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Vida, historia, cultura, literatura… Juan Antonio Molina ha explorado varios géneros en su larga trayectoria como poeta y escritor. Fiel siempre a sus raíces andaluzas, este sevillano de nacimiento tiene en su haber varios poemarios y otros tantos ensayos, pero también antología, novela y teatro. Su pluma le tiene ligado al pulso continuo del periodismo como columnista en varios diarios y revistas, entre ellos Nuevatribuna, si bien “siempre he sido o me he conjurado escritor, aunque ejerciera los nobles oficios de periodista o arquitecto”, ha asegurado en alguna ocasión. Pronto verá la luz un nuevo trabajo, “La poesía insurgente del abismo. Leopoldo María Panero, poeta maldito y mártir”. De ello nos habla en esta entrevista.
Hablamos con Juan Antonio Molina
Nuevatribuna | “Poesía insurgente”, “poeta transgresor” … ¿Qué te ha llevado a acercarte a la figura de Leopoldo María Panero y escribir sobre él?
Leopoldo María Panero buscó y consiguió ser un 'poète maudit', hizo de su vida literatura y de la literatura su vida
Juan Antonio Molina | La obra y el personaje de Panero son sobremanera singulares e interesantes. Cuando Verlaine publicó Les poètes maudits, en 1884, dio carta de naturaleza a una categoría de literato cuyo genio era a la vez su maldición: la tragedia vital y la tendencia a flirtear con el abismo —a veces con la demencia, a veces con la propia destrucción— eran rasgos característicos. Verlaine incluía a seis poetas a los que había conocido personalmente en su lista de malditos, uno de ellos Stéphane Mallarmé, monarca indiscutible del parnaso personal de Panero. Los textos panerianos se caracterizan por una ruptura vanguardista, un acto de provocación de un yo poético siempre transmutado en innumerables máscaras culturalistas o de caliginosa semblanza, pulsión de Tánatos y escepticismo. Panero, en definitiva, es disenso y distopía. Expresión de un ámbito literario enmarcado dentro de la sentencia nietzscheada de “Dios ha muerto” y el arquetipo freudiano del “parricidio originario”. Quizá, el último maldito. Buscó y consiguió ser un poète maudit; creó su propio papel para el mundo; hizo de su vida literatura, y de la literatura, su vida. Todo ello, fue lo que me llevó a acercarme a la figura de Panero.
La poesía está muy presente en toda tu obra literaria. Tienes varios poemarios y has recibido varios premios (*). ¿Qué significado tiene para ti la poesía?
La poesía es un misterio porque es decir con palabras lo que no se puede expresar con palabras
Para mí la poesía, tal como concebía Cernuda la vocación poética, es una fatalidad en el sentido de fatum en la vieja mitología romana, la personificación del destino, similar a la Ananké o Moira de la mitología griega. No hay poetas ocasionales, ni accidentales, porque la construcción de un mundo poético requiere una especial tendencia a esa revolución semántica de la que nos hablaba Federico García Lorca cuando decía que la poesía era la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse y que forman algo así como un misterio. Eso, en definitiva es la poesía, un misterio porque es decir con palabras lo que no se puede expresar con palabras.
Desnuda paz, tempestad inversa,
Espuma simulando un himno que se desliza
como un reptil sobre la vida y sus narcóticas geografías
-tu cuerpo y mis límites sin sangre-,
concierto de tinieblas con los ecos minerales
de la lluvia de abril en el acero del poema
donde los dioses
profanan la tumba del hombre.
(La tumba del hombre. PROMETEO ENCADENADO)
Los clásicos y la antigua mitología están muy presentes en tu obra poética. ¿Cómo definirías tu poesía?
He intentado que mi poesía se adentre en evocaciones arquetípicas que se conjuguen con la vida cotidiana para recrear una épica contemporánea mediante referencias clásicas y culturales que acerquen al lector y su realidad habitual a un universo lleno de referencias emocionales.
Y, ¿qué valor tiene para ti la poesía en estos tiempos del mensaje rápido y simple en las redes sociales?
Las redes sociales fomenten más la confusión que el conocimiento
La poesía es el instrumento emocional del conocimiento. Pablo Neruda afirmaba que cuando un poema suyo veía la luz dejaba de pertenecerle porque compartía la autoría con todo aquel que leía el poema, una obra lírica cambia según el lector, nadie lee el mismo poema, puesto que cada lector lo reconstruye apelando a su sensibilidad y estado emocional. Para Octavio Paz, cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro. Por otro lado, “El medio es el mensaje” afirma Marshall McLuhan para advertirnos que la forma de un medio se incrusta en cualquier mensaje que transmita o transporte, creando una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo se percibe el mensaje. Las redes sociales, con su simpleza, al contrario que la poesía, no requiere ningún tipo de referencia cultural, ni complicidad emocional, ni contextos de conocimiento, sino que constituyen una limitación frívola de la realidad porque como escribía Ortega y Gasset, simplificar las cosas la mayoría de las veces es no haberse enterado bien de ellas. Por ello, no es de extrañar que las redes sociales fomenten más la confusión que el conocimiento.
