Fernando Garrido Tortosa, socialista y republicano
Fernando Garrido Tortosa fue una figura harto interesante el siglo XIX.
Tortosa basculó entre el republicanismo y un primigenio socialismo, en contacto con las corrientes ideológicas europeas. En este trabajo nos acercamos a su vida y obra en un siglo intenso
@Montagut5 | Fernando Garrido Tortosa fue una figura harto interesante el siglo XIX. Basculó entre el republicanismo y un primigenio socialismo, en contacto con las corrientes ideológicas europeas. En este trabajo nos acercamos a su vida y obra en un siglo intenso.
Fernando Garrido Tortosa nació en Cartagena en el año 1821 en el seno de una familia liberal. Se trasladó a Cádiz donde conoció a los seguidores de las ideas del socialista utópico Fourier, entre los que destacaba Joaquín Abreu, un personaje que merece, por su parte, mucha atención. Garrido Tortosa se trasladaría Madrid para dedicarse a difundir de las ideas del creador de los falansterios. En la capital traba amistad con Sixto Cámara. Juntos y con participación de Ferreras y Aguilar, crearon la sociedad “Los hijos del pueblo”, con planes revolucionarios. En 1848, en plena oleada represiva de Narváez para evitar el contagio revolucionario europeo, es detenido porque había publicado un folleto considerado subversivo, cuyo título era “La defensa del socialismo”. En el año 1851 salió de la cárcel y decidió marcharse al extranjero. Llega a Londres y comienza a frecuentar los círculos de todos los refugiados y exiliados que habían huido de sus respectivos países cuando las revoluciones de 1848 fueron duramente reprimidas. Su relación con Mazzini fue muy importante, entrando a formar parte del Comité Democrático Internacional.
El triunfo de la Revolución de 1868 le permite regresar a España. En el Sexenio Democrático fue diputado por Cádiz en las Cortes Constituyentes de 1869 y en las Cortes de 1872. Durante la I República es nombrado Intendente General de las Filipinas. Al fracasar la primera experiencia republicana y producirse la Restauración Borbónica debe exiliarse, en primer lugar en Lisboa, y luego en París. Allí se dedicó escribir y a pintar, ya que el arte fue otra de sus grandes pasiones.
Retornó a España en 1879. De ese año es una obra sobre cooperativas. Siguió escribiendo diversos libros y colaborando en el periódico “La Unión”. Garrido falleció en 1883 en Córdoba.