jueves. 28.03.2024

FRANCO
“Jesús, tú que transformaste el agua en vino, haz que Filek convierta el agua en gasolina”

Estafa a toda la sociedad

Lo extraordinario del caso de Filek, no es solo que timara a Franco y a su consejo de ministros al unísono franquista, incluido su ministro de Industria y Comercio, Alarcón de Lastra, sino que la prensa de la época no dijera ni una sola palabra sobre dicha estafa, ni investigara acerca de la fabricación fabulosa de “un combustible sintético” cuya composición producía risa nada más oír pronunciar sus elementos. No solo Albet von Filek engañó a toda “la inteligencia franquista de la época”, sino que la prensa, adicta al régimen, tan cobarde como sumisa a los dictados de Franco, también estafó a la sociedad por su descomposición moral y nula deontología. Esos periodistas perdían el culo si se trataba de investigar cualquier delito protagonizada por los rojos, pero se retraían como cangrejos de agua dulce el protagonista tenía nombres de prosapia franquista.

Lo confirma quien hace cuarenta años, buscando información en archivos y hemerotecas sobre el racionamiento durante el primer franquismo (1939-1952), se encontró con la historia de Albert von Filek. Los periódicos del Estado anunciaron la buena nueva del invento desde finales de diciembre de 1939 y ahí se mantuvo hasta febrero de 1940, aunque su trama venía fraguándose desde que el estafador pisó suelo patrio en 1931, procedente de Italia, donde ya había dejado pruebas de su gran ingenio para desplumar al ingenuo que se le pusiera a tiro.

La imagen que arrojaba la prensa de este Filek era la de un regalo de la Providencia, inventor genial, en posesión de una inteligencia superior, de grandes dotes persuasivas, políglota -hablaba español, inglés, francés, portugués, alemán, húngaro y esloveno-, y, cómo no, era un tipo que, aunque nacido en Austria, amaba a España más que Espartero a su caballo. Y, por supuesto, estaba adornado por una honradez a prueba de cualquier soborno bajo manga, que es lo solía decirse de todos los mangutas profesionales.

filekA partir del 12 de febrero de 1940, todo se volvió silencio alrededor de su figura. Y el lector que esperaba un final a su historia seguía hurgando en la hemeroteca preguntándose qué había sucedido con dicho combustible milagroso y su inventor, gloria y prez de la Patria. Al tiempo, fue preciso leer entre líneas para saber en qué había terminado aquella buena nueva que había vuelto catatónico a Franco y a su séquito, una tarea que se volvió imposible de dilucidar durante el franquismo, quedándonos únicamente con lo más aparente, sin llegar a conocer las causas reales del fin de aquel fraude. Si el estafador hubiera sido un rojo, habríamos conocido hasta los tatuajes que llevaba pintados en el perineo. Solo la prensa extranjera y la clandestina fueron las únicas agencias que informaron del hecho, pero, ante la falta de información directa, quedaron muchos cabos sueltos. Incluso, hoy mismo, es preciso hacer una investigación exhaustiva en distintos archivos nacionales y extranjeros para recomponer su historia, como lo ha hecho Martínez de Pisón en su novela, gracias al cual se conocen multitud de noticias acerca de tan variopinto estafador. Y, si lo desea, conocerá el paso de Filek por la cárcel durante la II República, abriendo su información delictiva en el Archivo General de la Administración (AGA).

La razón de este silencio, tanto del gobierno como de la prensa, era más que obvia: el Dictador se hubiese convertido en el hazmerreír del cosmos mundial, que ya lo era. El ministerio de Gobernación obligó a la prensa a guardar un completo silencio sobre el gran timo. Y si Franco no fusiló a este timador, como era lo preceptivo, lo fue para no dar notoriedad al caso. Además, como estafados figuraban el propio Serrano Suñer, el ex ministro de Industria y Comercio, Suances, y más de un alto cargo del régimen que cayeron en las redes de tan listo malandrín.

Los aspectos claves de cómo se llevó adelante esta gran estafa, quiénes participaron como tontos útiles en el proceso, cómo se rindió a sus pies un gobierno, el segundo franquista, y cómo la prensa de la nación renunció a su labor sometiendo su inteligencia al dictador, es materia sujeta a secreto del sumario. Ni, por supuesto, se sabe cuántos miles de pesetas se llenaron algunos bolsillos.

Sí queda clara la idea que estampó en sus Memorias quien fuera ministro de Hacienda en este segundo gobierno franquista, José Larraz. De Franco dijo: “En su pasión por los grandes proyectos de obras públicas, el general me hacía evocar a Julio Verne. ¿Cómo precisaría yo la clave de cultura económica de mi ilustre interlocutor? Aquello no tenía sabor universitario, ni siquiera de Escuela de Comercio; tampoco era la visión experimental de un banquero, o de un hombre de negocios. Aquello era la cultura económica de un bizarro capitán de Estado Mayor, recién salido de la Escuela de Guerra”.

