jueves. 25.04.2024
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Carga de trabajo para los astilleros de Vigo y Cádiz. Niño Yemení soñando con la paz.

Por favor, queridos amigos, tened presente cuando leáis estos párrafos, manifiestamente mejorables, las tres fotos que los iluminan y explican.

Vender fragatas, misiles y demás material bélico a Arabia Saudí, Egipto, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y demás agresores, debería hacer estallar nuestras conciencias.

Esta guerra no es la nuestra, ni está en Europa. La nuestra es la de Ucrania, aunque mueren los mismos niños en Kiev y en Sana-á. ¡Malditos bastardos!¡Me cisco en todos sus responsables! Si los atrapo, lo van a lamentar.

¡Cómo se parece esta criatura a mi nieto más joven: Mateo, 8 años! Traed, urgentemente, una almohada de plumas para este niño. ¡No veis, la orejita y la carita derecha sufren entre los adoquines!

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Este otro niño yemení, mira aterrorizado el Armagedón. Escruta la dimensión cruel y miserable de la destrucción. Un misil o una bomba ha destruido el edificio en el cual se resguarda, sus ojos expresan la desesperación, el horror de una guerra interminable. Sus ojos brillantes, a punto de llorar, nos interpelan y nos exigen una acción internacional que ponga fin a su sufrimiento, a su dolor, a su derecho a la paz, a jugar y educarse en libertad. ¡Traed, inmediatamente, la seguridad y la paz para erradicar el horror de estos ojos infantiles!

¡Se parece tanto, este niño, a mi nieto mayor: Carlos, 10 años!

Os imagináis que ese edificio haya sido destruido por un artefacto eyectado desde una máquina de guerra producida y vendida por nuestro país-España, fragatas y misiles-, a una coalición bélica agresora, déspota e insensible a la muerte, las graves heridas, las amputaciones y los trastornos psíquicos de una población civil, constantemente, amenazada.

¡Malditas sean nuestras contradicciones: tenemos carga de trabajo para nuestro complejo industrial-militar –trabajo, salarios, desarrollo regional y local, bienestar social para los nuestros–; pero violamos los derechos humanos, incluidas víctimas infantiles!

Recordando a Miguel Hernández y parafraseando sus versos: ¿quién salvará a estos chiquillos, menores que un grano de avena? ¿De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena? ¡Qué salga del corazón de los trabajadores de la industria armamentística, que antes de ser hombres son y han sido niños pacíficos!

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¡Muera la guerra! ¡Justicia y castigo para los criminales!

Carga de trabajo