jueves. 28.03.2024
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Florence Nightingale de joven.

Nace el doce de mayo de 1820 en Villa Colombaia, en Florencia, que en aquel momento histórico era la capital del Gran Ducado de Toscana. Su familia pertenecía a la clase alta británica. Su padre era William Edward Nightingale y su madre Frances Smith, ambos adeptos a la doctrina unitaria (disidentes de la iglesia anglicana). Su padre era un terrateniente muy rico, que se relacionaba con las clases altas de la sociedad británica.

Florence creció en una época en el que se dan intensos cambios sociales, en un entorno donde se están desarrollando las ideas y principios liberales. Su abuelo materno, William Smith fue diputado en la Cámara de los Comunes durante cuarenta y seis años, siendo un gran defensor de los derechos de los disidentes en materia religiosa y activista por la abolición de la esclavitud.

Su padre supervisó la educación tanto de  Florence como de su hermana mayor Parthenope. Su programa de estudios abarcaba el latín, griego, historia, filosofía, lenguas extranjeras y la música.   También tuvo un apartado muy especial para el estudio de la literatura y las matemáticas, algo inusual en la educación de una mujer. Su padre fue un hombre de pensamiento progresista, buscando la mejora de la sociedad y en la educación de las mujeres, por ello se dedicó a la educación de sus hijas de una forma exhaustiva, al igual que se hacía con los hijos varones.

En aquellos tiempos, las mujeres de la clase social de Florence no asistían a las universidades ni desarrollaban carreras profesionales, su finalidad en la vida era casarse y tener hijos.

Teniendo diecisiete años tuvo una experiencia mística, que le marcó de forma definitiva. Como consecuencia de ella, su futuro no estaba en llevar una vida ordinaria por su condición social. Fue a partir de 1844, cuando tenía veinticuatro años cuando decide dedicarse a la enfermería. Esta decisión supone un desafío para las convenciones sociales británicas, donde la única función era la de ser madre y esposa. Florence contó con la oposición de su familia, muy especialmente de su madre y hermana mayor.

Viajaba mucho, y en el año 1847 encontrándose en la ciudad egipcia de Tebas escribió, que había sido llamada por Dios y anotó en su diario “Dios me llamó en la mañana y me preguntó si haría bien en su nombre, sin buscar reputación”.

Ella lo interpretó como una llamada de Dios. Es n el año 1844 cuando decide dedicarse a la enfermería, sabiendo que esta decisión suponía un desafío a las estrictas convenciones sociales británicas.

En 1845, Florence estaba decidida a estudiar enfermería de forma práctica. Cuando pide autorización a sus padres para cuidar enfermos en la Clínica Salisbury, estos no se lo permitieron, porque pensaban que no era un trabajo adecuado para una dama de suposición social. Florence comentó “para ellos era como si hubiese decidido ser ayudante de cocina”.

Este fue un periodo de una vida marcada por la tristeza. Le ayudó mucho el doctor Samuel Gridley Howe, que era pionero en la enseñanza de ciegos, quien le estímulo para que perseverara en su vocación por la enfermería, a pesar de la oposición de su familia.

Florence tuvo varios pretendientes, entre ellos estaba  Richard Monckton Milnes, que le apoyó tanto en el campo político como intelectual, pero rechazó tal propuesta, como también hizo con benjamín Jowett, con el que tuvo una profunda relación.

Se piensa que permaneció casta toda su vida, ya sea porque sentía un deber casi religioso hacia su carrera, o porque vivió en tiempos en que imperaba la moralidad social victoriana

En el año 1847, estando en Roma conoció al joven político Sidney Herbert con el que tuvo una gran amistad, que posteriormente le ayudaría en su carrera de enfermería, desde su puesto de Secretario de la Guerra en el gobierno británico.

Visitó  la comunidad luterana de Kaiserswert en Alemania en el año 1850. Dicha comunidad estaba dirigida por el pastor Theodoro Fliendner. Durante su estancia vio como trabajaban con los enfermos marginados. Fue una gran experiencia personal y de aprendizaje. Un año después publicó sus experiencias en esta institución en el libro “La institución de Kaiserswert del Rin para el entrenamiento práctico de Diaconisas”.

Instituto de Diaconisas de Theodor Fliedner en Kaiserswerth

Florence regresó en el año 1851 a Kaiserswerth, donde escribió un borrador de lo que denominaría “su religión para artesanos”. Eran un conjunto de consideraciones filosóficas que publicó en tres volúmenes.

Fue en el año 1853 cuando se le nombró superintendente en el instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas en Londres. Permaneció en el centro hasta el estallido de la guerra de Crimea.   Demostró ser una excelente gerente y, aunque en el trabajo diario tanto ella como sus enfermeras, se atenían sin discusión a las indicaciones de los médicos, en todo lo referente al tratamiento de los enfermos. En sus relaciones con el comité de dirección. impugnaba las decisiones y a veces hacía caso omiso de ellas. en interés de los pacientes.

