viernes. 29.03.2024

El 14 de septiembre se ha inaugurado en el antiguo Palacio de Correos de la capital madrileña una curiosa exposición titulada La Galaxiarural: Ciudad adentro. Allí se nos propone una visita guiada por tres cicerones que nos introducen por los recovecos del hábitat moderno. La ciudad no es algo de lo que pueda hacerse un plano, porque excede con mucho lo que pueda captar una maqueta de un estudio arquitectónico. Desde siempre importaron más las interacciones de los ciudadanos que sus habitáculos. La vida de pueblos y barrios es lo que conformaba nuestro carácter. Ahora esta realidad se ha hecho mucho más compleja y hay que tener en cuenta múltiples dimensiones. 

Para captar esas nuevas perspectivas se han escogido tres lenguajes universales: filosofía, música y poesía. De alguna manera el cine también está presente a través del documental que sirve de compendio a la exposición y recoge sendas entrevistas con los tres protagonistas del evento, a quienes une su mirada original y una dilatada trayectoria de considerables aportaciones desde sus propios campos. Los sonidos que nos rodean y que son inapreciables en una grabación, la transcripción pictórica de un poema o la reflexión sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra cotidianeidad son otros tantos hilos conductores de la exposición. 

Se presentan paneles con diferentes ideas que sustancian el itinerario filosófico, poético y musical de las tres figuras escogidas, acompañadas de magníficas ilustraciones que las trasladan a espléndidas imágenes. Ciudad adentro en la Galaxia rural es un viaje apasionante a los confines de nuestro universo, gracias a tres de los instrumentos que nos permiten explorar ese perímetro ignoto. Por eso se nos habla de sherpas que nos conducen hasta las cumbres del macizo. Desde allí por eso contemplar los valles y ríos que solemos frecuentar sin darnos cuenta. 

La vida de pueblos y barrios es lo que conformaba nuestro carácter. Ahora está realidad se ha hecho mucho más compleja y hay que tener en cuenta múltiples dimensiones

José Tono Martínez es el mago que ha empleado un par de años en brindarnos este regalo cultural retrasado por la pandemia. Por supuesto hay muchas más personas implicadas en esta gran aventura. Sus protagonistas son el artista sonoro Llorençs Barber, la poetisa transeúnte Noni Benegas y el matemático y ajedrecista reconvertido en filósofo Javier Echeverria, exdirector del Instituto de Filosofía del CSIC. 

El primero es un músico heterodoxo que ha recorrido centenares de ciudades para captar por ejemplo el sonido de sus campanarios en iglesias contiguas. En la exposición también hay un juego infantil en donde al pisar los zócalos va haciendo a cada vez una melodía diferente. Rousseau hubiera celebrado esta forma de hacer música, que acaso hubiera sido compatible con su anotación alternativa. Durante las horas pasadas en distintos hoteles, Barber transcribe en algo similar a las partituras musicales la impresión que le causa una u otra ciudad, articulando una especie de retratos acústicos.


Nacida en Argentina, Benegas salvó su vida de milagro y está experiencia le hizo particularmente sensible a temas muy sensibles, como la invisibilidad del género femenino o la de los colectivos homosexuales. De ahí que su producción poética pretenda hacer oír a las mujeres y a quienes se ven preteridos socialmente por sus preferencias sexuales. También le desconcierta la vertiginosa velocidad adictiva que tienen las nuevas formas de comunicación entre los más jóvenes y se le antoja esencial reivindicar las bonanzas de la lentitud. 

Para Echeverria resulta impensable vivir sin jugar, porque la vida es juego y los juegos juegos son. La exposición presenta piezas curiosas en su mostrador, como ese prólogo redactado por Fernando Savater para el libro sobre el juego que se publicaría algunos años después o fotos de la desconocida etapa como ajedrecista del pensador navarro galardonado con el primer premio Euskadi de investigación en humanidades y el Premio Nacional de Ensayo. Su trilogía sobre Telepolis, Cosmopolitas domésticos o Los Señores del Aire fueron anunciando problemáticas que ahora nos parecen evidentes, tal como ahora hace con el concepto de tecnopersona.

Galaxia rural: vislumbrar la Tebas del futuro