viernes. 19.04.2024
Elisabeth-Roudinesco
Elisabeth Roudinesco, autora de la biografía de Sigmund Freud. Fotografía Nacho Goberna © 2015

lecturassumergidas.com | @lecturass | “Freud en su tiempo y en el nuestro” es el título de una biografía sobre el padre del psicoanálisis. La entrega, firmada por Elisabeth Roudinesco, que con anterioridad había abordado la biografía de otro psicoanalista célebre, Jacques Lacan, está llena de curiosidades, de aproximaciones a un personaje complejo, que ha sido interpretado, admirado y vilipendiado de múltiples maneras por estudiosos de todo el mundo. La apertura reciente de una parte importante de los archivos que se conservan en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca del Congreso de Washington, le ha permitido abrir nuevas puertas de un legado inmenso, compuesto de unos veinte volúmenes escritos, más de trescientos artículos, una gran cantidad de notas, agendas, dedicatorias, anotaciones en las obras de su biblioteca, unas diez mil cartas conservadas, textos acerca de más de cien pacientes, intervenciones y entrevistas…

En todo ese material se ha sumergido la historiadora para, una vez interiorizado, dar a los lectores la impresión de que conoció a Freud y se cruzó con él por las calles de Viena o de cualquier otra ciudad, tal vez en ese prometedor cambio de siglo, ajeno a las catástrofes que se avecinaban, cuando “Freud apenas tenía conciencia de ser el hombre de un tiempo en que los estados de ánimo se habían convertido en objeto de apasionamiento para una generación obsesionada por la introspección”.

“La historia de Freud es la historia de una comunidad, de todo un mundo”, señala la biógrafa, refiriéndose, una y otra vez, a la voluntad de cambiar el mundo que animaba a “esa comunidad de hombres, todos judíos, a excepción de Carl Gustav Jung, que rodearon a Freud y que deseaban explorar y cambiar el alma, del mismo modo que los socialistas buscaban la transformación de la sociedad”.

 “Los primeros freudianos, socialistas, comunistas y sionistas iban tras la conquista de una tierra prometida. En todos hay un lado mesiánico, utópico. Por eso son tan interesantes sus comienzos”, explica la autora. 

Lo que consigue demostrar su biografía es que el padre del psicoanálisis no puede ser comprendido sin el contexto de su época, sin Viena. “Hoy la relectura histórica es necesaria para organizar la clínica, en concreto el conocimiento de los distintos casos y análisis. Es tan importante como entender la forma en la que Freud contaba los relatos de sus casos”, explica la autora, convencida de que, pese a todo, la leyenda negra en torno a su figura va a continuar. “No veo por qué se iba a detener: Sartre, Freud, Darwin, Einstein y hoy, en un periodo tan regresivo como el nuestro, personajes como Michel Foucault, tratado por sus detractores casi como si hubiera inoculado el sida a la civilización, siguen siendo demonizados, víctimas de teorías conspirativas”.

“Siempre hay fuerzas reaccionarias frente a los creadores, científicos, pensadores universales”, argumenta esta mujer vehemente, entusiasta de su trabajo que carga contra las biografías que buscan, por encima de todo el escándalo. “No estoy en contra de ello, pero siempre que los hechos revelados sean ciertos. Si yo hubiese encontrado pruebas de que Freud fue incestuoso o nazi lo habría dicho, pero no he hallado nada de eso. Creo que son malos editores los que fomentan ese camino”, alega.

“Freud nos puede enseñar a comprender los males de la civilización”, declara la biógrafa. “Ahora estamos en una crisis europea que se parece mucho a la de hace un siglo, con un aumento de los nacionalismos que amenazan la Ilustración. Freud es de los pocos que entendió la voluntad de autodestrucción del hombre por sí mismo y la capacidad de luchar contra ello. En ese sentido es muy moderno. Es un clásico que nos permite reflexionar sobre la modernidad. Sólo el acceso a la civilización, a la cultura, mediante la sublimación, pueden salvar al ser humano y a las sociedades de su tentativa de autodestruirse. Sólo la capacidad de vivir en sociedad y de comprometerse, en nombre de un ideal común, puede llevar al bienestar para todos. Esas ideas, que están en la base de una de las obras fundamentales de Freud, El malestar de la cultura, deberíamos tenerlas ahora muy presentes”...

 por Emma Rodríguez


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Freud entendió la voluntad de autodestrucción del hombre