viernes. 26.04.2024
El Socialista, 3 de octubre de 1926 (número 5511)
El Socialista, 3 de octubre de 1926 (número 5511)

@Montagut5 | En este artículo queremos plantear los modelos de educación obrera de la mano de un personaje, sin lugar a dudas, intenso y contradictorio en la Europa de entreguerras. Estamos hablando del socialista belga, Henri de Man (1885-1953) que, en todo caso, era un experto en la materia.

Man fue autor del planismo en el período de entreguerras, el conocido como “Plan de Man”, que adoptó el Partido Obrero Belga en 1933. Consistía en la defensa de la planificación como instrumento modificador de la sociedad, y que inspiró tanto a comunistas y socialistas como al fascismo y al ámbito democristiano, así como en los planes de la reconstrucción francesa después de la Segunda Guerra Mundial. Pero esa parte no es la que generaría polémica en torno al personaje. En la segunda mitad de los años treinta hasta 1940 desempeñó importantes responsabilidades ministeriales en Bélgica, llegando a ser viceprimer ministro entre 1939 y 1940. Pero el problema surgió cuando decidió colaborar en la ocupación nazi del país, disolviendo el POB en 1940 con su idea del fin de la democracia. En todo caso, se desengañó pronto y en 1941 se exilió en Saboya. Fue condenado in absentia a veinte años de prisión, muriendo en un extraño accidente de tráfico en Suiza con su esposa en junio de 1953, siendo posiblemente un suicidio.

Man fue autor del planismo en el período de entreguerras, el conocido como “Plan de Man”, que adoptó el Partido Obrero Belga en 1933

En los años veinte y treinta es evidente que fue un socialista muy destacado y los españoles publicaron algunas de sus aportaciones. Así en octubre de 1926 El Socialista se hizo eco del estudio que Henri de Man hizo en el periódico educativo obrero alemán Die Tat sobre los distintos tipos de educación obrera que se observaban en el mundo. Así pues, estableció que había un modelo alemán, otro norteamericano, uno británico y, por fin, uno belga. El germano era calificado de político y dogmático, el de los Estados Unidos vendría a ser societario y utilitarista, el británico, ecléctico y, por fin, el de su país, sintético.

El modelo alemán se daba también en Austria, en la Suiza germana, en Holanda y en los países escandinavos. Este modelo plantearía que el alumno no era el objetivo sino el sujeto de la enseñanza, fijándose además más en la clase que en los intereses individuales, es decir, era un modelo educativo para fomentar la conciencia de clase, desestimando el lado cultural de la educación, por lo que tenía a imitar, aunque no fuera su intención, el método educativo autoritario de la burguesía. Los alumnos tenían que aceptar un completo sistema de conclusiones lógicas. Man afirmaba que la educación obrera alemana, en general y como se practicaba en la Escuela Obrera de Berlín, aún perseguía ideales marxistas y que en Occidente se consideraba demasiado presuntuosa y autoritaria, hasta pedante en sus métodos.

El modelo alemán se fijaba más en la clase que en los intereses, era un modelo educativo para fomentar la conciencia de clase

El modelo norteamericano sería el opuesto al alemán. El movimiento educativo estaría bajo la protección del órgano central obrero nacional porque en Estados Unidos el Partido Socialista no jugaba papel alguno en esta materia. Las Uniones Obreras se aferraban a su neutralidad política. La educación era muy práctica vinculada a las necesidades de los Centros obreros: métodos de organización y de administración, historia política, cuestiones cotidianas de interés social, etc. La única escuela norteamericana dirigida por socialistas era la Escuela Rand de Ciencias Sociales, pero no tenía conexiones con el conjunto del movimiento obrero, siendo sus alumnos, en gran mayoría, inmigrantes judíos de la Europa del Este.

El movimiento educativo británico era más uniforme, era más antiguo y conservaba aspectos del siglo XIX: el tradeunismo, el marxismo inglés de Hyndman, las utopías cooperativistas y los comités obreros sindicalistas. Habría una gran diferencia entre la Asociación Educativa Obrera, que recibía como miembros de honor a los líderes de todos los partidos, y la Liga Plebs, que defendía un comunismo marxista ortodoxo. Las Sociedades Obreras, así como los individuos, elegían el tipo de educación que preferían. El órgano central obrero inglés, que trataba de poner bajo su administración la enseñanza de clase, se basaría en la idea británica en relación con la máxima de que lo que valía persistiría y lo que no se moriría por sí mismo.

La única escuela norteamericana dirigida por socialistas era la Escuela Rand, pero no tenía conexiones con el conjunto del movimiento obrero

Por fin, el tipo belga de educación obrera se basaba en la unidad de organización de las distintas ramas del movimiento sindical y socialista, que había hecho posible que en Bélgica se pudiera combinar la variedad ideológica de tipo británico con la uniformidad alemana. La unidad del movimiento obrero belga descansaría más sobre una base programática que doctrinaria. Desde 1911 el movimiento educativo habría oscilado entre dos tendencias. Había una de signo utilitaria y otra más teórica y propagandista. Para Man la primera representaría mejor que la otra al movimiento obrero belga, frente a la otra que buscaba seguir las normas de la socialdemocracia alemana. Al final, se había conseguido una especie de síntesis. Por eso, al principio había calificado al modelo belga de sintético. Cada uno de los comités locales y regionales representaba las tres ramas del movimiento obrero: Partido, Sociedades Obreras y Cooperativas. La centralización a la alemana estaba matizada porque había más facetas. Ese carácter sintético se podía ver en el Colegio Obrero de Bruselas. Tenía algo de británico porque la mayor parte de los profesores eran hombres prácticos que procedían de las filas obreras y fomentaban una formación muy práctica con visitas incluidas a los centros de trabajo. Además, la enseñanza no era nada autoritaria, fomentándose que el alumno pensase por cuenta propia.

Hemos trabajado con el número 5511 de El Socialista, del día 3 de octubre de 1926.

La educación de los trabajadores en los años veinte