martes. 19.03.2024
morricone
Imagen: enniomorricone.org

La semana pasada, escuchando esa bella composición para la película Cinema Paradiso, de Tornatore, pensé en escribirle una entrada. Ahora el escrito tiene ciertas notas tristes porque su autor se ha ido y seguirá componiendo en otras alturas.

El cine de los últimos cincuenta años no sería el mismo sin las bandas sonoras realizadas por el genio italiano de Ennio Morricone. Escuchar su música es trasladarse al escenario de la película a la que acompañaba. Así, he podido pisar el lejano Oeste, aunque fuera en desérticos escenarios de Almeria, cada vez que oía los sonidos de algunas de sus más logradas obras; siendo observador privilegiado de esos duelos a muerte en los que las miradas y los gestos dan sentido a la partitura que los describe, haciéndome silencioso protagonista de los personajes de Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Gian Maria Volonté o Eli Wallach a través de la música del compositor transalpino.

Con su batuta lo mismo te transportaba al Chicago de la ley seca con los gánsteres y los intocables; a las aventuras del salvaje Oeste con aguerridos vaqueros cazarrecompensas y “traviesos” delincuentes; a las selvas latinoamericanas con sus misiones religiosas para salvar al mundo, que a la ilusión de un niño frente a la belleza del séptimo arte.

Trabajó con los más grandes del cine mundial, pero, sobre todo, formó una pareja casi perfecta de baile cinematográfico con su paisano Sergio Leone, al que acompañó musicalmente en seis de sus siete películas. Una unión de resultados sublimes en la que los elementos conceptuales del cine del uno “el barroquismo escenográfico, la discordancia del ritmo, la geografía delirante, la solemnidad y la ironía, el erotismo elíptico y la violencia frenética, los personajes peculiares y las no menos peculiares que establecen, el aliento mítico, la trascendencia del pasado, la nostalgia, la muerte”, encontraban “su interpretación musical idónea, puesto que nacen de ella” (Aguilar, 2009, p. 79). Leone afirmaba que “si es cierto que yo he creado un nuevo tipo de western, es Ennio Morricone quien le ha dado vida”. Para Giuseppe Tornatore, “egli non è solo un grande compositore film che è un grande compositore”.

Obtuvo un Óscar honorífico por toda su obra en 2006 y, finalmente, el otorgado a mejor banda sonora original diez años después por la música para The hateful eight de Tarantino. Este año había sido reconocido con el princesa de Asturias de las Artes junto a John Williams, otro compositor de lujo. En 2016 inició la que iba a ser su última gira musical, The 60 years of music tour, que se alargó durante más de tres años y en la que  estaba acompañado de doscientas personas entre músicos y cantantes.

Ese era Ennio Morricone, creador de música celestial para el cine. Nació en Roma el 10 de noviembre de 1928 y ha muerto en la ciudad eterna el 6 de julio de 2020. Que las notas le acompañen en el paraíso al que haya ido como tantas veces su música nos ha embriagado de sueños.

Morricone en el paraíso