viernes. 19.04.2024
Luis Lucio Lobato. Acto de Toledo en las primeras elecciones democráticas 1977

La Editorial Atrapasueños ha publicado la novela póstuma de Luís-Lucio Lobato Espronceda. (Toledo 1920-Madrid 2001), El Futuro Acaba Hoy. No es una novela de ficción porque describe con toda su crudeza los primeros años de la derrota de la Segunda República. Son las tenebrosas cárceles franquistas y la impunidad de los carceleros despojados de cualquier atisbo de humanidad. Son los años de “la victoria” en la que los presos políticos son tratados peor que los animales, eso sí, previamente se les ha quitado su condición de seres humanos.

El Futuro Acaba Hoy es  una novela de sensaciones, emociones sentimientos y también de frustraciones; tan dura como los veintiséis años que su autor pasó en prisión. En ella se mezclan las esperanzas y las desilusiones de los presos. Hay momentos en el que el deseo de morir, ante la incertidumbre de una vida que no es vida y de los fusilamientos que les atenazan día a día, se convierte en  una esperanza para poder descansar. La maldad del ser humano aparece con toda su acritud, pero también aparece la solidaridad entre los presos políticos. No faltan, aunque pocas veces, las alegrías y las bromas, como cuando un funcionario ve a un preso leyendo La gitanilla y le espeta “lo que yo decía un libro de mujerzuelas”  “¿de quién es?” le pregunta – “de Cervantes señor”, le contesta- “pues llame a ese Cervantes y los dos a celdas de castigo”. Todo ello con el consiguiente estallido de risas de los presos allí presentes.

Para los que no vivieron aquel período es difícil entender la dureza de aquellos años y como a base de castigos, torturas y fusilamientos se pretendía romper la dignidad de los presos. ¿Cómo explicar a un joven o no tan joven ciudadano, la soledad de esos momentos en los que ya no te quedan ni ganas ni esperanzas de vivir, porque también a veces las esperanzas se pierden. “Morir es dormir, tal vez soñar” recuerda  Andrés, el maestro, de la obra de Shakespeare. Pero “morir es dormir, dormir con un sueño eterno, un sueño abisal, de paz infinita….”

“El preso es un ser emplazado ante una perpetua disyuntiva: la locura o la sublimación. La cadena de violencias que ata todas sus horas le pueden llevar a perder el juicio el mismo día de su detención. Pero aun cuando hayan pasado unos años sin que su razón se desvencijara como un paraguas desvarillado por el ventarrón no puede asegurar aún que la próxima ráfaga no lo vaya a conseguir. O, por el contrario, acabe haciendo una religión de su pasado”

Esperar todos los días a que el carcelero pueda  entrar en la celda de los condenados a muerte y lea su nombre para entrar en la “saca” de ese día, perpetúa la incertidumbre y le hace especular sobre todas las posibilidades de salvarse, de los indultos que nunca llegan o tal vez la intercesión de algún familiar o conocido con influencia sobre la jerarquía fascista puede servir para que se le condone la pena. Pero también se pregunta porque está allí cuando la única razón es formar parte de los vencidos en una guerra, cuando fueron los vencedores los que se levantaron contra un Gobierno legal que había salido de las urnas  y eso hace todavía más dura su situación. Se condena no por delitos de sangre sino por haberse opuesto al golpe de Estado de los sediciosos. 

Luis Lucio Lobato Espronceda pasó veintiséis años en las cárceles franquistas, desde las etapas más duras de la represión en los años cuarenta hasta el último periodo después de la muerte de Franco, salió de la prisión de Carabanchel en el verano de 1976

Pero como dice el autor “Trivializar la muerte es empezar a no temerla, a dominarla y, por consiguiente, a combatirla. Es encararse con ella  sin jactancia pero sin sumisión, hablándola de tú a tú, ironizando con ella, burlándose, mirándola sin temor, como el sepulturero a sus calaveras”

Pero como hábil argumentador en el debate, Lobato pone a discutir a los presos  condenados a muerte que comparten la celda. Son debates que están presentes en la actualidad, como cuando Sebas refiriéndose a la ideología de los franquistas dice: “para mí es evidente que algunas de esas ideas prenden incluso en gente que no son fascistas”…… “Más que ideas –le corrigió con delicadeza Luque (a Julián)- lo que tiene son frases grandilocuentes. Sí, pero esas frases –opinó Andrés- al fin y al cabo son ideas; “Patria”, “Unidad de los hombres y de las tierras de España”, “Por el Imperio hacia Dios”…..Ideas atroces en la práctica del Régimen, pero cuyo enunciado puede resultar incluso atractivo” “Yo no doy categoría de ideas a lo que son abstracciones, conceptos mágicos" reafirmó el médico

Luis Lucio Lobato Espronceda pasó veintiséis años en las cárceles franquistas, desde las etapas más duras de la represión en los años cuarenta hasta el último periodo después de la muerte de Franco, salió de la prisión de Carabanchel en el verano de 1976. Recorrió muchas cárceles, vivió las sacas de los años cuarenta y también los fusilamientos de septiembre de 1975, participando como protesta en una huelga de hambre en Segovia. Su timidez, sin duda lo era, le ha llevado a relatar sus experiencias por medio de esta novela. Una novela en la que cualquier persona que haya pasado por la cárcel se puede identificar, pero también aquellos que se sientan comprometidos con la historia de nuestro país. Es brutal, sin concesión a una experiencia que cualquiera podría considerar traumática.   

Siempre se ha dicho que los crímenes perfectos no existen, pero es mentira. Aquellos que bajo aquel régimen de terror fusilaron, torturaron, encarcelaron y expropiaron de sus bienes a los disidentes han quedado impunes. Los crímenes perfectos son aquellos que se hacen con la connivencia de los que tendrían el deber de investigarlos y no lo hacen. Son aquellos que se hacen bajo el amparo y la participación de la policía, la judicatura y los medios de comunicación.

Los que hemos convivido con Lucio Lobato en la cárcel, aunque en un corto período, sabemos que su carácter no dejaba espacio a la frivolidad. Era un hombre de convicciones profundas, pero sin sectarismos, era una persona digna en el sentido más amplio que se puede dar a esa palabra. “Mira, Benito, la vida no se puede encerrar en un puño” me dijo en una ocasión, ante la vehemencia de un joven que con poco más de veinte años esperaba cambiar el mundo ya.

En la cárcel de El Dueso 

Lucio Lobato estaba en la cárcel de Segovia cuando llegué, seguía allí cuando volví casi un año después y allí se quedó cuando salí en diciembre de 1975 a la muerte de Franco. Él siempre estaba allí. Simplemente nos dimos un abrazo. Los dos sabíamos que pasase lo que pasase los dos seguiríamos siendo comunistas. Nuestras vivencias nos comprometían a seguir. Las suyas sin duda se reflejan en esta magnífica novela, que hay que leer con detenimiento, pero también con el corazón.  

En la cárcel de El Dueso, Luis Lucio Lobato con otros miembros del PCE y sus hijas e hijos

JOSÉ BENITO BATRES, el autor de este artículo fue detenido la primera vez con quince años, procesado cinco veces por el Tribunal de Orden Público con dos condenas de cárcel, una de ellas por pertenecer al PCE. Cumplió un total de más de cuatro años en prisión y salió de la cárcel de Segovia a la muerte de Franco.  

El valor de la dignidad