jueves. 25.04.2024

Mi querido señor marqués; señor marqués de Cabo de Palos:

Bien sabe V.E. que cuando mejor se ríe es cuando uno se ríe de sí mismo; y si esa risa es compartida: mucho mejor.

De sus años mozos en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia, el señor marqués recordará el imperativo categórico kantiano de 'no engañar'.

El filósofo alemán demostró que en todas las culturas y en todas las épocas, 'engañar' ha sido siempre éticamente reprobable. Como también sabrá el señor marqués: en El origen de la especies, Charles Darwin apuntó que "no sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan".

Nos acercamos a un cambio que solo será mejor para aquellos que sepan entenderlo y aceptarlo. Quienes no sepan, o no puedan, perderán la esencia de su ser; dejaran de ser lo que eran, vivirán solos y perdidos en iridiscentes pompas de oro y carbón. 

Porque el mundo de base lechosa que hemos conocido hasta ahora: desaparecerá. El mundo de aquel "señor de Sevilla que era diestro en manejar el caballo y un maestro en refrescar manzanilla", desapareció; y el de sus nietos, ahora, desaparecerá.

Y vendrá otro gris, trasparente, ultraconectado, triste y distante, donde ya no se podrá banalizar con el engaño, donde la libertad individual será un recuerdo, y los gobiernos, sea cual sea su sistema político, harán uso de la tecnología, y la inteligencia artificial combinada con el big data, para facilitar la vida a la 'buena gente' y complicarla y dificultarla la 'mala gente' (dentro del concepto 'gente' entran personas físicas y personas jurídicas).

Porque la teoría de lo que está bien y lo que está mal, lo sabemos todos; lo que no sabemos es el modo de llevar esa teoría a la práctica: que la 'buena gente' ejerza el bien como por inercia, sin dificultades, sin parecer "de bueno, tonto". Y para ello, lo primero y principal es 'no engañar'. Empezando por uno mismo: no engañarse uno a sí mismo.

Firmo con uno de los muchos seudónimos que utilizo, muy a la altura de la alcurnia de V.E.

©Ulises Borgia 

No engañar