jueves. 28.03.2024
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Es una orden religiosa y militar surgida en el siglo XII en el reino de León. Debe su nombre al patrón de España, Santiago el Mayor. Su objetivo inicial era proteger a los peregrinos del Camino de Santiago y expulsar a los musulmanes de la Península Ibérica.

Fue una de las grandes órdenes militares y la más internacional y poderosa del reino castellano-leonés. Junto con la iglesia compostelana, la orden militar de Santiago se convirtió, durante varios siglos, en una organización clave para entender el desarrollo e influencia alcanzados por el movimiento santiaguista en gran parte de España.

La Orden surge en la ciudad de Cáceres a partir de la anterior Orden de los Frates de Cáceres. El obispo de Santiago de Compostela fomentó esta conversión a cambio de que dicha Orden, en su avance conquistador hacia el sur, no reclamase la devolución del arzobispado a Mérida, donde había estado hasta que la invasión de los musulmanes pasó a Santiago de Compostela.

orden santiago 11Santiago de Compostela es el centro de la devoción a este apóstol, pero no es ni la cuna ni la principal sede de la Orden. Dos ciudades lucharon por tener el honor de ser la sede de la Orden, León y Uclés en el reino de Castilla.

El origen de esta Orden militar es confuso, debido a la doble fundación que tuvieron las órdenes militares. La primera fundación fue militar, cuando en el año 1170 el rey Fernando II de León y el obispo de Salamanca, Pedro Suárez de Deza, encargaron a un grupo de trece caballeros, conocidos como los Frates o Caballeros de Cáceres, que tenían la misión de la defensa de la ciudad de Cáceres y que la tuvieron que abandonar al ser conquistada por los musulmanes.

Este grupo de caballeros estaba encabezado por Pedro Fernández de Fuentencalada que era descendiente de los reyes de Navarra, por línea paterna, y de los condes de Barcelona, por la materna.

Según la Bula Fundacional, estos caballeros, arrepentidos de la vida licenciosa que hasta entonces habían llevado, se habían unido previamente bajo unos mismos estatutos y decidieron formar una congregación para defender a los peregrinos que visitaban el sepulcro de Santiago Apóstol en Galicia. Otro de sus objetivos era guardar las fronteras extremeñas.

Los primeros que tuvieron la idea de acudir al socorro de los numerosos peregrinos que se dirigían a Compostela, fueron los canónigos regulares de San Agustín antes del año 1170.

orden santiago 2Estos vivían bajo la obediencia de un Prior elegido y confirmado en el convento llamado de San Loyo o San Eloy de Loyo, cerca de Compostela.  Este convento seguía el ejemplo de los caballeros de la Orden de Calatrava, que también estaba destinada a proteger la seguridad de los caminos.

Se levantaron muchos hospitales para albergar a los peregrinos a lo largo del Camino de Santiago, desde los Pirineos hasta la citada ciudad de Compostela. Para una defensa eficaz, los Caballeros de Cáceres determinaron asociarse a aquellos religiosos y se obligaron por voto solemne a guardar y defender aquellos caminos.

Los canónigos, aceptando el ofrecimiento de los caballeros, convinieron en recibirlos en su Orden, vivir con ellos en comunidad y ser sus capellanes para dirigirlos espiritualmente y administrarles los sacramentos. Fue entonces cuando los Freires de Cáceres cambiaron su nombre al de Freires de Santiago, organizándose así la Orden.

El veintinueve de julio del año 1170, quedó fundada, organizada y establecida la Orden de Santiago. Se había extendido al reino de Castilla ya en el año 1172.  La Orden de Santiago, que como hemos visto, había nacido en el reino de León, se extendió por los reinos de Portugal, Aragón, Francia, Inglaterra, Lombardía y Antioquía, pero su expansión fundamental se limitaría a los reinos de León y Castilla. Los Caballeros de Ávila se unieron a los caballeros de Santiago.

LA FUNDACIÓN RELIGIOSA

La fundación religiosa hay que atribuírsela al rey Alfonso VIII de Castilla, con la aprobación del Papa Alejandro III mediante una Bula otorgada el cinco de julio del año 1175, en la ciudad de Ferentino en las cercanías de Roma con el fin de que fueran crecieran en el temor a Dios:

“…. Para remedio de la flaqueza humana, se permite el matrimonio a los que no pudieran ser continentes; guardando a la mujer la fe no corrompida y la mujer al marido, porque no se quebrante la continencia del tálamo conyugal, según la institución de Dios y la permisión del Apóstol San Pablo”.