¿Y en cuestión de hidrocarburos? Mejor dejarlo, aunque es evidente que un presidente o jefe de Estado no tiene por qué saber ni de hidrocarburos o de aminoácidos, así que la pregunta seguirá siempre ahí: ¿quién convenció al Caudillo de que aquella agua del Jarama mezclada con variopintos elementos era gasolina transparente? Y no sólo: ¿quién le convenció de que aquello era una tomadura de calvicie?

Aunque han transcurrido ochenta años del evento, el enigma sigue sin resolver.

Autarquía y petróleo

Los efectos de la Guerra Civil en materia de carburantes, como en todos los órdenes de la economía, social, político y cultural, fueron devastadores.

Económicamente, el régimen optó por la autarquía: cierre del mercado exterior e intervencionismo absoluto del Estado. Aunque lo hubiera pretendido, el régimen lo habría tenido muy crudo, pues la inmensa mayoría de los países democráticos decidieron cortar cualquier relación con España. Desde 1940 a 1952, España entró en el racionamiento, es decir, en los años del hambre, de las cartillas, del mercado negro y del estraperlo. Y de la corrupción a gran escala.

Uno de los grandes problemas de este sistema autárquico fue la falta de petróleo, sin el cual, gran parte de la economía difícilmente podía despegar. De ahí la urgente necesidad de hacerse con una fuente de dicha materia fuese como fuera, incluso agarrándose a alguna fórmula digna del capitán Nemo.

Pese al panorama desastroso del país, los gerifaltes franquistas se sintieron orgullosos de lo bien que lo estaban haciendo; algo que no compartía el ministro Larraz lo que, finalmente, le llevó a presentar su dimisión. En cambio, el fascista José María de Areilza, conde de Motrico, después de señalar que “el Nuevo Estado subordina lo económico a lo político” -así pasó lo que pasó-, afirmaba que “decir autarquía es como decir puesta en tensión de todos los recursos nacionales, impulsar el genio inventivo de la raza, la habilidad manufacturera de los trabajadores, la capacidad productora de los empresarios y de los técnicos”.

Era el correlato servil a lo que el Dictador había declarado en 1938: “España es un país privilegiado que puede bastarse a sí mismo. Tenemos todo lo que hace falta para vivir y nuestra producción es los suficientemente abundante para asegurar nuestra propia subsistencia. No tenemos necesidad de importar nada. La España liberada tiene riqueza, medios, trabajo, orden y entusiasmo para vivir así años, lustros, siglos". (1)

Solo le faltó decir que España era lo más parecido al Edén.

Existieron autarquistas tan desaforados que no dudaron en proponer soluciones surrealistas a los problemas causados por la falta del suministro de carne y pieles de vacuno, como fue la fascinante idea de criar conejos en todas las granjas del país; de sustituir la falta del algodón con la plantación de grandes cantidades de moreras para criar millones de gusanos de seda, así como diversos productos para fabricar pasta de papel. La prensa se hizo eco de un reportaje donde se aplaudía el cultivo de gusanos de seda de este modo: “Espléndida cosecha de gusanos de seda en Murcia” y con este contenido: “A más de tres millones y medio de pesetas se elevará el importe de la espléndida cosecha de seda, con beneficio exclusivo de millares de familias huertanas dedicados a la cría de simiente". (2)

Sin embargo, la propuesta más rocambolesca fue de Alberto Ullastres, entonces gobernador de Málaga, quien llegaría a ser ministro de comercio. A este falangista, casado con una prima de José Antonio, se le ocurrió aconsejar para aliviar el problema del hambre “hacer bocadillos de carne de delfín". (3)

No es de extrañar que en este contexto se desatara una verdadera paranoia con el petróleo, producto que consideraron que en el suelo patrio existía en abundancia.

Cuando creyeron haber encontrado la fórmula mágica para su producción, soñaron con que iban a convertirse en los dueños de la economía mundial, con la excepción de algunos escépticos, pero estos callaron fuera por servilismo o por miedo al General, repitiéndose así el argumento del cuento El traje del emperador.

Dos decretos que abrieron la veda

Terminada la guerra, el Boletín Oficial del Estado publicó un decreto sentando la idea de la necesidad de incentivar la iniciativa privada tendente a la producción de carburante. El decreto firmado el 7 de diciembre de 1939, pretendía abrir paso a lo que previamente se había acordado entre altos miembros del régimen franquista y el propio Filek y “Cía”, y de la que no aflorará ningún nombre.

De hecho, en el mismo decreto se decía que “la patente del 16 de marzo de 1935, de Filek, sería considerada de interés nacional, y se aplicarán todos los expedientes que fueran necesarios para llevar adelante con el desarrollo y aplicación del invento de Filek”.

Para culminar la jugada, el Boletín Oficial, 15 de diciembre de 1939, con la firma de Franco y del titular ministerial, Luis Alarcón de Lastra, publicó otro Decreto en el que ya se disponía “con declaración de urgente las obras de instalación de la Fábrica de Carburante Nacional, del que es inventor don Alberto Elder von Filek”.

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Las altas esferas de la administración franquista estaban dando a Filek todas las facilidades del mundo para perpetrar su estafa. Eso se debía a los estafados pretendían sacar tajada económica del timo y, dada su ignorancia en la que estaban instalados en materia de carburantes, no solo fueron ellos mismos los timados, sino que, como una bola de nieve, el timo se extendió a la población, gracias a la prensa, que nunca investigó el invento.