Entre 1851-1854 completó su instrucción pública que había adquirido en Alemania, visitando hospitales de Gran Bretaña y de Europa. Sistematizó todas estas experiencias, analizando informes de hospitales y publicaciones oficiales sobre la sanidad pública.


Una sala del Hospital de Scutari

Visitó el hospital de Lariboisiere en París en el año 1853, del cual quedó impresionada por sus salas, construidas a modo de pabellones. Estaban diseñados para recibir la luz y el aire fresco. Su estudio sobre la disminución de la mortalidad en Lariboisiere contribuyó a confirmar que la enfermedad surgía espontáneamente en los espacios sucios y cerrados.

El interés de Florence por la higiene y la importancia que da al papel de la enfermera en la organización del entorno, se deben en gran medida su forma de entender las causas de la enfermedad. Consideraba que nunca se le había enseñado nada sobre la naturaleza de la enfermedad, ni siquiera en Kaiserswerth, sino que había aprendido a través de la experiencia, la observación y la reflexión, de modo que, cuando fue llamada a organizar la formación de las enfermeras, intentó reproducir las condiciones en las que ella había aprendido la realidad evidente de la enfermedad.

Cuando estalla la guerra de Crimea y Gran Bretaña participa en la misma, estaba como Secretario de Guerra, Sidney Herbert. El gobierno británico estaba presidido por Lord Aberdeen. La amistad de Florence con Sidney Herbert permite que se trasladase a los hospitales de campaña en dicha guerra, acompañada de 38 enfermeras voluntarias. Fueron instaladas en Scutari en las afueras de Estambul.


Monumento conmemorativo de la guerra de Crimea en el centro, a la izquierda Florence Nightingale y a la derecha Sidney y Herbert

La situación era calamitosa en el hospital, los suministros médicos escaseaban, la higiene era pésima, las infecciones incluso las más comunes en muchos casos, provocaban la muerte. Los tratamientos médicos eran inadecuados al estar sobrepasados los médicos.

Las primeras medidas que tomó fueron someter a sus enfermeras a la autoridad de los médicos.   Como las condiciones de los barracones del hospital eran nocivas, debido al hacinamiento de los pacientes, a los deficientes desagües sanitarios y a la falta de una ventilación adecuada. Mandó instalar una lavandería en el hospital. Además consiguió ropa de cama y prendas nuevas para los soldados y mejoró la alimentación. Logró con todas estas medidas, que la situación mejorara rápidamente.

Supervisaba la asistencia a los enfermos, les escribía las cartas para sus familias. Organizó un sistema de envio de dinero a los familiares de los heridos y les proporcionaba juegos y lecturas a los pacientes. Se enfrentó tanto a las autoridades militares, como con el servicio de intendencia.   Muchas de las recomendaciones de Florence al Secretario de la Guerra, se convirtieron en nuevos reglamentos militares.

Florence decía “nunca he podido compartir el prejuicio sobre la indolencia, la sensualidad y la ineptitud del soldado. Al contrario, creo que nunca he conocido a una gente tan receptiva y atenta como la del ejército. Si se les ofrece la posibilidad de enviar dinero a casa de manera rápida y segura lo harán.   Si se les ofrece una escuela, asistirán a clase. Si se les ofrece un libro, un juego y una linterna mágica, dejarán de beber”.

Estatua de Florence Nightingale, London Road

La fama de Florence fue creciendo y el diario The Times publicó, el 8 de febrero de 1855, un artículo referido a ella, que decía “Sin exageración alguna es un ángel guardián en estos hospitales, y mientras su grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del desdichado se suaviza en gratitud a la vista de ella.

Cuando todos los oficiales médicos se han retirado y el silencio y la oscuridad descienden sobre todos los postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en su mano, efectuando sus solitarias rondas”.

Florence se indignó, ya que las autoridades se negaban a investigar una vez acabada la guerra de Crimea, pues mientras que en el frente de guerra habían muerto 4.000 soldados, fueron 16.000 los soldados muertos por enfermedades en los hospitales de campaña.

La experiencia de Florence sirvió como modelo a seguir para las enfermeras que actuaron en la Guerra de Secesión norteamericana. El gobierno de la Unión solicitó el consejo para la organización de la sanidad militar. A pesar de que sus ideas se toparon con el rechazo de la oficialidad, sirvió también para la creación del voluntariado de la Comisión sanitaria de Estados Unidos

Desde entonces es conocida como “la dama de la lámpara”, debido al poeta Henry Waosworth Longrellow, al escribir el poema de Santa Filomena

“¡Mirad! En aquella casa de aflicción
Veo una dama con una lámpara.
Pasa a través de las vacilantes tinieblas
Y se desliza de sala en sala"

Tumba de Florence Nightingale en el cementerio de la Iglesia de St. Margaret

Su interés por la educación en el ejército iba desde la formación de los médicos hasta la educación de la tropa. Florence tenía ideas muy avanzadas para su época, ya que pensaba que podía educarse al soldado raso.