Se aprobó su constitución a través de la Bula y la hizo exenta de la jurisdicción de los frailes ordinarios o comunes, cuya finalidad ratificaron más adelante los Papas Lucio III, Urbano III e Inocencio III por diferentes Bulas.  También, plantearon el estado de los caballeros y el de los religiosos. A partir de este momento, se les conoció con el nombre de Caballeros de Santiago,

Como efecto de este doble acto fundacional, institución real y aprobación pontificia, la Orden quedó constituida, como una Militia Christi, con vocación tanto religiosa como militar, y su misión era el “servicio de Dios, el ensalzamiento y defensa de la Christiana religion, y Fee catholica y la defensa de la Republica Christiana”.

El nombre definitivo de la Orden tiene su fundamento en la devoción que durante los siglos medievales se tuvo en España al apóstol Santiago. Sus reliquias fueron descubiertas durante el reinado de Alfonso II el Casto, iniciándose la llegada de peregrinos a su sepulcro. Siendo Teodomiro obispo de Iria Flavia cuando la sede episcopal fue trasladada a Compostela en el siglo XII.

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Era normal que los caballeros se encomendasen de un modo especial al patrocinio de Santiago al entrar en batalla.  Estos caballeros creyeron sentir en muchas ocasiones la protección celestial gracias a la intervención favorable del apóstol.

De acuerdo con el segundo arzobispo de Compostela, Pedro Godoy, el doce de febrero del año 1171, Pedro Fernández y toda su milicia se consagraron vasallos y caballeros del apóstol Santiago, nombrando al Maestre y sus sucesores canónigos de la iglesia compostelana y el arzobispo y los suyos frailes de la nueva Orden de caballería. Así todos se nombrarían en lo sucesivo Caballeros de Santiago y así los nombraría el Papa en su Bula.

Hay un cuadro de grandes proporciones que representa el momento, en que Pedro Fernández, acompañado de los primeros caballeros vistiendo sus capas blancas con la cruz roja de Santiago como emblema de la Orden, presenta al Papa Alejandro la regla para su confirmación. Dicho cuadro estuvo colgado durante muchos años en la parte izquierda de la nave de la iglesia del monasterio de Uclés. Hoy se conserva en la sacristía del monasterio, hasta que sea restaurado.

SU SEDE

Los Caballeros de Santiago tenían posesiones en los reinos de la Península Ibérica: León, Castilla, Aragón y Portugal. Los reyes Fernando II de León y Alfonso VIII de Castilla ponían la condición de que la sede de la Orden debía estar en sus respectivos estados, en San Marcos de León y Uclés.

Surge un largo conflicto que solo terminó cuando, en el año 1230, el rey Fernando III el Santo, unió ambas coronas. Desde entonces, Uclés, en la provincia de Cuenca, es considerada como la sede de la Orden.

Tras la salida de los Frates de Cáceres del reino de León, obligados por la pérdida de Cáceres, su primitiva sede, y de los lugares que habían adquirido en el territorio de Badajoz, debido al empuje de los almohades, pasaron a Castilla, donde fueron bien recibidos por su rey Alfonso VIII. Este, entregó el castillo de Uclés a los Caballeros de Santiago para que defendiesen aquella comarca y la de Huete de los ataques musulmanes.

El castillo había pertenecido desde el año 1163 a los caballeros de San Juan, pero el rey estaba descontento con su actuación, ya que en el período que lo ocuparon no hicieron nada notorio y les retiró la posesión de dicho castillo fronterizo en favor de los santiaguistas.

Tuvo lugar en Arévalo, el nueve de enero del año 1174, el acto solemne por el cual Alfonso VIII entregaba el castillo y la villa de Uclés, con todas sus tierras, viñas, prados, pastizales, arroyos, molinos, pesquerías, portazgos, entradas y salidas, al maestre de la Orden, Pedro Fernández de Fuentencalada. El acto contó con la presencia de los prelados y nobles del reino y de Alfonso VIII junto con su esposa Leonor de Inglaterra.