Se trataba de una estafa cuya responsabilidad final había que endilgarla completamente al consejo de ministros, que no mostró ninguna contrariedad a dicha concesión y que, incluso, en algunos de ellos que no creían en dicho combustible, caso de Larraz, no dijeron ni una palabra en contra. Silencio lógico, si dicha propuesta fue presentada al consejo por Serrano Suñer, apoyada por Franco y por el ministro de industria Alarcón de Lastra, aunque se tratara de tres inteligencias completamente ayunas en conocimientos de hidrocarburos.

Aquel consejo de ministros estaba formado por Joaquín Benjumea Burín (Agricultura y Trabajo); Juan Yagüe Blanco (Aire); Juan Luis Beigbeder Atienza (Asuntos Exteriores); Educación (José Ibáñez Martín); José Enrique Varela Iglesias (Ejército); Serrano Suñer (Gobernación); José Larraz López (Hacienda); Domínguez Arévalo (Justicia); Alfonso Peña Boeuf (Obras Públicas); Pedro González Bueno (Organización y Acción Sindical): Agustín Muñoz Grandes (Secretario General del Movimiento), Pedro Gamero del Castillo (sin cartera); Rafael Sánchez Mazas (sin cartera).

Digamos que Luis de Alarcón de la Lastra, ministro de Industria y Comercio fue cesado el 16 de octubre de 1940. Lo sustituyó Demetrio Carceller Segura, ingeniero industrial, que sabía de carburantes más que el propio Filek. No en vano había ejercido como director del Monopolio de Petróleos y era subdirector de Campsa. ¿Qué importancia tuvo Carceller en el cese del ministro y el caso Filek?

Probablemente, toda, como tendremos ocasión de ver.

filek 2Un inventor llamado Alberto von Filek

El gran ingenio capaz de producir semejante combustible milagroso fue Albert von Filek, presentado como “ingeniero austríaco”, cuyo título académico jamás se mostrará.

Currículum

Nació el 27 de marzo en 1889, en Tschöran (Austria) y dijo llamarse Albert Eduard Wladimir Fülek Edler von Wittinghausen. Le gustaba presentarse como descendiente de la aristocracia, alardeando de tener en la familia generales y mariscales pertenecientes al ejército imperial. Afirmaba haber sido antiguo capitán de artillería hasta que lo licenciaron en 1918. Nadie se preguntó qué hacía un tipo con este currículum en la España republicana, donde aterrizó en marzo de 1931, fecha a partir de la cual comenzó a realizar sus estafas. Cuenta Martínez de Pisón que la primera de sus víctimas fue Gonzalo Leyra.  Filek lo engañó con un “nuevo procedimiento de soldadura para metales por medio químico”, que ese fue el nombre que figuró en el Registro de Propiedad Industrial. (4)

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Fue la agencia Cifra (EFE) quien, el 8 de febrero de 1940, distribuyó en la prensa la biografía de Herr Filek. Exactamente, a partir del momento en que el régimen aceptó la oferta de su invento y la instalación de la fábrica vía Decreto par empezar su producción que nunca tuvo lugar.

Hay que añadir que la fórmula del invento, Filek ya la tenía “imaginada desde 1918 y formulada en 1934”. Solo faltaba que los demás lo creyeran y le prestasen dinero para registrar su patente.

Su currículum era más falso que un euro de cinco pesetas, pero a ver quién enmendaba la plana a la prensa del Movimiento. Su comienzo resultaba de lo más patriótico.

“El inventor del carburante, el señor don Alberto Elder von Filek, austríaco de nacimiento, es español de corazón y ha sufrido martirio y persecuciones en las checas y en las cárceles de Madrid. Tiene ahora cincuenta años. Llegó a España en marzo de 1931 y el 10 de agoto de 1936 es detenido en Madrid, acusado de auxilio a la rebelión.

suñerHasta el 10 de marzo de 1939 permanece en la prisión denominada del Duque de Sexto. Durante la sublevación comunista recorre las cárceles y checas de Porlier, Fomento y Cárcel Modelo”. En esta cárcel, Filek convivió con derechistas y falangistas prisioneros; entre ellos, Serrano Suñer, relación que estará en la base de todas las sospechas tendentes a establecer que el cuñadísimo fue quien hizo de intermediario de Filek en las altas esferas de la administración, incluido el Dictador. Lamentablemente, Serrano Suñer no habla para nada en sus memorias de Filek.

 
   

Es verdad que el austríaco estuvo en estas cárceles, como así consta en la documentación del AGA y que tuvo que afrontar sumarios sobre diversos delitos, al final de los cuales lo que quedó claro es que, en efecto, ingresó en prisión, pero no por sedición, ni rebeldía como él alardeaba, sino por estafador. Jamás tuvo compromiso político alguno, ni con el Glorioso Alzamiento Nacional, ni con la República. Solo le importaba estafar.

