viernes. 29.03.2024

Aquel día de 1301 el maestro Giotto estaba en su estudio de pintura cuando escuchó ruidos en la calle y salió para ver que sucedía.

Atónito vio en el cielo un cometa con su estela fugaz; era el cometa Halley que nos visita aproximadamente cada 75 años. Durante los siguientes años trabajó en los frescos de la capilla de los Scrovegni en Padua, en las escenas de la vida de Jesús de Nazaret; cuando pintó la escena de los Reyes Magos no lo dudó ni un momento y al pintar la estrella de Belén dejó retratado el cometa Halley; es considerada una de las principales obras de arte.

1986 fue el último año que se aproximó el cometa y no volverá hasta 2061; por ello, a modo de Halley Armada, se lanzaron 6 sondas espaciales no tripuladas para que se aproximaran al Halley, dos japonesas (Sakigate y Suisei) dos soviéticas (Vega 1 y 2), una norteamericana de la NASA (ICE) y una Europea.

La norteamericana no fue capaz de aproximarse al cometa y las sondas japonesas y soviéticas apenas se pudieron acercar a decenas de miles de kilómetros del cometa, fracasando.

Sin embargo, la Europea fue capaz de aproximarse al núcleo del cometa hasta 500 kilómetros, distancia que en la tierra es como cuando dos personas están sentadas juntas y se miran a los ojos; no contenta la sonda europea quiso abrazar la estela fugaz del cometa y la atravesó.

En ese momento la cámara de la sonda Europea pudo captar bien el cuerpo del cometa y su estela en un encuentro tan intenso que en un momento se perdió la imagen porque las partículas del cometa destrozaron la cámara y en el abrazo dejó maltrecha a la sonda Europea que aun así pudo retornar.

Aquella sonda tenía el nombre del genial Giotto, aquel pintor que siglos antes observó atónito al cometa, imagen que quedó en su retina y con la cual debió soñar hasta que lo retrató con sus pinceles. 

Giotto, la Navidad y el cometa Halley