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Los caballeros de la Orden de Santiago tomaron posesión de la villa y fortaleza donadas por Alfonso VIII a finales de aquel mismo mes, acto al que asistió el arzobispo de Santiago.

La bandera de Santiago, que el arzobispo les había entregado en Compostela, ondeó por vez primera en la torre del homenaje. La iglesia de Santa María del Castillo cambió su nombre por el de Santiago, hasta que se construyó el convento con una nueva iglesia adecuada a las necesidades de la Orden.

Se hallaba el monasterio en Uclés donde el Gran Maestre de la Orden residía habitualmente.  Este monasterio fue derruido en el siglo XVI para construir el actual monasterio que comenzó a construirse en el año 1529 y se terminó en el año 1735. Los aspirantes pasaban un año y un día de prueba en el monasterio. Los archivos de la Orden, que estaban en Uclés, pasaron en el año 1869 al Archivo Histórico Nacional de Madrid.

Principales acontecimientos

Los caballeros santiaguistas estuvieron presentes en todas las acciones guerreras de la Reconquista y sus territorios se extendieron principalmente por la zona de la Mancha. A esta Orden pertenecían pueblos de las actuales provincias de Ciudad Real, Cuenca, Madrid, Guadalajara, Toledo, Murcia y Jaén.

La rápida propagación de la Orden se debió a que su regla era menos rígida que las de las demás órdenes, siendo la única Orden militar cuyos caballeros podían casarse

La primera acción militar notoria fue para ayudar al ejército de su protector, el rey Alfonso VIII, en la toma de la ciudad de Cuenca en el año 1177. Su contribución fue tan importante que el rey añadió, en el terreno recién conquistado, nuevas donaciones a la Orden.

Con las donaciones hechas, el fundador de la Orden creó al poco tiempo el Hospital de Santiago Apóstol en Cuenca. Una de las trece collaciones en que se dividió la ciudad se llamó también Santiago, quedando su iglesia dentro del recinto de la misma catedral.

Alfonso VIII cedió también Uclés a Pedro Fernández para que se estableciera allí y defendiera la frontera, según Escritura Real extendida en la ciudad de Arévalo, el tres de enero del año 1174, siendo desde entonces la sede principal de la Orden.

Cedió a la Orden, Moya en el año 1211, a las que se unirían posteriormente, Ossa de Montiel, Campo de Criptana, Pedro Miñoz, Montiel y Alhambra. La congregación prosperó, adquiriendo bienes y territorios, llegando a formar una especie de diócesis con capital en Uclés, cuyo Prior tenía autoridad casi episcopal.

La rápida propagación de la Orden se debió a que su regla era menos rígida que las de las demás órdenes, siendo la única Orden militar cuyos caballeros podían casarse. De esta forma eclipsaron a las más antiguas de Calatrava y Alcántara y cuyo poder fue reconocido en el extranjero incluso antes del año 1200.

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La primera Bula de confirmación, la del Papa Alejandro III, enumeró un gran número de dotaciones. La Orden de Santiago sola tenía más posesiones que las órdenes de Calatrava y Alcántara juntas. Todos estos bienes incluían ochenta y tres encomiendas, de las cuales tres fueron reservadas a los grandes comendadores, dos ciudades, ciento setenta y ocho condados y 178 aldeas, doscientas parroquias, cinco hospitales y conventos y la universidad de Salamanca. Los caballeros eran entonces unos cuatrocientos y se podían reunir más de mil lanzas.

Gonzalo Ordóñez fue elegido gran Maestre de la Orden en León, al mismo tiempo que Gonzalo Rodríguez en el año 1195.  Se marchó a Castilla y sirvió al rey Alfonso VIII. A la muerte del anterior Maestre en el año 1203, fue elegido en Uclés y solo vivió dos años más.

Durante la dirección del tercer maestre, Sancho Fernández de Lemus, los almohades vencen en la batalla de los Alarcos en el año 1195 frente a Alfonso VIII y donde encontraron la muerte diecinueve santiaguistas, realizaron una ofensiva general por tierras de Castilla, llegando hasta Uclés dos años más tarde.