       
       
 
Como queda dicho, Filek no fue detenido ni por delito de espionaje, ni por adhesión y auxilio a la Rebelión, sino por estafador, tal y como revela el documento del AGA:

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En la instrucción sumarial que se le siguió, se negaba que Filek hubiera sido condenado por relacionarse con el actual alzamiento en armas contra la Constitución del Estado y su gobierno legítimo. La pregunta del tribunal que lo juzgó fue: “¿Queda claro en esa instrucción que tan solo fue detenido cuando previamente citado pretendía visitar al Ministro de la guerra para ofrecer un invento que pudiera ser útil para la causa del gobierno legítimo, sin que por tanto tal hecho pueda estimarse como delictivo? Sí.

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En realidad, el estafador Filek apuntaba alto. Antes de estafar a Franco, intentó colársela a Largo Caballero, motivo por el cual fue arrestado e ingresado en la prisión del Sexto, añadiéndose que, también, lo fue por un delito de injurias. Fecha del auto procesal, el 17 de enero de 1937. Al hacerse pasar por espía, las autoridades republicanas se lo creyeron, calificándolo como “espía austríaco sobrino del jefe de espionaje austríaco en la gran guerra”, motivo por el que, las autoridades republicanas un tanto obsesionadas con el espionaje, mandaría que Filek fuese “vigilado y no ser puesto en libertad aunque lo reclame.” Hecho que agrandó su fama de estar a favor de los golpistas y que, al terminar la guerra, se le tuviera como un adepto al Glorioso Movimiento Nacional.

La agencia Cifra indicaba que “los excautivos de estas prisiones conocían los golpes y contestaciones de von Filek, conocido por “Otto”, a los milicianos y sus famosas discusiones con Ramos, el jefe político de Porlier y con Mariano, el Balas, a los que saludaba con el brazo en alto, y decía que era más fascista que Mussolini. Un día hubo una “saca” de cadáveres, que von Filek, despidió brazo en alto, al grito de “¡Arriba España!”. ¡Anda que no era astuto el tipo!

Cifra aseguraba que “los rojos intentaron persuadirle para que colaborara en las industrias de guerra, pero todo fue inútil. Todavía recuerda el robo de una patente de bombas de mano y de aviación, que los rojos llegaron a construir y no llegaron a explotar nunca”. En realidad, fue el gobierno rojo quien lo metió en la cárcel por estafador, por construir bombas ilegalmente y no pagar el registro de sus patentes.

Al ser liberado en 1939, fue cuando su sueño cobró visos de realidad gracias a tipos como Serrano Suñer y Suances que quedaron embaucados por su palabrería y por el dinero que, supuestamente, obtendrían de la estafa. Piénsese que se hablaba de tres millones de litros de gasolina producidos al día.

Claro que los estafados no eran tontos, solo ambiciosos, mezcla explosiva, sin duda, y exigieron a Filek que les hiciera una demostración de las propiedades ambulatorias del combustible sintético. Consta que en agosto de 1939, Serrano y Suances, vieron un coche impulsado por combustible sintético y conducido por un chófer, que, con toda probabilidad, estaba compinchado con el propio Filek.

La fórmula de la Filekina

En su mayoría, los periódicos reprodujeron el documento de Cifra de modo uniforme y con pocas variaciones. Merece la pena detenerse en él.  

Esta biografía a la hora de abordar el lado científico de Filek afirmaba: “El primer síntoma de lo que hoy es nuestro carburante nacional apareció en 1918. El inventor, entonces, oficial de Artillería del Ejército austríaco, hacía experimentos químicos en un laboratorio, cuando, por imprudencia de uno de sus subordinados se le inflamó una mezcla al contacto del fuego de un cigarro hecho que le extrañó por tener la mezcla una gran cantidad de agua”. Ni una película de Buster Keaton. ¡La gasolina inventada por imprudente casualidad!

En cuanto a la composición de la fikelina, aunque sufrió distintos cambios, era delirante. Cifra la describía así: “Filtración de un 50 por ciento de agua con un 50 por ciento de alcohol procedente de vinos endebles, jugos o caldos fermentables vinícolas, malezas, remolacha, etcétera, más un porcentaje de acetona, naftalina y algodón de pólvora”. Algunas variantes añadían a la mezcla un toque de “jugo de naranja”. Y un elemento secreto que nunca se aclaró cuál era su naturaleza.

Luego, el texto seguía por estos derroteros fantasiosos.

Los primeros experimentos de aquella mezcla en la que entraba el agua en una proporción de un cincuenta por ciento, se efectuaron en Madrid en una fábrica que se permitió al inventor montar en Villaverde”. Pruebas a las que asistieron, como queda dicho, Serrano y Suances. Continuaba Cifra diciendo que “los resultados fueron satisfactorios y algunos camiones de pescado que hacen el trayecto del Norte de España a Madrid funcionaron unos seis meses con aquel carburante”.

Nadie solicitó prueba alguna a estos camiones circulando gracias a la “filekina”. Martínez de Pisón cuenta que el coche de Franco también se movió gracias a esta gasolina, motivo por el que el novelista suelta la acertada suposición de que el chófer del Caudillo habría recibido bajo manga una buena porción de billetes.