¿Estás en estos momentos con algún nuevo trabajo?
Para la primavera del próximo año verá la luz mi poemario “Héroes de papel”, donde recreo la existencia de personajes, reales y ficticios, que tuvieron espacios de irradiación en un tiempo compartido por muchas personas y que, por ello, impedirá que todo muera, como nos diría Horacio, “no moriré del todo”. Es la recuperación poética de una memoria emocional que aspira a que el lector proclame envuelto en los versos del libro: “non omnis moriar".
En tu trabajo como ensayista, también rescatas la figura de otro de nuestros más insignes poetas, Luis Cernuda, sevillano como tú. Qué cuentas en tu libro “Luis Cernuda, un español sin ganas”.
“Un poema es casi siempre un fantasma,” afirmó Cernuda
He pretendido resaltar la vida y la obra de Cernuda desde el drama personal que expresa en el verso: “algún día yo seré aquello que amo” y que define la peripecia vital del poeta y destila el daguerrotipo de una existencia marcada por la desolación moral y psicológica. Porque no hay drama personal más profundo que una sociedad que niega todo cuanto somos. Es un desgarro emocional, intelectual y humano que genera “la vida como un naufragio constante”, según Ortega y Gasset. “Un poema es casi siempre un fantasma,” afirmó Cernuda. Su obra, sin embargo, sigue tan contemporánea como irreductible a la moda, expresión de un perfecto maridaje entre técnica y sinceridad poética y personal. Desde los poemas, Cernuda se defendió, se explicó y maldijo, con apasionado malquistar, cuanto le impedía “ser aquello que amaba.” Desde su marginalidad, sobresanó su obra y fue fiel a una intensidad que unificó y fundió vida, poesía y proceso cultural. Todo ello, se sustanciaba en Cernuda en la configuración de un trágico destino o de un temperamento difícil, siempre asomado a las crisis históricas españolas, y que fue matizándose por su amor, su complicada pasión por una patria a la que nunca dejó de referirse para llamarla en vano como solo puede invocarse lo que se ama; para ofrecer su inmensa inteligencia lírica y regalarnos una de las trayectorias literarias más poderosas de nuestra lengua.
Repasando tus libros de ensayos, vemos varios trabajos sobre la historia de Al Andalus, y en particular sobre la cultura gastronómica arábigoandaluza. ¿Qué legado nos ha dejado?
La gastronomía andaluza es un exponente de las diversas culturas que a lo largo de la historia se han ido asentando en su territorio
Cuando los islamitas ponen pie en la Península Ibérica en el siglo VIII, la valija cultural que traían los musulmanes se sustanciaba solo en una concepción religiosa basada en el Corán y la poesía que recibía el nombre de casida. Sin embargo, en Córdoba floreció, mientras en el Medievo de la Europa cristiana se vivían los terrores del año mil, una alta cultura con matices propios y sin cuyo amor a la literatura y artes clásicas hubiera sido imposible el Renacimiento. Esa rica cultura generó, como elemento más de su notoriedad, una gastronomía imaginativa y de extraordinarios sabores, con esa importancia que la coquinaria tiene en la identidad de un pueblo y que los anglosajones llaman foodscapes, para incluir dimensiones tales como la económica o la social.
En la misma línea, también te has interesado por la gastronomía andaluza y en particular por la cocina Sevilla. ¿Qué significado tiene para ti en términos culturales?
La gastronomía andaluza es un exponente de las diversas culturas que a lo largo de la historia se han ido asentando en su territorio, por lo que, lejos del inmerecido calificativo de “tierra de fritanga”, Andalucía posee una riqueza coquinaria excepcional. El influjo cultural de la cocina meridional fue notable, le doy un ejemplo: los canónigos de Ruán, cuando se reunían, celebraban mucho una sopa fría que no era otra cosa que el ajo blanco malagueño. En Italia triunfaron las berenjenas rellenas, que era un plato preferido por los andalusíes.
BREVE BIBLIOGRAFÍA
Juan Antonio Molina (Sevilla, 1956) es periodista y escritor, columnista en varios diarios de difusión nacional y colaborador de revistas literarias de América y España. De su autoría son los libros de poemas Penélope y las horas sin retorno, Todos los días sin tu nombre, El salario de Caronte, Vivir en el Leteo, La muerte de Voltaire, y en el conjunto de su obra, los libros en prosa, entre otros, El origen mitológico de Andalucía, Breve historia de la gastronomía andaluza, Dios mío, ¿qué es España?, La cocina musulmana de Occidente.
(*) Ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía «Desiderio Macías Silva» (México), Premio Internacional de Poesía «Videncia» (Cuba), Premio de Poesía «Dunas y sal» (España) y Premio de Poesía «Noches del Baratillo» (España).