El Maestre, en medio del desconcierto de los reinos cristianos, resistió en el castillo de Uclés con sus gentes, mientras otras fortalezas, como las de Madrid y Guadalajara, se sometieron al jefe almohade Yúsuf II.

Los caballeros de Santiago participaron en la reconquista de las comarcas de Teruel y Castellón y combatieron en la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212, en la que el Maestre Pedro Arias murió junto a un gran número de caballeros santiaguistas.

Tras la muerte de Alfonso VIII en el año 1214 acontecieron grandes debates dentro de la Orden. Los caballeros de Santiago acudieron, en el año 1233, a la batalla de la toma de Jerez de la Frontera y, tres años más tarde, a las conquistas de Úbeda y Córdoba.

Pelayo Pérez Correa fue el Maestre que mayor esplendor dio a la Orden, induciendo a Fernando III el Santo a que pusiera sitio a Sevilla.

Tras la muerte de Vasco Rodríguez de Coronado, Maestre de la Orden entre los años 1327 y 1338, el consejo de los Trece, así llamado porque lo componían trece caballeros designados de entre los gobernadores y comendadores de la Orden, eligieron como Maestre al sobrino de este, Vasco López.

El rey Alfonso XI de Castilla con el fin de retener el cargo para su hijo bastardo, el infante Fadrique Alfonso de Castilla, que era hijo de Leonor Núñez de Guzmán y sobrino de Alonso Meléndez de Guzmán.  Este último fue nombrado Maestre, en el año 1338, anulándose la elección de Vasco López aduciendo defectos en la elección.

La intromisión del rey en las reglas sucesorias de la Orden provocó grandes disputas, ya que legalmente los Maestres eran elegidos entre los freires con voto de castidad, con consentimiento y nombramiento posterior por el Papa. Los comentarios de éste acerca de Alonso y, sobre todo, de Leonor le convirtieron en enemigo del rey.

orden santiago 7Alonso de Guzmán luchó al lado del rey en la conquista del reino, siendo asesinado por él para nombrar finalmente al infante Fadrique, que tenía ocho años, como maestre de la Orden en el año 1342.

Fadrique fue mandado asesinar en Sevilla por su hermanastro en el año 1358, el rey Pedro I de Castilla, que nombró en su lugar a Juan de Padilla, hermano de la favorita del rey, María de Padilla.

Sin embargo, los caballeros de la Orden se negaron a reconocerle y le derrotaron cerca de Uclés, falleciendo Padilla durante la lucha. Los Maestres posteriores, Fernando Osórez, Pedro Fernández y Pedro Muñiz, murieron en la guerra contra Portugal, pero la Orden se repuso durante el prolongado Maestrazgo de Lorenzo Suárez de Figueroa que fundó el convento de Santiago de Sevilla.

Los monarcas castellano-leoneses concedieron privilegios a la Orden que permitieron repoblar extensas regiones de Andalucía y Murcia, La Orden trasladó su radio de acción a Sierra Morena, durante el siglo XV, y tomó la población de Llerena en la provincia de Badajoz como lugar habitual de residencia de sus Maestres, proporcionando un alto crecimiento tanto en esta población como en sus alrededores.

Enrique IV de Castilla se hizo cargo de la administración de la Orden en el año 1453 hasta que Alfonso de Castilla alcanzara la mayoría de edad. Entre los años 1462 y 1463 nombró Maestre provisional a Beltrán de la Cueva.  Cuando fue mayor de edad, es nombrado como Maestre titular, el infante Alfonso de Castilla, en el año 1463.

Juan Pacheco de Villena abdicó en favor de su hijo Diego, en el año 1474, después de siete años de gobierno. Esta decisión disgustó a la mayor parte de los caballeros y provocó un cisma en la Orden y grandes luchas, ya que, al mismo tiempo, Rodrigo Manrique y Alonso de Cárdenas pretendían el Maestrazgo. Fue nombrado Rodrigo por Uclés y Alonso por San Marcos.

A la muerte de Rodrigo Manrique, los Reyes Católicos pusieron término a las disputas quedándose con la administración durante un tiempo y nombrando Maestre a don Alonso, quien les acompañó en la guerra de Granada.

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Incorporación a la Corona de Castilla

La Orden de Santiago se vio implicada en las luchas internas de la Corona de Castilla. Al mismo tiempo, los inmensos bienes de la Orden la obligaron muchas veces a sostener las encontradas pretensiones de la Corona.

