viernes. 29.03.2024
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Cabecera de la revista 'Vida Socialista'.

@Montagut5 | En distintas ocasiones nos hemos abordado las cuestiones del patriotismo y el internacionalismo en el PSOE en las primeras décadas del siglo XX, en distintos artículos. Ahora abordamos el tema con una aportación del socialista catalán Antonio Fabra i Ribas, siempre muy vinculado a la dimensión internacional del Partido Socialista. Fabra fue un personaje fundamental del socialismo, y al que nos aproximamos en un artículo en Nueva Tribuna.

Fabra i Ribas publicó en Vida Socialista en febrero de 1910 un artículo escrito en París con el título “¿Pueden los trabajadores ser patriotas?”. Fabra se encontraba en la capital francesa donde se refugió a raíz de su participación en el Comité de Huelga de julio de 1909.

Fabra criticaba a los políticos que consideraban que el derecho y la moral eran el fundamento de las naciones sin considerar la causa económica

Fabra consideraba que las fronteras de las naciones modernas eran más aparentes que reales al considerar que, aunque hubiera distintos tipos de regímenes políticos, las clases capitalistas de todos los países estaban unidas por sus intereses materiales. Las naciones se habían convertido en empresas comerciales dedicadas a la explotación de las riquezas internas valiéndose del trabajo de la “clase desheredada”. Las naciones podrían ser enemigas cuando los intereses eran antagónicos, pero que fraternizaban cuando de la unión la clase política puede sacar un beneficio. Y esas uniones y alianzas no tenían un origen político o religioso, sino que se realizaban por motivos económicos.

Antonio_Fabra_Ribas_1927_(cropped)Por otro lado, los únicos habitantes de las naciones que gozaban de libertad de vivir en el país que quisieran o les interesase eran los burgueses. Fabra explicaba que los proletarios, en cambio, no podían reclamar el derecho de residir en la tierra que les vio nacer.

Cuando los propietarios les convenía paralizar la producción o trasladar la producción a otro país, los asalariados solamente podían morirse de hambre o emigrar. Así pues, las poblaciones modernas se formaban y regulaban según las necesidades de la producción. Las corrientes migratorias estaban por lo mismo.

Fabra criticaba a los políticos que consideraban que el derecho y la moral eran el fundamento de las naciones sin considerar la causa económica. En este sentido, aludía a Inglaterra y cómo siendo considerada la nación más democrática del mundo contemplaba sin inmutarse la despoblación de Irlanda y la introducción de trabajadores chinos en los distritos mineros del Transvaal. Los lores en Irlanda y los que explotaban las minas de África del Sur no dudaban en sacrificar los intereses de la inmensa mayoría de sus conciudadanos a sus privilegios. Fabra recordaba que tanto los campesinos irlandeses como los andaluces necesitaban las tierras para vivir de ellas. Los señores de un lugar y otro las querían para la caza o para otros cometidos.

¿Pueden los trabajadores ser patriotas? (1910)