Gianni Vattimo (Italia, 1936) es una referencia imprescindible para comprender el pensamiento de nuestro tiempo, “uno de los exponentes filosóficos más comprometidos con la praxis libertaria de la hermenéutica crítica, su historicidad y su futuro”, en palabras de Teresa Oñate, catedrática de filosofía de la UNED y traductora de los últimos trabajos de Vattimo como “Alrededores del ser” (Galaxia Gutenberg, 2020) o, junto con Paloma O. Zubía, la recién presentada “Ser, historia y lenguaje en Martin Heidegger” (Fénix Filosofía, 2022).
Este pasado ocho de marzo, el filósofo italiano dictó la conferencia inaugural en el congreso “Pensar nuestro tiempo: Modernidad/Postmodernidad”, organizado por la Cátedra Internacional de Investigación en Hermenéutica Crítica HERCRITIA y la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades de la UCLM-Cuenca, en cuyo campus se está celebrando este encuentro y en el cual Vattimo estuvo acompañado durante su exposición por su discípula, la filósofa española Teresa Oñate. Este congreso fue además el ámbito elegido por el pensador turinés para presentar su última obra traducida al español. Por tanto, un momento ideal para poder escuchar de primera mano las reflexiones del pensamiento del mayor filósofo vivo de nuestro tiempo.
Como dice Josep Ramoneda en el prólogo de su último libro, Vattimo “con el «pensiero debole» pretendió denunciar la conversión de los principios de la Ilustración en verdades absolutas de una modernidad agotada por su propia historia”. En un tiempo que debería ser de sinergias interdisciplinares, de comunidad y no de competitividad docente e investigadora, Vattimo es una de esas inteligencias comprometidas con reducir el enorme dolor innecesario que arrasa nuestro mundo.
Entender que el mundo siempre es interpretado significa vivirlo contextualmente, debilitando la violencia perentoria de los realismos
“Entender que el mundo siempre es interpretado significa vivirlo contextualmente, debilitando la violencia perentoria de los realismos”, reflexiona Vattimo, practicando sobre su mismo pensamiento el concepto de que la filosofía es por definición una obra abierta: “para poner a rodar el pensamiento, nos sabemos herederos de Gadamer y de Heidegger. De esta tradición nace una teoría temporal de qué significa Ser: el pensamiento débil (no porque sea débil el pensamiento en sí, sino porque no violenta al Ser mismo)”. Así, “pensar nuestro tiempo” es una cuestión de interpretación, pues participamos en el tiempo en la medida en la cual lo interpretamos. Hablamos no de un Ser eterno e inmutable, sino de una comprensión del mismo que lo presenta como expuesto, atento siempre a la condición histórica de su aparecer”.
En este contexto, “la hermenéutica crítica tiene el lugar más importante entre las corrientes que nacen en el siglo XX y tiene una dimensión teológica y ontológica, pero siempre abierta al otro y a lo otro. La verdad no es absoluta, es histórica y tiene que ver con la presencia del otro y de lo otro que nos interroga, nos apela y nos interpela en términos de caridad, de cuidado, de escuchar al otro que lo necesita y que necesita el reconocimiento de que se le escuche desde su propia diferencia, pensando además en su futuro, en el futuro del otro. Esto tiene dimensiones escatológicas, de redención y de salvación, pero no en términos metafísicos, sino en términos de comprensión del Ser como transformación que está en la vida”.
Vattimo invita a reflexionar sobre el sentido de la hermenéutica, “pensarse en el tiempo, en la historia. El tiempo cambia, los siglos pasan; nosotros incluso, obviamente. Es muy importante afrontar la cuestión de nuestro tiempo desde el punto de vista de una hermenéutica crítica”. En este sentido la gran pregunta es acerca del significado de pensar nuestro tiempo como algo que no está dado, ni puede pensarse fijo, “al contrario es algo histórico y donde se da la llamada del Ser: que es un Ser que se nos ofrece en un pensamiento débil, por tanto no un pensamiento de la fuerza, sino un pensamiento abierto a la transformación, al contexto, a la historicidad y a la no violencia”, continúa Vattimo.
Algo que, según el pensador italiano, “ya lo encontramos en Heidegger, en el que hay una decisión sobre la ocasión del Ser, lo que el Ser nos ofrece, pero se ofrece a un pensamiento débil, abierto a la transformación, al contexto, a la historicidad y a la no-violencia”.