El título conllevaba gran poder, tanto territorial, pues se podía ir desde Uclés a Portugal sin pisar fuera de los territorios de la Orden.  El Maestre de la Orden llegó a obtener una renta anual de 64. 000 florines de oro.

A la muerte del gran maestre Alonso de Cárdenas en el año 1493, los Reyes Católicos hallaron una excusa para pedir a la Santa Sede una providencia capaz de poner término a los escándalos, al tiempo que subrayaban los grandes gastos que la guerra de Granada había supuesto a la Corona.

Los Reyes pidieron al Papa Alejandro VI que les concediese la administración del gran maestrazgo de la Orden, medida que podía considerarse como de necesidad y, al mismo tiempo, como una especie de recompensa de sus grandes sacrificios por la fe católica.

El Papa accedió a la demanda y con Bula del mismo año otorgó la administración de la suprema dignidad de la Orden de Santiago a los Reyes Católicos.

Tras la muerte del rey Fernando el Católico, le sucedió en la administración el emperador Carlos I, en cuyo tiempo el Papa Adriano VI unió para siempre a la Corona de España los maestrazgos de Santiago, Calatrava y Alcántara en el año 1523. Hasta entonces, el gran Maestre de Santiago era elegido por el consejo de los Trece.

Siglo XVII

Ser miembro de la Orden de Santiago formaba parte de las aspiraciones más codiciadas por los hombres del siglo XVII, por lo que el ingreso en esta Orden tan elitista no era camino sencillo en este siglo.

Miembros de la alta nobleza, como Gregorio María de Silva, duque de Pastrana u otros de la familia real, tenían el camino más fácil frente a aquellos que no podían certificar paso a paso el limpio origen de cristiano viejo de sus antecesores o que sus ingresos económicos no procedían del trabajo de sus manos.

Muy conocido es el juicio al que tuvo que someterse Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, donde tuvieron que testificar amigos suyos, como Francisco de Zurbarán, para dar fe de que sus raíces limpias eran ciertas y que su arte no se veía motivado por la obtención de ganancias económicas de forma manual que enturbiasen su forma de vida, sino que tenía un carácter intelectual.

Francisco de Quevedo fue miembro de la Orden. Su ingreso se hizo oficial, el veintinueve de diciembre del año 1617 y fue firmado por Alonso Núñez de Valdivia, secretario de Cámara del rey Felipe, tras presentar y verificar su genealogía.

orden santiago 12La I República suprimió la Orden en el año 1873 y, aunque el periodo conocido como la Restauración fue restablecida.  Esta quedó reducida a un instituto nobiliario de carácter honorífico regido por un Consejo Superior dependiente del Ministerio de la Guerra, quedando extinguido en el año 1931 con la proclamación de la IIª República.

La Orden de Santiago, junto con las de Calatrava, Alcántara y Montesa, fue reinstaurada como una asociación civil en el reinado de Juan Carlos I con el carácter de organización nobiliaria honorífica y religiosa, y como tal permanece desde finales del siglo XX.

La insignia de la Orden es una cruz gules simulando una espada, con forma de flor de lis en la empuñadura y en los brazos. Los caballeros portaban la cruz estampada en el estandarte y capa blanca. La cruz del estandarte tenía una venera en el centro y otra al final de cada uno de los brazos.

Las dos flores de lis de las extremidades laterales representan el honor sin mancha, que hace referencia a los rasgos morales del carácter del apóstol.

La espada representa el carácter caballeresco del apóstol Santiago y su forma de martirio, ya que fue decapitado con una espada.

Se dice que su forma tiene origen en la época de las cruzadas, cuando los caballeros llevaban pequeñas cruces con la parte inferior afilada para clavarlas en el suelo y realizar sus devociones diarias.  La historia nos dice que surge en la España cristiana, tras la batalla de Clavijo, del veintitrés de mayo del año 844.

Requisitos para el ingreso en la Orden

El ingreso en la Orden no fue dificultoso en sus inicios, pero a partir de mediados del siglo XIII será cada vez fue más complicado.

