jueves. 25.04.2024
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El escritor y catedrático de Historia del Derecho publica la novela 'El jardín del ginkgo' (Ediciones Carena, 2020). Una obra que traspasa la realidad desde la imaginación.

En entrevista con Nuevatribuna, López Nevot habla de la relación entre literatura y derecho; asimismo sostiene que “todo jardín es una imagen del paraíso” y toma palabras de José María Merino para afirmar que “Tal vez la prevención española contra lo fantástico pueda atribuirse a la influencia eclesiástica”.


Juan M. Pardo | ¿Qué cuenta su novela 'El jardín del ginkgo'?

López Nevot | ‘El jardín del ginkgo’ podría considerarse una novela de formación, una bildungsroman, en la medida en que narra el proceso de aprendizaje de un joven estudiante, tanto desde el punto de vista intelectual como sentimental.

La acción transcurre en una ciudad universitaria española cualquiera, durante el curso académico 1973-1974. En ese sentido, cabría hablar también de novela de campus, de novela sobre la Universidad. ‘El jardín del ginkgo’ evoca literariamente la agonía del franquismo en el agitado y conflictivo ambiente universitario de la época: una atmósfera opresiva y claustrofóbica dominada por las últimas ejecuciones a garrote vil de la Dictadura, el cierre ministerial de la Universidad, los atentados ultras contra cines y librerías, el enfermizo verano de 1974.

Creo que la finalidad de la literatura, y del arte en general, no es ser una fiel representación de la realidad visible, sino, en palabras de Paul Klee, hacer visible lo no evidente

En cuanto al estilo, la novela no responde al canon realista, pues abunda en escenas y diálogos inspirados en la literatura del absurdo y en el surrealismo, uno de los movimientos artísticos que más poderosamente me han influido.       

Juan M. Pardo | ¿Cómo surge la idea de escribir esta historia?

López Nevot | Ciertamente, deseaba recrear aquellos años de iniciación, de aprendizaje, en los que adquirí mi educación intelectual y sentimental. Como decía Pío Baroja en su ‘Discurso casi doctrinal sobre la novela’, el escritor alberga un fondo sentimental, forjado en la infancia y en la primera juventud, una época en la que todo parece trascendental: las personas, las ideas, las cosas, el aburrimiento. Y yo quería justamente recuperar ese fondo sentimental oculto en algún repliegue de mi memoria. 

Ahora bien, mi propósito no era escribir una novela autobiográfica, sino un texto de ficción. Comparto la convicción de Angus Wilson: el novelista hace uso del mundo real para otorgar una apariencia de realidad al mundo imaginario de su creación.     

Juan M. Pardo | Literatura y paraíso, jardín y paraíso. ¿Espacios en común?

López Nevot | Sin duda, todo jardín es una imagen del paraíso. Y, a través de la literatura, evocamos paraísos perdidos: la infancia, la juventud, el primer amor, el jardín donde jugábamos siendo niños. El título de la novela alude al majestuoso ginkgo biloba que se alza en el Jardín Botánico de la Universidad de Granada, un verdadero fósil viviente, cuyas ramas han cobijado a generaciones de estudiantes. 

Juan M. Pardo | ¿La literatura es siempre un acto individual?

López Nevot | Para mí, el acto de escribir es siempre individual (aunque existan obras escritas a dos manos), pero la literatura no tiene sentido sin la participación activa de un lector. La lectura sigue siendo un acto silencioso, íntimo, privado, mental. No siempre fue así: hasta el siglo XIX, la lectura en voz alta fue lo habitual en Europa. En la actualidad se tiende a volver a la lectura oral en público.  

Juan M. Pardo | ¿Pesa el realismo en la literatura española?

foto1López Nevot | A mi juicio, el realismo sigue gravitando sobre la literatura española. Históricamente, ha sido la tendencia literaria predominante, a pesar de los libros de caballerías, obras de imaginación caracterizadas esencialmente por la presencia de elementos maravillosos, sobrenaturales o mágicos (dragones, endriagos, serpientes, enanos, gigantes, encantamientos, ambiente de misterio), y por situar la acción en ambientes exóticos y en un remotísimo pasado. Fueron precisamente esos libros de caballerías los que fustigó Cervantes en el Quijote.

Ahora bien, la vena fantástica siempre ha estado presente en la literatura española (pensemos en algunas obras de Bécquer, Rosalía de Castro, Alarcón, Galdós o Gómez de la Serna), aunque a menudo haya sido menospreciada como un género menor, incluso por sus propios cultivadores. Tal vez esa prevención española contra lo fantástico pueda atribuirse a la influencia eclesiástica, según ha escrito José María Merino.

Juan M. Pardo | Pareciera que determinados hechos sociales terminan representando una carga para la imaginación en el arte. ¿Comparte este criterio?

López Nevot | Creo que la finalidad de la literatura, y del arte en general, no es ser una fiel representación de la realidad visible, sino, en palabras de Paul Klee, hacer visible lo no evidente. Los hechos sociales, por muy determinantes que sean, no deberían asfixiar la imaginación creadora.

Juan M. Pardo | ¿Qué vínculos existen entre el derecho y la literatura?

López Nevot | Derecho y literatura se vinculan en tres planos distintos: 1) el derecho en la literatura, valiéndose de las obras literarias como medio para el conocimiento del orden jurídico; 2) el derecho de la literatura, que versa sobre los límites de la libertad de expresión (recordemos el caso de ‘Madame Bovary’ y el subsiguiente proceso judicial contra Flaubert por ultrajes a las buenas costumbres y a la religión), y 3) el derecho como literatura: considerar el texto jurídico como un texto literario, pues la diferencia entre ambos no es esencial, sino solo accidental.   

“La finalidad de la literatura no es ser una fiel representación de la realidad visible”