/CCOO-UGT-USO, la COS, que tal vez alguien recuerde. Una Huelga General con mayúscula, aunque no puedo decir que con todas las de la ley, pues los convocantes seguíamos siendo ilegales -y perseguidos- y la represión seguía vigente por muy atenuada que estuviera respecto a las peores etapas de la dictadura. Por ello, el resultado de aquella Huelga no estuvo sometido nunca a la guerra de cifras habitual. Se paró total o parcialmente en grandes empresas y sectores emblemáticos y pisamos las calles, bueno, más bien las corrimos para escapar a los palos de la policía.

Mientras Martín Villa, ministro del interior del gobierno de facto de Suarez, comparecía en el telediario de las 9 para decir que el seguimiento había sido el 0,00 y algo (su mera comparecencia era ya un éxito político de la Huelga), Nicolás Sartorius, por CCOO, Manuel Chaves, por UGT, y yo mismo por la USO, comparecíamos ante decenas de periodistas, extranjeros muchos de ellos, en el restaurante Jai Alai de Madrid, para valorar el desarrollo  y, sobre todo, el alcance y proyección que pretendíamos con el 12-N-76.

Aquella multitudinaria rueda de prensa -clandestina, formalmente-, además de ser la más concurrida en la que yo he participado en mi vida, y han sido unas cuantas, quedó grabada en mi memoria con una nitidez a la altura del momento: Con el 12-N-76 exigíamos una Democracia plena de la cual tenían que ser que ser sus principales beneficiarios las clases trabajadoras y populares, sobre las que había recaído el mayor peso de la opresión socio-política, la falta de libertades y la represión y la explotación económica engrasada por una dictadura interminable. Teníamos consciencia de que estábamos ante los factores de un comienzo de un nuevo tiempo histórico.

Por ello, déjenme trasladarles lo que allí se dijo, en síntesis, aquella larga noche del 12-N-76:

… El país, pese a su aislamiento, sufre el rabotazo de los costes y la crisis del petróleo. Los de siempre cargan con esos costes en forma de inflación desbocada y desempleo.

… Franco murió hace un año exactamente, pero el franquismo pervive y la Democracia no tiene fecha de nacimiento. La supuesta voluntad reformista del Borbón y de Suarez es un murmullo sin concreción alguna y, lo que es  peor,  se rumorea que se cuece una “reforma” que dejará fuera a los comunistas y a otros, (yo viví en reuniones de Coordinación Democrática, el organismo unitario de la oposición político-sindical al franquismo, una escena que evidenciaba que el rumor estaba fundado. Enrique Mújica, con aquel desparpajo tan suyo, al frente de la delegación del PSOE, planteaba a los “compañeros comunistas” que ellos saldrían a la libertad y después, ya si eso, abrirían desde dentro las puertas de la libertad a los “compañeros comunistas”. Acto seguido, pedía la palabra Simón Sánchez Montero, representando al PCE (cuánto admiré y respeté yo a aquel hombre)), se ponía de pie, y con aquella voz tenue y aquella parsimonia que dolían, instaba a los “compañeros socialistas” a no cometer los mismos errores de tiempos pasados y trágicos ….

… Hurtar o recortar las aspiraciones democráticas de la inmensa mayoría de la sociedad española, con la clase trabajadora al frente, es un riesgo de división y enfrentamiento civil que no deseamos, además de agravar la situación de crisis y bloquear las reformas estructurales y sectoriales de nuestra economía y la modernización de nuestros sectores productivos, amén de alargar el endémico aislamiento europeo e internacional de nuestro país … todo ello por efecto de la inestabilidad e incertidumbre que atenaza a España …

… La COS no es aún la unidad sindical pero se sitúa en esa perspectiva, y desde la lucha cotidiana por los intereses socio-económicos de la clase trabajadora y la conquista de las libertades plenas y la Democracia sin exclusiones, nos preparamos para que la Libertad Sindical no sea escenario de pluralismo y enfrentamiento fratricida entre los sindicatos de clase y democráticos, sino una gran posibilidad histórica de construir la unidad basada en el pluralismo y la autonomía.

Muy en síntesis, todo eso pretendíamos con el 12-N-76 y así lo hicimos constar en aquella rueda de prensa.

Pero el sueño no duró mucho. La UGT se fue de la COS unas semanas después con una excusa pueril pero agresiva contra los otros dos socios. No era más que el preludio de lo que fue su concepción y praxis en la libertad sindical: Un terreno en el que trasladar al espacio sindical la confrontación socialistas-comunistas tan propia de la izquierda en aquellas épocas. Se colocaron con entusiasmo mimético la etiqueta de “sindicato socialista”, hasta que consideraron que les era contraproducente y con la mayor naturalidad se la quitaron, apostando a un pluralismo sindical agresivo e incompatible con cualquier horizonte de unidad orgánica. Y CCOO, a decir verdad, nunca hizo el menor esfuerzo serio por revertir ese proyecto, pese a que pusieron en la COS la misma o mayor voluntad y convicción que la USO. Más bien, con los años, creo yo, se fueron adaptando a la lógica de UGT y la hicieron suya hasta hegemonizarla. No es una paradoja; se llama habilidad de los líderes y equipos de dirección que sucedieron a Marcelino Camacho al frente de CCOO.

huelga 1972

Bueno, voy concluyendo. El desarrollo histórico del movimiento sindical en la Democracia ha sido antitético con la letra y el espíritu de aquel 12-N-76 y de aquella COS que lo promovió. Como lo siento lo digo y lo he dicho tantas veces. Hoy CCOO y UGT lideran unos listados de resultados de elecciones sindicales que no empiezan ni acaban nunca ni hay proclamación pública de resultados. Enhorabuena por ese liderazgo que configura un modelo de bisindicalismo fuertemente institucionalizado y bien dotado por el Estado en los planos legislativo, patrimonial y financiero. Me limito a describir. La cuestión es que, tras encabezar CCOO y UGT los listados, en ellos figuran centenares y centenares de organizaciones sindicales de todo pelaje, condición y ámbito, y no pocas les hablan de tú y por encima del hombro, incluso,  desde fortalezas corporativas y egoístas sin disimulo. Sigan de victoria en victoria, compañeros.

Por esas cosas caprichosas de la Historia, exactamente 30 años después de aquel 12-N-76, celebrábamos en Viena el Congreso Constituyente de la CSI (Confederación Sindical Internacional), representando a unos 180 millones de trabajadores y trabajadoras organizadas sobre la Tierra y expresión de unión y de unidad del movimiento sindical internacional. Yo hablé ante aquel Congreso sin precedentes para decir básicamente lo mismo que dije en aquella multitudinaria rueda de prensa en Madrid 30 años atrás “Hemos construido la Unidad Sindical Internacional para realizar un sueño más que secular: Erradicar la explotación del hombre por el hombre sobre la Tierra y construir un mundo fundado en la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos … Pero esta unidad, esta CSI que constituimos hoy, será una mera anécdota pasajera si no nos empeñamos de verdad en construir esa unidad en nuestros ámbitos nacionales, sectoriales y regionales próximos …”.

Para quien no lo sepa, por España somos miembros de pleno derecho de la CSI: CCOO, UGT y USO, o sea, la COS que, como diría Machín, pudo haber sido y no fue.

Si alguien se siente aludido o molesto por estas líneas, además de pedirle disculpas, le pido que tenga en cuenta que escribirlas es a mí a quien más duele.

La huelga general unitaria del 12 de noviembre de 1976