jueves. 25.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO 14.01.10

Según informa Público, el Ministerio de Cultura invertirá 1,5 millones de euros en un buscador que permitirá navegar por toda la oferta comercial de obras culturales disponible en el mercado español, medida que pretende luchar contra las descargas por redes P2P. A esa cifra se sumarán 400.000 euros invertidos por la Coalición de Creadores, y otros 150.000 del Ministerio de Industria. Como explica Público, el buscador "no incluirá música, películas, libros o series, sino que localizará el archivo que busca el usuario dentro de la oferta de pago ya existente en la Red". El catálogo remitirá a páginas asociadas como Filmotech, iTunes y otros, que serán quienes retribuyan a los propietarios de los derechos de autor.

Esta idea del Ministerio de Cultura llega tarde y mal. Los buscadores de obras culturales en tiendas on-line existen desde hace años, y a estas alturas resultan totalmente innecesarios, puesto que el usuario ya sabe dónde y cómo encontrar las obras que busca; sin contar que el propio Google puede hacer exactamente lo mismo sin tener que gastar dinero de los contribuyentes, o que tiendas como iTunes no necesitan a nadie que las dé a conocer. Los asesores del Ministerio parecen trabajar con la concepción que se tenía de Internet hace diez años; el negocio en la Red actualmente va por otros derroteros, según demuestran los últimos modelos de negocio que están triunfando en la red, como el ya establecido Spotify o el recién nacido Voddler: material audiovisual en streaming financiado mediante publicidad.

El Ministerio quizá debería preocuparse de otras cuestiones, como por ejemplo impulsar la renovación del mercado editorial español para empezar a comercializar e-books. Sirva de ejemplo la anécdota que cuenta en clave de humor el conocido bloguero y guionista: tras cansarse de buscar una tienda donde comprar un libro electrónico, decidió ejercer su derecho a la copia privada y bajarse uno sin más. Al igual que les pasó a las discográficas en su momento, las editoriales están cerrando los ojos a los cambios que conlleva Internet; en los círculos editoriales se escucha decir que aún no está popularizado, que no saben cómo gestionarlo, que esperan que finalmente no triunfe... No se dan cuenta de que sólo existen dos opciones: subirse al tren de lo digital o seguir tumbado en la vía, en espera de ser atropellado.

El buscador de Cultura, con 10 años de retraso