Producida la expulsión de los musulmanes, el pretendiente que deseara ingresar en la Orden de Santiago debía aprobar en sus cuatro primeros apellidos ser hidalgo de sangre a fuero de España y no hidalgo de privilegio, cuya prueba debía de referirse asimismo a su padre, madre, abuelos y abuelas. Además, debía probar, de la misma manera, que ni él ni sus padres ni sus abuelos habían ejercido oficios manuales ni industriales.

Tampoco podían obtener el hábito de la Orden aquellas personas que tuvieran raza ni mezcla de judío, pagano, musulmán, hereje, converso, por remoto que fuera, ni el que hubiera sido o descendiera de penitenciado por actos contra la fe católica, ni el que hubiera sido o sus padres o abuelos procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor.

También, los hubieran tenido oficios por los que hubieran vivido o vivieran de su esfuerzo manual, ni el que hubiera sido infamado, ni el que hubiera faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto caballero, ni el que careciera de medios decorosos con los que atender a su subsistencia.

El aspirante tenía que pasar después a servir tres meses en las galeras y residir un mes en el monasterio para aprender la regla. Posteriormente, el rey y el Consejo de las Órdenes abolieron cierta cantidad de estos requisitos.

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Regla monástica

A diferencia de las contemporáneas órdenes de Calatrava y Alcántara, que siguieron la dura regla de los benedictinos de la abadía del Císter, la Orden de Santiago aprobó la Regla más suave de los canónigos agustinos.

Ofrecieron sus servicios a los canónigos regulares de San Eloy de León para la protección de los peregrinos a Santiago y los hospicios de los caminos que conducen a Compostela. Esto explica el carácter mixto de su Orden, que es hospitalaria y militar, como la Orden de Malta.

Los caballeros de la Orden fueron reconocidos como religiosos por el Papa Alejandro III, cuya Bula del, cinco de julio del año 1175, fue confirmada posteriormente por más de veinte de sus sucesores. Estos actos pontificios, recogidos en el Bullarium de la Orden, garantizaban todos los privilegios y exenciones de otras órdenes monásticas.

La Orden estaba compuesta por varias clases de afiliados:

  • Canónigos.
  • Encargados de la administración de los sacramentos.
  • Comendadores, ocupados del servicio de los peregrinos.
  • Caballeros religiosos, que viven en comunidad.
  • Caballeros casados.

Los caballeros de la Orden de Santiago aceptaron los votos de pobreza y obediencia. Sin embargo, al organizarse por la regla de los agustinos, sus miembros no estaban obligados a hacer voto de castidad y pudieron contraer matrimonio.

Solo prometían la castidad total antes del matrimonio o acabado este, y la castidad y fidelidad conyugal mientras permanecieran casados. La bula del Papa Alejandro III recomendaba el celibato.  Los Estatutos de la fundación de la Orden se decía:

“En conyugal castidad, viviendo sin pecado, semejan a los primeros padres, porque mejor es casar que quemarse”.

El derecho a contraer matrimonio, que otras órdenes militares solo obtuvieron al final de la Edad Media, se les concedió desde el principio, con determinadas condiciones:

  • La autorización del rey.
  • La obligación de observar la continencia durante el Adviento, la Cuaresma y en determinadas festividades del año.

Los caballeros santiaguistas, con la autorización del Maestre, podían contraer matrimonio y vivir con sus esposas e hijos en los conventos de la Orden.

La Orden de Santiago fundó también conventos femeninos de comendadoras, apelativo utilizado para designar a las monjas. La presencia femenina en la Orden es mayor que en otras órdenes de la época.  Las mujeres asumieron la función de educar a las hijas de los caballeros, aunque hubo algunas mujeres que estuvieron al frente de una encomienda.

Entre las obligaciones de sus miembros se encontraban la misa diaria, rezar veintitrés padre nuestros por día, tomar el sacramento de la eucaristía los domingos y ayunar dos Cuaresmas.

Los conventos

Otro elemento importante de la infraestructura de la Orden de Santiago fueron los conventos, tanto los masculinos como los femeninos.

Además de los conventos para freires de Uclés y San Marcos de León, la Orden tuvo otros conventos en Palas de Rei en Lugo, Palmela en Portugal, Montánchez en Cáceres, Montalbán en Aragón y Segura de la Sierra en Jaén.