A continuación, la agencia Cifra-Efe acentuaba el carácter político de la decisión de Filek por confiar su invento al régimen franquista toda vez  que “el Estado democrático con su secuela de intereses creados intervino para cortar las investigaciones de Filek. Una compañía de guardias de Asalto se presentó en la fábrica porque el inventor estaba acusado de fabricar bombas”. Y así fue, en efecto, porque si algo sabía hacer Filek eran bombas que explotaban y producían muertos.

Según Cifra, “acabada la guerra de liberación, el inventor renueva sus patentes y perfecciona su descubrimiento y hoy es una realidad la fábrica de carburantes nacionales “F.I.L.E.K. y Cía”. Lo sería poco tiempo.

A continuación, el texto se extendía en elogiar el citado proyecto y bien merece la pena leerlo para comprobar el grado de memez colectiva en el que, poco a poco, la prensa amuermando a la población:

“En la fábrica del carburante sintético se emplean materiales sencillas y abundantes en España. Entran en su composición un setenta y cinco por ciento de agua destilada o filtrada; un veinte por ciento de jugos y fermentos de plantas y un cinco por ciento de otros elementos, cuya divulgación se reserva. Es superior a los petróleos naturales y tiene 11.500 calorías como mínimo. Aumentando sus calorías se logra un carburante especial para aviación. Varía su densidad de 0,650 hasta 0,750.

Por su contenido de grasas, beneficia grandemente la lubrificación del motor.

Aunque entra el agua en una proporción tan elevada, no deja ningún residuo de ella y no engrasa las bujías y deja limpios los electrodos. Facilita el arranque en frío y una mayor aceleración en los motores de explosión. Especialmente, cuesta arriba se puede apreciar en los automóviles, mayor facilidad y regularidad del motor.”

Y para tranquilidad de todos se anunciaba que “la fórmula para la obtención del carburante está legamente depositada, de modo que en caso de accidente al inventor, queda garantizada la producción.” Ya, ya.

En cuanto al inmueble de la fábrica, era tal su descripción que nada como este detalle revelaba que la estafa estaba adquiriendo unas dimensiones fabulosas:

“Actualmente se realiza la tasación de los terrenos en los términos municipales de Coslada y san Fernando cuya expropiación forzosa ha sido decretas. En un plazo de cinco meses estará terminada la fábrica, pues el Boletín Oficial ha publicado una Orden en que se declaran urgentes las obras. Se espera que no pase de noventa días el plazo que transcurra entre la colocación de la primera piedra y la terminación”.

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Y, como si estuviéramos en una nueva versión de una Utopía a la española, se decía: “En la colonia de viviendas para 300 obreros que se construirá junto a la fábrica, cada familia tendrá su casa con todos los adelantos y mediante el pago de cincuenta pesetas mensuales el obrero entraré en posesión del inmueble al cabo de cierto tiempo y mediante la disciplina y buen comportamiento. La colonia tendrá su iglesia y su grupo de escuelas.

Si magnífico era el futuro que esperaba a estos obreros, no lo era menos el relativo a la producción de gasolina de la fábrica:

”Un mínimo de tres millones de litros diarios producirá la fábrica con lo que hay una perspectiva de exportación con un incalculable beneficio para nuestra economía. En ella habrá un pabellón destinado a destilería, depósitos subterráneos y surtidores para la carretera y los muelles de la estación del ferrocarril. Todo esto a catorce kilómetros de Madrid lejos del litoral, con exposición mínima a una agresión en caso de beligerancia”.

Como remate final: “La producción de la fábrica la determinará el Estado y la podrá a disposición de la Campsa, que comprará la cantidad que interesa al Estado Español a un precio  por lo menos igual al que en el mercado internacional obtengan los productores similares, según una disposición legal”.

Delirante.

Euforia en la prensa franquista

No es de extrañar que la prensa, timada informativamente hablando y secuestrada por el régimen, cantó como nunca las alabanzas del proyecto hecho cuasi realidad. No hubo periódico que no doblegara su capacidad crítica a dicha buena nueva: La Vanguardia, Abc, La Gaceta del Norte, La Voz de Galicia, El Pensamiento Alavés, Diario de Navarra, El Pensamiento Navarro, Arriba España… y que se resumía en este titular: “Autarquía. España la tendrá, en breve, en materia de carburantes; se producirán, por día, tres millones de litros. España consume, diariamente, un millón de litros”.

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Fue, sin embargo, el periódico El Día de Palencia, quien, con diferencia más abultada, mostraría su delirante euforia ante el nuevo invento, dedicándole tres páginas, publicadas el día 12 de febrero de 1940, cuatro días después del comunicado de Cifra.

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Gracias a este reportaje se conoció mejor quién era Filek, no en vano, los periodistas que lo entrevistaron, obtuvieron varias fotografías del inventor, de sus dos colaboradores más cercanos y del plano de la fábrica, y que son las imágenes únicas existentes de Filek y que reproducimos.

El reportaje de El Día de Palencia tenía estos titulares: “Hablando con el ilustre inventor del carburante Nacional. España contará dentro de unos meses con la gran fábrica de este producto sintético. La gasolina sintética será de un precio económico del país. Una detenida y minuciosa visita a los laboratorios”.