A su regreso a Gran Bretaña se creó el Fondo Nightingale para la preparación de enfermeras, con el Duque de Cambridge como presidente y con Sidney Herbert como secretario honorario de la Fundación.   De esta forma salió en mayo de 1865 la primera promoción en la Enfermería Liverpool Workhous.

Florence insistió en instaurar una formación laica para las enfermeras. Durante la guerra de Crimea, alguna prensa informó de que algunas enfermeras que acompañaron a Florence, habían intentado convertir a soldados en el lecho de muerte. El temor a este tipo de cuestiones, hizo que ella siempre se inclinara por la formación laica de las enfermeras.

La escuela Nightingale alcanzó un gran crédito académico, entre otras cosas por el duro trabajo que realizaba y porque Florence seguía siendo una leyenda. Consideraba que, una vez que la enfermera había aprendido a aprender, el proceso de formación debía continuar más allá de la escuela. Sus ideas eran muy modernas, decís “hoy en día, cada cinco o diez años… Se necesita una segunda formación”.

En su opinión, la inscripción en un registro profesional pondría un punto y final en la formación, llevaría a la presunción y en definitiva no sería más que una reproducción de la trayectoria profesional que habían seguido los médicos. Destacaba lo que de específico tenía la actividad de la enfermería y la responsabilidad personal de ésta en el bienestar del paciente.

Uno de los principales logros de Florence, fue la introducción de enfermeras en el cuidado de enfermos a domicilio en Inglaterra e Irlanda a partir del año 1860. Esto suponía que los enfermos pobres, podrían acceder a ser cuidados por personal preparado. Pensaba que no había que castigar a los pobres, sino enseñarles a que se valieran por sí mismo. Siendo muy importante enseñarles un adiestramiento práctico, que les permitiera adquirir destrezas manuales. Creía que había que sacar a los niños de los ambientes de los asilos, para que pudieran educarse en las escuelas. Esta innovación se ve como el precedente para el posterior establecimiento del servicio Nacional de Salud Británico.

Florence tuvo una influencia decisiva en la creación en el año 1870 de la Cruz Roja Británica, siendo miembro del comité de damas. Además siempre estuvo atenta a las actividades que desarrollaba, Henry Dunnant fundador de la Cruz Roja, dijo “A pesar de que soy conocido como el fundador de la Cruz Roja y el promotor de la Convención de Ginebra, es a una dama  que todo el honor de esa convención es debida. Lo que me inspiró a viajar a Italia durante la guerra de 1859, fue el trabajo de Mis Florence Nightingale en Crimea”.

Florence permaneció siempre dentro de la Iglesia de Inglaterra, aunque mantenía puntos de vista heterodoxos. Cuestionaba la divinidad de un Dios que condena al infierno a las almas, y mostró simpatía hacia la idea de una reconciliación universal

A partir de 1857, comenzó a padecer  fuertes depresiones que le hacieron permanecer de forma intermitente en cama. Parece ser que fue debido a la brucelosis y a la espondilitis, las causas de sus problemas físicos.

A pesar de sus males, permaneció simpe muy activa en el campo de las reformas sociales. A pesar  de estar en cama, también realizó trabajos en el campo de la planificación hospitalaria.

Muere el 13 de agosto de 1910. Se le ofreció ser enterrada en la Abadía de Westminter pero no quiso, siendo sepultada en el cementerio de la iglesia de St Margaret en East Wellow, Hampsher.

Su legado promueve la toma de conciencia mundial en temas como la priorización a nivel social de los temas sanitarios y de medicina preventiva, formación y apoyo a enfermeras y demás trabajadores de la salud.

Hay un monumento conmemorativo de la guerra de Crimea en el centro de Waterloo Place, con Florence a la izquierda y Sidney Herbert a la derecha.

Quiero destacar una frase de Florence que pronunció en una conferencia en la universidad de Glasgow “… educar no es enseñar al hombre a saber, sino a hacer”. Sirva este artículo como un pequeño homenaje las palabras de Benjamin Jowett le dedicó a ella:

Usted despertó sentimientos románticos en muchas personas hace 23 años, de regreso de Crimea… pero ahora trabaja en silencio y nadie sabe cuántas vidas salvan sus enfermeras en los hospitales, ni cuántos miles de soldados… están vivos gracias a su previsión y a su diligencia, ni cuántos indios de esta generación y de las generaciones venideras habrán sido preservados del hambre y de la opresión gracias a la energía de una dama enferma que apenas puede levantarse de la cama. El mundo lo ignora o no piensa en ella. Pero yo lo sé y a menudo pienso en ella”. Palabras pronunciadas el 31 de diciembre de 1879.

Florence Niggtingale “la dama de la linterna”