La Orden también contaba con seis conventos de monjas, que se denominaban comendadoras en el año 1275.  Se podían alojar las mujeres y familiares de los freires en dichos conventos, cuando éstos iban a la guerra o morían. Las freiras solo profesaban castidad conyugal, pero no perpetua, por ello podían salirse del convento y casarse.

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Los treces

El nombre de trece era dado al caballero nombrado por el Maestre y demás caballeros para algún Capítulo General. En la bula de confirmación de la Orden, expedida por el Papa Alejandro III en el año 1175, se estableció que hubiese trece freires, a cuyo cargo estaría la elección del Maestre y ayudarle con su consejo.

Algunos historiadores afirman que el significado de estos trece se corresponde con el número de los primeros caballeros, que se reunieron para fundar la Orden.  Otros consideran que representa el número simbólico de los doce apóstoles más Cristo. Los Treces constituyen las primeras dignidades de la Orden, después de los priores de Uclés y de San Marcos de León.

Los comendadores mayores de Castilla y de León siempre fueron Treces, aunque no con carácter nato por razón de tales encomiendas, puesto que consta que lo fueron muchas veces por elección como todos los otros.

Su nombramiento era vitalicio, pero se advierten frecuentes renuncias debido a que el cargo conllevaba gran dedicación y responsabilidad por la frecuencia con que se convocaban los Capítulos y la obligación de asistir en sus funciones rectoras al Maestre.

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La falta de un Trece, que se hallara ausente por legítima causa, se suplía mediante otro caballero elegido únicamente para aquel acto y a quien se llamaba enmienda, aunque de este uso no hay referencias anteriores al año 1350.

Por lo común, quienes habían sido enmiendas en el capítulo eran elegidos Treces en propiedad a medida que se producían vacantes. El cuerpo o junta de los Treces se denominaba Trecenazgo.

Los treces asistían a los Capítulos con capas negras y bonetes, y su autoridad y prerrogativas han sido distintas según los tiempos. Fueron fuertemente restringidas por el papa Inocencio IV en el año 1246, a instancia del maestre Pelayo Pérez Correa, y restablecidas más tarde por el Papa Alejandro IV.

Sin embargo, siempre ha estado en vigor la facultad de deponer al Maestre, junto con el Prior, si se juzgase inútil o dañino.

El juramento que realizaba un caballero cuando era elegido Trece era el siguiente:

¿Vos Don... juráis a Dios ya Santa María ya esta señal de Cruz, ya estos Santos Evangelios, que tocáis corporalmente con vuestras manos, que cuando muriese el Maestre, que vos escogiereis persona idónea y suficiente para ser Maestre, que sea para reedificar y para defender y adelantar la Orden y mantener los frailes, según la Regla y Establecimientos de nuestra Orden y que no sea talla destruya?

Sí, juro.

¿Item que si viereis que el Mestre es inútil y pernicioso e incorregible y sin provecho, y que destruye la Orden más que la aprovecha, que vos le depondréis del Mestrazgo, según forma de derecho?

Sí, juro.

¿Item que si alguna cuestión naciese entre él y el Cabildo, que vos intervendréis entre ellos?

Sí, juro.

¿Otrosí, que por este poder que tenéis no obedezcáis menos al Maestre, en tanto que será Maestre, de modo que no le desobedezcáis en contrario de lo que habéis jurado?

Sí, juro.

Este acto se llevaba cabo en una ceremonia pública, dejando entrar al pueblo para que presenciara el Capítulo, y en ella el Maestre daba las gracias por la restitución de las insignias de su jerarquía.

La dignidad de Trece cayó en desuso por mucho tiempo, hasta que se volvió a restablecer, el ocho de junio del año 1906, por la bula papal de Pío X.

Jerarquía

La Orden estuvo formada por tres clases de miembros:

  • Freires o caballeros casables.
  • Caballeros estrechos, de vida más rigurosa, que profesaban el celibato y vivían en comunidad.
  • Los religiosos y religiosas, canónigos regulares o monjes santiaguistas, cuyo cometido era la celebración del culto, la asistencia espiritual de los demás miembros y regentar las parroquias del priorato.

Los primeros tenían por jefe directo al gran Maestre, mientras que los otros vivían bajo la inmediata dirección de sus superiores eclesiásticos y de los priores de Uclés y de San Marcos de León, y bajo la autoridad del gran Maestre de la Orden.

