“La dulce” de Dostoievski: un particular salvavidas
Reseña 'La dulce' de Fiódor Dostoievski. Una recomendación de Mercedes Suero.
El cuerpo de su esposa suicida yace sin vida encima de una mesa mientras él, observándolo incrédulo intenta reconstruir en un soliloquio desbaratado lo que ha ocurrido, qué le ha llevado a esa situación. Intenta poner en orden sus ideas de un modo desperdigado, intenso, siguiendo el camino de la emoción y el desconcierto del momento. Poco a poco su relato va tomando forma, dirigiéndose en ocasiones a un público imaginario, incluso solicitando cierto feedback por parte de éste. Es a veces un monólogo delirante, otras, una sucesión temporal de su vida establecida tras un conjunto de convicciones y acciones claras para llegar a un objetivo madurado. Todo se desvanece con el fatal desenlace de la esposa, pero él intenta llegar a la conclusión, al porqué, utilizando este método catártico donde todos somos espectadores de una especie de obra teatral con un monólogo como trama. Una relación de pareja silenciosa, de incomunicación como estrategia para un fin que no se cumple, una respuesta clara dada a sí mismo tras toda la introspección realizada y que hace que “se le caiga la venda”, que aparezca la revelación. Con el remordimiento que acompaña a la culpa, esta novela corta de 1876 tiene muchos ingredientes de otras obras del admirado autor ruso: personaje que roza lo miserable, atormentado y alejado de la sociedad. Utiliza la suerte como factor imprevisible y definitivo de la propia vida. Un sinfín de detalles que se aprecian en poco más de cien páginas, a paso lento, saboreando con la mayor tranquilidad que nos permita una lectura maestra como La dulce.
La editorial Funambulista apuesta por esta nouvelle imprescindible con la traducción y excelente postfacio de Gonzalo Gómez Montoro, que esclarece y alarga la sensación de calidad literaria que dejan sus páginas.
Los clásicos, queridos lectores, cómo sobrevivir sin ellos. Siempre nos quedarán los clásicos.