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Después, presentaba a Filek como “un competente y prestigioso químico” -no era ninguna de las dos cosas-, y que “aunque austríaco de nacimiento ha demostrado su arraigado españolismo”. A continuación, describía el procedimiento de la obtención del carburante que era reproducción exacta de lo ya dicho por Cifra. Añadía que la maquinaria de la fábrica ya estaba adquirida, pudiendo ser reparada y fabricada en España. Que la fábrica contaría con 300 obreros y 40 empleados de oficinas, añadiendo que “todos ellos españoles”. Faltaría más. Y adictos al régimen, por supuesto.

Los periodistas palentinos fueron invitados por Alberto Edler von Filek a recorrer la fábrica, acompañados por el inventor y su ingeniero industrial don Rafael del Águila, así como otras personas de la fábrica, cuyos nombres no se citan.

Son informados “con todo detalle de los fenómenos químicos que se registran al formar el carburante y su derivados” y que ya hemos referido, siendo su ingrediente fundamental agua purísima del Jarama.

Filek será presentado como “guía, norma, conducta y estilo de todo lo que se hace en unos trabajos de tan resonante prestigio de la ciencia”. Alabará sus “genialísimas ideas, que llegan al mundo científico con todo el vigor y energía que han de ser precursoras de esta gran victoria que aportará a nuestra Patria inapreciados y valiosísimos medios.”

Después, destacará su poliédrica personalidad diciendo que “su conjunto psicológico por sí solo es exponente inequívoco de su extraordinaria valía y de su inteligencia privilegiada”. Añadiendo la nota que colmaría el vaso de la gran satisfacción patriótica, al confirmarse que “el temor que teníamos de informes fidedignos de que Edler von Filek había sufrido bajo el terror rojo, siendo objeto de tremendos martirios y persecuciones en las checas y cárceles de Madrid, pues las iras del marxismo se ensañaron en él” por todo lo cual, estamos ante “un patriota excepcional”.

En cuanto a las posibles críticas surgidas contra el invento, los periodistas las contrarrestarían diciendo que, caso de haberlas, solo “eran producto de las insidias creadas contra esta gigantesca empresas que ya ven en su invento una gran fuerza económica, que ha dado al traste con otros productos, cuyo coste en el mercado hasta ahora han encontrado libertad absoluta”. Pues a nadie se le escapa que “en el campo político, halla este producto la puerta abierta de un grandioso triunfo que coloca a España industrial en un sitio relevante en el concierto de los pueblos”.

Además: “Ahorrará al Estado 150 millones de pesetas en divisas y que tendrá un precio de coste en fábrica, igual que al de la gasolina corriente en el mercado internacional”.

¿Imaginan, por tanto, el pastón que se llevaría el inventor ante tales cifras? A Filek, sin embargo y según el periodista, “no le guían locas ambiciones ni bastardos egoísmos. Solo una elevada filantropía”. Según sus palabras: “Solo quiero prestar a la honra de España y de Franco mis mejores servicios”.

Los comentarios finales de los periodistas seguirían reafirmando el autarquismo del régimen con estas palabras: “Las ventajas del carburante nacional han de repercutir directa  y firmemente en la reafirmación económica de nuestra potencialidad hacendística. España, no solo será autárquica en esta materia, sino que se convertiría en una de las potencias mundiales exportadoras de petróleo”.

El periódico fijaba, incluso, el tiempo en que esto ocurriría: ocho meses. Quienes visitaron la fábrica salieron de ella más felices que unas castañuelas. Añadían que como “detalle curioso se les proporcionó una pequeña cantidad de carburante que sirvió a nuestro coche para conducirnos hasta nuestra morada madrileña”.

Cantidad de filekina que, en ningún momento, tuvieron el detalle de analizar ni antes, ni durante, ni después del viaje. El susto que se hubiesen dado al comprobar que aquella pequeña cantidad de combustible sintético no era otra cosa que la gasolina habitual con la que llenaban el depósito de su coche.

¿Cómo se acabó con el timo?

A partir de enero de 1940, el invento de Filek entró en bancarrota. Unas pruebas realizadas en la Escuela de Minas -Pisón sostiene que hechas a instancias del futuro ministro Carceller- y, una vez obtenidos sus resultados, comunicó a Franco que se la estaban clavando con queso revenido. A partir de ese hecho, la fábrica de Filek se paraliza en seco. Hasta que los análisis se hagan definitivos y confirmen la timada, pasará medio año pero el 27 de marzo de 1941, a Filek lo meten en la cárcel, exactamente en el campo de concentración de Nanclares de Oca. El 5 de mayo de 1941, siendo ya Carceller titular del Ministerio de Industria se anula vía Decreto las concesiones y demás beneficios que había logrado para su patente, única observación periodística de estos años en los que podía leerse entre líneas la caída a los infiernos de Filek.