Todos los miembros de la Orden recibían el nombre de freyles para distinguirlos de los miembros de las órdenes religiosas, los frayles

Todos los miembros de la Orden recibían el nombre de freyles para distinguirlos de los miembros de las órdenes religiosas, los frayles. Los freyles religiosos milites hacían la guerra para defender la cristiandad, y los freyles religiosos clérigos se dedicaban al culto divino para pelear mediante la oración, el ayuno, la abstinencia y otras obras religiosas.

Tanto los milites como los clérigos eran verdaderos religiosos. Además de las obligaciones monásticas gozaban también de los privilegios de los monjes, como la exención de la jurisdicción real, exención de la jurisdicción del clero secular y sometimiento directo a la Santa Sede.

Entre los milites existían diferencias:

  • Los llamados comendadores, que administraban una encomienda.
  • Los caballeros, que no la tenían.

Entre los clérigos también existían diferencias:

  • Los priores, que disponían del “beneficio formado”.
  • Los curas o rectores, que poseían “beneficio curado”.
  • Los conventuales, que no poseían beneficio.

Dentro de la jerarquía de la Orden de Santiago, las dignidades inmediatas al gran Maestre eran los Priores de los dos conventos de Santiago de Uclés y San Marcos de León.

La duración de sus mandatos fue perpetua hasta el año 1502, después fue trienal, siendo elegidos por los frailes de la respectiva provincia de forma alternante: el de Uclés en Castilla un trienio por la parte llamada de La Mancha y el otro trienio por la llamada Campo de Montiel.

El de San Marcos en León alternando la provincia de León y la de Extremadura. Por último, desde el año 1794 hasta el año 1844, hubo Priores perpetuos, nombrados por la Corona al igual que los obispos.

Los Oriores, en virtud de las concesiones Papales, usaban roquete, mitra y demás insignias pontificales. Inicialmente, el único Prior era el de San Marcos.

Tras serias disputas suscitadas entre el convento de San Marcos y el de Uclés debido a cuestiones de antigüedad y preeminencia, el conflicto terminó cuando el prior de San Marcos quedó a cargo del gobierno de los conventos de León, Galicia y Extremadura, mientras que los conventos restantes fueron controlados por el prior de Uclés, en cuyo convento debían pasar el año de prueba y hacer la profesión todos los novicios de la Orden.

Los superiores de los demás conventos religiosos tenían igualmente el título de Priores, pero estaban bajo la dependencia de aquellos prelados.

A los priores de Uclés y de León seguían los Trece, luego las grandes cruces de Castilla, León y Montalbán, después los comendadores, y por último los caballeros y frailes, clérigos o religiosos.

De las encomiendas de la Orden dependían hasta doscientos prioratos, curatos y beneficios simples que, con dispensa del Papa, podían darse a personas no religiosas. También existían trece vicarías con jurisdicción espiritual y, por último, se nombraban cuatro caballeros para visitar las cuatro provincias de Castilla la Nueva, León, Castilla la Vieja y Aragón, cuyas facultades se extendían no solo a los demás caballeros, sino a cuantos poseían beneficios en territorio de la Orden.

Sucesión en el maestrazgo

Tras el fallecimiento del Maestre, el prior de Uclés se encargaba del gobierno de la Orden y de convocar a los Trece para elegir un nuevo Maestre. Muchas de las atribuciones que tenían los Trece las perdieron tras la creación del Consejo de las Órdenes, luego de su incorporación a la Corona con autorización del Papa Adriano VI.

La elección del Maestre recayó en un personaje de la familia real, o próximo a la Corte desde el siglo XIV.  La elección era considerada un derecho de la Corona a partir del siglo XV y a lo largo de dicho siglo, el Maestrazgo recayó sobre nobles y validos de los reyes.

Carlos I y Felipe II dieron a la Orden de Santiago la forma que posee en la actualidad: compuesta por un presidente, ocho ministros togados, un fiscal, un secretario, un contador general, un alguacil mayor y un tesorero, con cuatro procuradores generales y cuatro fiscales, correspondientes a cada una de las cuatro órdenes militares de España.


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La Orden Militar de Santiago