jueves. 25.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES

El Regal Barça ganó ayer su segunda Euroliga, y de paso se cobró una venganza histórica por el infausto tapón ilegal de Vrankovic que le arrebató la final de París de 1996 y por la de 1991 con un equipazo en el que militaban grandes jugadores, como Epi o Solazábal. El equipo de Xavi Pascual se dio un paseo frente al Olympiakos griego, machacándolo sin piedad en un partido absolutamente impecable de la escuadra catalana. Juan Carlos Navarro, MVP de la final (que también estuvo en la Euroliga del 2003, y que a estas alturas ha ganado todo lo ganable), se echó al equipo barcelonés a la espalda con un gran acierto en los tiros exteriores. Destacaron también Fran Vázquez, con cuatro tapones espectaculares; Sada y una defensa brillante sobre Papaloukas; y, por supuesto, Ricky Rubio, que aunque algo irregular demostró que es el mejor jugador joven de Europa hoy por hoy (y, de hecho, el más joven en ganar un título europeo).

El equipo griego no pasó de ser un conjunto de buenas individualidades en pista; los muchos millones que estas individualidades habían costado no fueron capaces de detener un Barça tácticamente irreprochable, rápido, atrevido y chispeante. Al final del primer cuarto se llegó con la importante ventaja de 28-19; la tónica se mantuvo durante casi todo el partido, excepto durante el tercer cuarto, que gracias al buen hacer de Papaloukas llegaron a acercarse a cinco puntos. Pero fue sólo un espejismo; entre Sada y Navarro secaron al Olympiakos, recuperaron la renta de puntos y se dedicaron a disfrutar del tramo final del partido, que les llevó tranquilamente a celebrar una victoria ejemplar (86-68), de libro de táctica, sobre el conjunto de Giannakis, que fue masacrado pero no tiró la toalla en ningún momento.

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