De ese punto brota lo que Gianni Vattimo inauguró como pensamiento débil, “que inspira a un ser abierto a la transformación, a la historicidad, a lo que pasa y a lo que se ofrece. Pensar el tiempo es situarse en la situación histórico-cultural que nos pertenece; es una manera de estar en el mundo. No se presenta como impositivo, como algo que se impone como verdad absoluta, que quiere ser afirmada con violencia y mediante la fuerza”.
Se trata, en cambio, de un pensamiento débil que se ve a la perfección, según el propio Vattimo, en el caso del cristianismo del papa Francisco, “un cristianismo que acepta sus límites y se presenta como más caracterizado por la caridad que por la Verdad absoluta. Nuestro tiempo es esto: una presencia de la verdad como caridad, como escucha del otro y de su discurso, sin la pretensión de tener la verdad absoluta, sino buscando la apertura al otro. El otro es la única manera que hay para encontrar a Dios: está en la presencia del otro que nos interpela, nos habla. Me parece un síntoma precisamente de pensar nuestro tiempo”.
Conversador amable y lúcido, Vattimo ilustra sus reflexiones con ejemplos del mundo contemporáneo, “como corresponde a un ser que habita en la experiencia”, regresando a las palabras de Ramoneda en el prólogo citado, “con capacidad para compartir espacios forzosamente precarios, asumiéndolos como una contingencia y una posibilidad y no como una ley absoluta”. Un “Pensar nuestro tiempo” que tiene una dimensión “ontológica, pero no absoluta, sino abierta al otro, el cual nos interroga, interpela, siempre en términos de caridad y cuidado”, en palabras de Vattimo, “y que se basa en la escucha al otro que necesita el reconocimiento desde su propia diferencia. Esto tiene dimensiones escatológicas, de salvación, pero no en términos metafísicos, sino de comprender el Ser como acontecer: que está en la vida, que siempre es histórica y que sucede en cada uno de los días”.
La interpretación del pensamiento de nuestro tiempo se realiza según aquello que aprendemos del otro
Por lo que considera que “la interpretación del pensamiento de nuestro tiempo se realiza según aquello que aprendemos del otro. Este otro es algo siempre histórico. Es más, el futuro es justamente lo otro si hablamos en términos escatológicos, del final de la historia. El Ser no es algo que está, sino que acontece y que no pasa siempre de la misma manera. Y ¿dónde acontece? En nosotros, en nuestra comunicación, en nuestro diálogo”.
Conversador nato, ha reconocido en más de una ocasión que su pensamiento (o la filosofía que cultiva) “está más bien regido por una lógica de la conversación que por una lógica argumentativa cerrada”, por lo que se torna inevitable regresar a uno de los temas principales que nutren sus reflexiones recientes, la transformación de la Iglesia que está aconteciendo hoy con Francisco. “Considero que es posible salvar lo religioso si se realiza a través de la caridad. Esto se ve, por ejemplo, cuando el papa Francisco invita a cada uno a rezar desde su creencia. Francisco cree que puede haber una salud fuera de la Iglesia a través de la caridad, del amor al prójimo”.
Tal transformación es interpretada por Vattimo como «pensiero debole», puesto que no ve la alteridad del otro como negativa, sino como el Ser mismo de Dios que se presenta en el otro. “Previa a esta transformación, se encontraba antes la simbología del Antiguo Testamento, que hablaba de un Dios que se esconde, que se presentaba a través de símbolos porque de fondo estaba la concepción de que Dios no puede ser reconocible, visible, porque entonces no sería Dios. El Ser nunca se da como un objeto, sino que se da a interpretar en los otros y por los otros”.
Una interpretación que, según el propio pensador turinés, discípulo de Hans-Georg Gadamer, “posibilita un ecumenismo de la diferencia marcado por la comprensión del otro; una historia universal que no fuera colonialista; un Dios que no fuera objeto; un cristianismo que no fuera dogmático”.
Interpelado sobre si se puede reducir toda la moral cristiana a la negación de la violencia, Vattimo afirma su apuesta decidida por “reducir la violencia contra el Ser, por reducir todo aquello que se establece como imposición y como amenaza. Dicho de otro modo, apuesto por un debilitamiento de la violencia”.
Mercedes López y José An. Montero