viernes. 19.04.2024
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Fotos: Jesús Huerta

JESÚS HUERTA |

A menudo tienen que llegar los grupos folclóricos para recordarnos que no hay nada más universal que la raíz, que crece debajo de la tierra para poder saltarse con facilidad las fronteras. Tampoco hay aduanas para la música, que puede viajar de Palencia a La Habana pasando por Portugal sin que haya verja metálica que la detenga.

El Naán se presentó en Estival Cuenca advirtiendo al público de que lo que iban a presenciar no era un concierto, sino un rito. Al final resultó ser una fiesta, una celebración de la vida de dos horas de duración a las puertas del antiguo convento San Pablo de Cuenca. La ceremonia estuvo dedicada a todos los dioses antiguos, a los presentes y a los ausentes, y su letanía estaba escrita por Miguel Hernández, pastor y poeta, oficios que hablan el mismo idioma como bien recuerdan los del Cerrato en su actuación.

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Desde el máximo respeto a la tradición, El Naán mezcla raíces en un repertorio en que caben desde llamadas lanzadas a la hoz del Huécar con un cuerno de batalla hasta los ritmos caribeños. No en vano se presentan los palentinos como unos negros de Castilla. También reivindican a Santiago Auserón, artista que sonará este miércoles en Estival Cuenca, maño universal al que le dedican una canción por atreverse a abandonar la comodidad de los ingresos de los recopilatorios de la movida madrileña para explorar el territorio del son cubano.

A lo largo del concierto se confrontan la guitarra garrocha y el bajo eléctrico, la flauta de ala de buitre con el saxo, los cavernosos sonidos de la tierra con el funky, la jota con el jazz. La poesía ejerce de hilo conductor de un relato musical en el que lo tradicional inunda lo contemporáneo y que, a pesar de su espíritu festivo, también contiene mensaje. El Naán se acordó en su actuación de la gente que trabaja la tierra, del pastor, del pueblo saharaui y de las abuelas que no pueden enterrar a sus padres enterrados en las cunetas. Al final, todo lo que ocurrió sobre el escenario Solán de Cabras de Estival dejó huella a los asistentes, que a duras penas pudieron resistirse a la llamada del baile. Seguro que el flautista de Hamelín era folkie.

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Los de Palencia decidieron invertir el orden previsto por la organización, así que actuaron en primer lugar en una velada que se completó con la actuación de Collado, una nueva banda de folk ibérico liderada por Javier Collado, impulsor desde Tarancón de proyectos como Zas! Candil. A su alrededor se han reunido músicos de toda la península que han pasado por proyectos como Las Piojas o Coetus, entre otros.

Este grupo de discípulos de Eliseo Parra presentaron en Estival algunas de las canciones de su primer disco, en el que predominan canciones de La Mancha conquense pero que viaja hasta Portugal. El espíritu de este proyecto es precisamente grabar varios discos con canciones de la tierra de la que proceden sus distintos componentes. Atractiva propuesta la de este grupo que navega con el pandero cuadrado por bandera.

El Naán prueba en Cuenca que las raíces no entienden de fronteras