miércoles. 24.04.2024
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Fotografía de María Ramos

“Yo soñaba con clavo y canela. Me despertaron pa’ darme el castigo”, con esta letra que hizo eterna Manolo Caracol, cerraron su concierto Los Planetas y El Niño de Elche la primera noche de La Mar de Músicas Auditorio del Parque Torres con el nombre de Paco Martín. 

Un concierto que es un nuevo principio tras un año de parón, tras las ausencias, encontrando también en el interior el reflejo de esa rica diversidad cultural y sonora que significa arribar al puerto de La Mar de Músicas. Mirar atrás, a la raíz, al horizonte, mirar y mirar para descubrir nuevas lecturas, nuevas conexiones, nuevas complicidades mestizas y errantes. 

En ese mezclar para encontrar nuevos significados, en ese mirar hacia atrás para rebuscar en el pasado las huellas heterodoxas que los poderosos quisieron borrar, en ese cortocircuito que provoca pararse a pensar el slogan andan sumergidos Los Planetas y el Niño de Elche. Removiendo el fondo de la ciénaga hasta manchar el mármol de los palacios. 

La historia de la música está repleta de renglones torcidos que se enderezaron al ritmo contundente del desfile ideológico

La historia de la música está repleta de renglones torcidos que se enderezaron al ritmo contundente del desfile ideológico El proyecto Fuerza Nueva, emborrona los renglones para que forcemos la vista convirtiendo el himno en letra difusa y el slogan en farfulleo ininteligible. Abierto el camino por el maestro Morente con Lagartija Nick, continuado por Los Evangelistas o el propio Niño de Elche con Exquirla, Fuerza Nueva es un paso natural más en la fusión de energías creativas poderosas. 

En estos tiempos en los que asistimos a apropiaciones ideológicas y cambios de significados que arrasan en las urnas, dejando confusos a quienes lucharon por banderas ahora ven ondear en las líneas enemigas, la propuesta de Fuerza Nueva no es sencilla ni obvia y en más de una ocasión ha sembrando de perplejidad la trinchera propia, si es que hay alguna trinchera propia para este proyecto con tantas aristas.

Sobre un escenario poblado de capuces blancos, cada uno de los poderosos temas del repertorio adquiere vida propia en las hipnóticas proyecciones que enmarcan una puesta en escena en la que las luces construyen universos de potente carga poética. Hieráticos sobre el escenario, como si de un paso de penitentes se tratara, el Niño de Elche sujeta los mordaces comentarios con los que adorna sus conciertos y se une al cortejo procesional al ritmo de un magistral Eric Jiménez a la batería. Muy Planetas y muy Niño de Elche a la vez, algo que sólo pudo vislumbrar una mente poética en algún sueño lúcido y que es capaz de alcanzar cotas inimaginables en temas como El novio de la muerte o La canción de los gitanos. 

Si hace unas semanas prometía al propio Paco Contreras (Niño de Elche) acudir al paso de la oca a escuchar en directo este “proyecto musical de corte fascistoide que se vino a bautizar con el sobrenombre tan grosero como ridículo de Fuerza Nueva”, al salimos del Auditorio Paco Martín sumergidos en la perplejidad de oirle cantar “¡Con la pistola, hermanos proletarios!” en mitad de una iluminación rojigualda. El cortocircuito aún sigue haciendo efecto. Benditos, bienaventurados, nobles, santos de cualquier tipo de santidad, venerables, apreciados y perdonados de cualquier exageración sean los espíritus impuros.

Fuerza Nueva, bendita perplejidad