¿Fue Carceller quien destapó la estafa? Tiene todos los boletos a su favor.

filek11En 1948, Charles Foltz Jr., delegado en España de la agencia Agencia Associated Press, sostuvo que la intervención de Carceller fue decisiva para que el timo de Filek se destapara y no siguiese adelante. Según Foltz, Carceller fue quien alertó directamente al dictador de la estafa. (5)

Posteriormente, Paul Preston habló de este timo tanto en Franco. Caudillo de España (1993) como en Un pueblo traicionado: España de 1876 a nuestros días: Corrupción, incompetencia política y división social, (Debate, 2019), donde aseguraba que la marcha del ministro de industria y comercio, Alarcón de Lastra, “un hombre tan analfabeto económicamente como su maestro” la precipitó Carceller cuando este denunció la estafa de Filek

franco prestonSin embargo, Enrique Faes en su biografía sobre Carceller, no sabe, no habla, no dice nada sobre este asunto. (6)

 
   

En 2010, Gregorio Doval, en su libro Fraudes, engaños y timos de la historia, se ofrece un resumen de la historia de Filek, pero el nombre de Carceller no aparece en su síntesis. Gregorio Ordóñez en su libro  Dos siglos de bribones y algún malandrín: Crónicas de la corrupción en España (2014), también hace referencia al timo del austríaco Von Filek, pero sin determinar quién y cómo descubrió el fraude.

Veamos. Demetrio Carceller accedió al cargo de ministro de Industria y Comercio sustituyendo a Lastra el 15 de octubre de 1940. Si lo fue por culpa de la ineptitud de Alarcón por no descubrir el fraude de Filek, no consta en ningún documento. Es verdad que Carceller sabía todo de carburantes pero su nombramiento como ministro todavía despierta suspicacias entre los historiadores, no sabiendo realmente si fue nombrado como recompensa por haber descubierto el timo o debido a presiones de la Falange. No hay que olvidar Carceller era secretario de las FET y de las JONS de Barcelona.

carcellerTiene puñetera gracia que Filek, que había pasado tres años en las cárceles republicanas, repetiría el mismo encarcelamiento en los mismos edificios pero con la titularidad de franquistas. No tuvo juicio alguno. Era preso gubernativo (sic).

En realidad, ¿cuál era su delito? Ninguno. Pues en ningún lugar figuraba que había cometido un timo o una estafa. A pesar de ello, pasó varios años en cárceles y campos de concentración.

Entró en prisión 27 de marzo de 1941 justo el día en que cumplía 52 años. Quedó libre en septiembre, pero como llevaba en la sangre la inclinación de su cofradía del monipodio, volvió a las andadas, motivo por el que fue ingresado en prisión.

En 1946, las autoridades franquistas lo entregan a los aliados como “colaborador nazi”, una puñalada trapera en toda regla, pues nunca lo fue, a no ser que, por un desliz semántico, “franquismo y nazismo”, en estos momentos, fueran la misma cosa, pero ni así. En una de las fichas que le hizo IRO, figurará que él y su mujer, la granadina Mercedes Domenech Espinosa no tenían ninguna nacionalidad.

 
   

Filek, hijo de Vladimir Filek y de María Edle ( sic), murió en Hamburgo en 1952.

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¿Carceller o Filek?

Si fue o no un acierto el nombramiento de Carceller como ministro, el tiempo demostraría que su nivel ético se encontraba muy por debajo del estafador Filek. Este era un malandrín de tres al cuarto, un estafador clásico, que, a corto o a medio plazo, cae en su propia trampa y termina donde siempre acaban los timadores de poca monta. Pero Carceller, no, que fue ministro y no necesitó timar o estafar al uso habitual de la cofradía del Monipodio, sino que logró amasar una fortuna utilizando los resortes de la legalidad sin mover más pestañas que del organigrama de Industria y Comercio, en tiempos del racionamiento o, lo que es lo mismo decir, de la corrupción institucional y administrativa.

El historiador J. Fontana decía que en la España de Franco “ninguno de los negocios, empresa, industrias, comercios, permisos de importancia o bancos pudieron realizarse sin contar con el beneplácito de Demetrio Carceller Segura, por cuyas manos pasaron miles y miles de millones de pesetas dejando un peaje que demuestra la corrupción de la oligarquía del antiguo régimen”.

El grupo de empresas donde participó Carceller, gracias a su paso por el ministerio y sus relaciones con los nazis, por medio el negocio fraudulento de la venta y compra del wolframio -un tocomocho muy lejos de la inteligencia de Filek-, lo extendió al sector energético donde era un hacha de la especulación: Campsa, Cepsa, Sevillana de Electricidad) y financiero.

Basta recordar que la familia llegó a controlar 600 estaciones de gasolina en el Estado.

Carceller no terminó como Filek en un campo de concentración, pero motivos sobrados, mucho más que los ocasionados por el austríaco, los tuvieron: el hijo y el nieto del ministro franquista fueron acusados en 2013 por el juez Pablo Ruz de la Audiencia Nacional de trece delitos contra la Hacienda Pública, por una posible evasión de más de 73 millones de euros a través de un entramado de empresas en paraísos fiscales.

Se le impuso una fianza de 744 millones de euros. Para el hijo del ministro el fiscal pidió más de 48 años de cárcel.

