viernes. 19.04.2024

Merece la pena preguntarse el valor que tienen las copias de las imágenes artísticas en el mundo de Internet, en el que todo se copia de manera digital. El grabado, técnica por antonomasia hace dos siglos, ya no es la única forma de llegar a las obras de arte, y los artesanos no son los únicos que pueden dibujar sobre planchas, a pesar de que fueran los que mejor conocían la técnica de primera mano. Algunos podrían llegar a pensar, en esta situación, que el grabado ha muerto. Pero tal como el dibujante Sempé profetizó la no muerte del libro en papel, las nuevas técnicas de grabado profetizan una larga vida a la artesanía de la tinta.

Elena Carrasco es uno de esos ejemplos artísticos, capaz de demostrar esa pervivencia a través de su propio proceso litográfico. El grabado en piedra y posteriormente coloreado a mano con “acuarelas, óleos y cualquier pigmento que atraviese el papel” permiten al espectador, imaginar recuerdos personales y cuentos a través de los grabados en serie. Animales fantásticos, arlequines y reinterpretaciones de Reyes Magos, reflejan toda una mitología nacida de objetos cotidianos de la niñez, como los perros de porcelana de la casa de su abuela.

Con la formación específica de un técnico de taller y las imagénes necesarias para un trabajo personal, la artista reconoce que “cada imagen es únicamente manual y cada impresión tiene un modo de entintado, un papel y una presión” lo que permite que cada una de las imágenes que componen su trabajo tengan un ritmo múltiple, pero a su vez, una identidad propia.

La artista ha regresado a España después de varios años trabajando la litografía en lugares como la escuela Tamarinc de Nuevo México (EEUU) especializada en la formación de litografistas o en Irlanda del Norte, donde también realizó una muestra de obra litográfica con estas impresiones, que vuelven en esta ocasión presentadas con los objetos cotidianos del trabajo que realiza y los objetos que le obsesionan, con los que compone sus figuraciones.

Elena Carrasco se ha especializado también en la edición y colaboración con artistas, algo que la litografía, por su naturaleza, puede facilitar: “fue una revelación en su momento, porque hasta entonces el grabado se trabajaba de una manera artesana (...) y brindó la oportunidad a muchos artistas que no eran artesanos de acercarse a la técnica, poder dibujar sobre la matriz directamente”. Algo en lo que aspira a poder colocarse como intermediaria, para crear una simbiosis del artista y el dibujo con las técnicas artesanales y el propio proceso de producir esas imágenes.

Objetos y figuraciones que vuelven desde la pintura hasta posarse en un grabado, de su propia mano, llegan en palabras de Elena, como “un mundo que resuena con tensión poética, donde el significado se siente pero no se conoce”.

Elena Carrasco, perros de porcelana y grabado en piedra