Al lado de estos Carceller, Filek fue una hermanita de la caridad.

Vuelta a las andadas

Quedó patente que el Caudillo no tenía ni idea de hidrocarburos, y ni falta que le hacía para mandar en España, convertida en un cuartel, pero, después de lo de Filek, cualquier hubiera pensado que volvería a caer en tan torpe trampa. Pero Franco no escarmentó y volvió a las andadas. Y, en esta ocasión, con la permisividad de Carceller como ministro de industria, lo que resultaba todavía más llamativo y chusco.

La historia es como sigue. Se encontraban charlando el ministro de finanzas del gobierno del dictador Salazar, el portugués Joao Pinto da Costa Leite, cuando el Dictador español le confió eufórico que “ya no estaba preocupado por el embargo petrolífero americano”. El político portugués -sabedor del fracaso del combustible de Filek-, estaba en ascuas por saber cuál sería la nueva fórmula con la que España deslumbraría al mundo. Fue, entonces, cuando Franco le contó que “habían dado con un combustible artificial, elaborado a partir del carbón de Asturias o de pizarra de Puertollano”.

El ministro luso calló. Una vez en Portugal, se lo transmitió a su presidente, el dictador Salazar. Este le preguntó qué opinaba. El comentario del ministro fue seco pero contundente: “Una tristeza. Prefiero o don Quixote na versao original” (Una tristeza. Prefiero a don Don Quijote en la versión original).

Lo cuenta Gregorio Ordóñez publicó en Dos siglos de bribones y algún malandrín: Crónicas de la corrupción en España (2014).

No se piense que el tiempo acalló la memoria del timo de Filek como suele decirse. Las izquierda lo recordaría de vez en cuando, y ello en la prensa publicaba en clandestinidad, para, obviamente, ridiculizar al dictador.

El Socialista, fechado el 25 de noviembre de 1954, evocaría la figura de Filek en un articulo titulado “El inventor sagrado”, donde narraba que un cura natural de Serón (Almería) llamado don Alejo había descubierto un invento según el cual se podía producir “toda la energía barata y hasta gratuita que se quiera en todas sus forma y en cualquier parte”. Un redactor del diario madrileño Informaciones visitaría a este nuevo inventor para dar a conocer a España la buena nueva.

El periodista de El Socialista -Pericles García- no perderá ocasión para “descojonarse” del nuevo invento, pero sobre todo para recordar la figura de Alberto von Filek: “Ahora va de veras y no ha de ocurrir lo que ocurrió con aquel sinvergüenza de Alberto Elder von Filek, el austriaco que, después de haber estado por estafador en las cárceles de la República engañó desconsideradamente al Caudillo haciéndole creer que con las aguas del Jarama con unas hierbas y con un secretillo que él tenía le fabricaría diariamente millones de litros de purísima gasolina con la que podría abastecer al mundo entero, paralizando todos los campos petrolíferos. En su propio coche probó el Caudillo una muestra de carburante y con su propia mano decretó la declaración de utilidad 
nacional de “Filek y compañía. Ya en aquel año 1940 hizo decir a su prensa aquella famosa noticia. “Dentro de ocho meses, España conseguirá la independencia completa en cuanto a combustibles líquidos. Algunos meses después en el campo de concentración de Nanclares de Oca alguien encontró a Filek orgulloso de su “bromazo”. Ahorcado debió terminar quien así engaño a un tan gran Caudillo que no tiene por qué saber lo que es un hidrocarburo”.

el socialista

La cuestión es que con este sacerdote metido a inventor, decía con sarcasmos Pericles García, “el Caudillo podrá desquitarse de tantas murmuraciones como han caído sobre él por haber matado o espantado de España a tantos hombres de ciencia. Todos ellos reunidos no hubiesen puesto en sus manos tal descubrimiento como el de don Alejo, ese buen cura que va a convertir las superficies fijas en superficies móviles y que, proponiéndose, “aprovechar los desperdicios”, quizá aproveche ¡hasta la Falange!”.


(1) Franco en declaraciones a Henri Massis de la revista francesa Candide. Véase https://fnff.es/historia/602704198/declaraciones-del-caudillo-a-henri-massis.html).
(2) Diario de Navarra, 16.3.1940. Véase, también, Daniel Arasa. Historias curiosas del franquismo por la gracia de Franco. Ediciones Robinbook, Barcelona, 2008.
(3) Helena Saña. El franquismo sin mitos. Conversaciones con Serrano Suñer. Grijalbo, Barcelona, 1982.
(4) Gonzalo Leyra fue una figura conocida del Atletismo de Madrid, corredor de 300, 200 y 400, 800 metros libres, en los años 1920 y periodista deportivo del periódico La Unión. Y Gonzalo Leyra Iglesias aparece en una lista de procesados-encarcelados por el régimen franquista en 1939, no sabiendo si se trata de la misma persona.
(5) The masquerade in Spain, Editorial Houghton Mifflin, Boston, 1948.
(6) Demetrio Carceller (1894-1968): un empresario en el gobierno, Galaxia Gutenberg, 2020.

Franco, entre el timo de Filek y los negocios de Carceller