viernes. 19.04.2024

¡Cuánto dolor y daño tuvieron que soportar todos esos españoles exiliados como consecuencia del golpe militar de 1936! El culpable es conocido por todos, no quiero ni citar su nombre, aunque también colaboraron en esta tarea cruel otros muchos españoles. Y ese dolor y ese daño son irreparables. Y todavía hoy proliferan en esta España nuestra auténticos desalmados que añoran la dictadura. ¡Qué nivel de degradación moral!

Hay un artículo extraordinario Aterrados, desterrados y enterrados: La represión franquista del profesorado universitario de Marc Baldó Lacomba de la Universitat de Valéncia, que ya lo cité en este mismo medio hace un par de años. Es muy duro, y que usa los términos aterrar, desterrar y enterrar, que fueron creados por el profesor chileno de origen valenciano José Ricardo Morales, que también desconocía hasta hace poco. Insisto es un texto durísimo. “La exclusión del disidente se realizó mediante tres procedimientos violentos que nadie ha definido mejor –creo– que el profesor chileno de origen valenciano José Ricardo Morales. Los tres procedimientos, según este profesor, tienen que ver con la palabra tierra. A unos disidentes se les enterraba: se les fusilaba, se les mataba a palizas o en penosas condiciones en la cárcel… A otros disidentes se les desterraba: se les forzaba al exilio, se les expulsaba del país, se les trasplantaba… Y a otros, en fin, se les aterraba –se les echaba a tierra, se les derribaba–: se les abatía, se les encarcelaba, se les castigaba, se les dejaba sin trabajo, se les depuraba, se les confiscaban los bienes, se les humillaba, se les hacía callar, se les imponía el exilio interior, se les obligaba a unas condiciones de vida y trabajo durísimas que constituyen la autarquía. A los fusilados se les privaba de la vida, a los exiliados del entorno, la tierra y las raíces, y a los aterrados de la libertad (prisión), del trabajo (depuración) y de los bienes (sanciones económicas)”.

Quiero dedicar estas líneas a uno de estos desterrados GUMERSINDO SÁNCHEZ GUISANDE. Puede servir de paradigma de otros millares de españoles desterrados por la dictadura franquista. Sus datos biográficos los he sacado del artículo «Gumersindo Sánchez Guisande (1892-1976), un pediatra compostelano en el exilio” de Andrea María Bau de la Universidad de Buenos Aires -UBA-Institute of History of Spain Dr. C. Sánchez Albornoz.

Nació en Santiago de Compostela (La Coruña) en 1892, en una familia de agricultores (de parte del padre) y de marinos (de parte materna) y falleció en Mendoza, Argentina, en 1976. Fue anatomista, pediatra, maestro, escritor. En 1928 llegó de la Facultad de Medicina de Sevilla  a la de Zaragoza,  para hacerse cargo de la Cátedra de Anatomía Descriptiva y Técnica Anatómica, como brillante docente, investigador e innovador —fue uno de los primeros médicos españoles en incorporar medios como la fotografía en la enseñanza de la ciencia médica. Durante su estancia en Zaragoza organizó cursos de ampliación sobre Embriología y Anatomía comparada (1928), Anatomía quirúrgica (1929) y Anatomía del sistema nervioso central (1929-1930). En 1933 fue nombrado Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza. Durante estos años de activa vida profesional, abordó públicamente temas de avanzada, como la situación de las madres solteras, con contundentes denuncias frente a la discriminación de la sociedad frente a ellas, el desigual tratamiento colectivo frente al varón, a quien denominaba el otro culpable de la situación. Clamó por la necesidad de gestar instituciones que protegieran y acompañasen a las madres solteras, como las “Maternidades Secretas”, ya implantadas en países vecinos. Preocupaba a Sánchez Guisan de los casos de niños expósitos y el infanticidio perpetrado en ocasiones por madres sumidas en la desesperación y sin una contención social adecuada.

En estos años va apareciendo, junto a su actividad profesional, un perfil político y militante bien marcado. Fue concejal en abril de 1931 después de concurrir a las elecciones siendo militante de Derecha Liberal Republicana, que formó parte de la coalición republicano-socialista en Zaragoza. Posteriormente pasó a ser militante del Partido Republicano Radical Socialista y de Izquierda Republicana. En mayo de 1933 la Ley de incompatibilidades le hizo optar entre su puesto en la Universidad o su puesto en el Ayuntamiento, y optó por el primero cesando por consiguiente como concejal. Fundó el “Hostal para Mendigos de la ciudad y transeúntes”. También durante su etapa de concejal tuvo especial dedicación a los problemas sociales, principalmente respecto a los niños y las escuelas, tal como escribió en su libro El Municipio de Zaragoza y sus problemas de cultura (Zaragoza, 1932), donde puso particular énfasis en temas vinculados a la enseñanza y los cuidados escolares de los menores. En 1935 figuró como Miembro de la Association Internationale pour la protection de l’Enfance, y fue designado Presidente del Congreso Internacional de Anatomía Luso Hispano Americano. Siempre en Zaragoza, ese mismo año lo encontramos ejerciendo como Médico Adscripto del Dispensario Antituberculoso y como Médico Jefe Interino de los Servicios de Higiene Infantil de la Inspección Provincial de Sanidad. Fue durante este período tan productivo donde recibe, a nivel personal, un duro golpe con la enfermedad y el fallecimiento de su joven esposa, prestigiosa médica y compañera comprometida de ruta, Elisa Fernández de la Vega, en el año 1933. Era tía de la ex-vicepresidenta del Gobierno de Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de La Vega.

Elisa y Jimena Fernández de la Vega

En “Los médicos españoles en el exilio”, Francisco Guerra señala que el relato del exilio médico debe comenzar citando los 165 médicos asesinados en la zona de las fuerzas sublevadas, que pudieran ser llamados «los médicos del exilio absoluto». Son aquellos que no llegaron a escapar, son aquellos sobre los cuales cayó de forma intempestiva la irracional persecución. Mucho se ha reflexionado sobre las repercusiones que tuvo sobre la ciencia española en todas las disciplinas este giro de la historia que llevó al poder al franquismo y forzó la intempestiva salida de científicos de todas las áreas. Este fue el caso Gumersindo Sánchez.

Sánchez Guisande fue sorprendido en la capital aragonesa por el golpe militar que da inicio al conflicto en julio de 1936. Por su accionar político en el partido de Izquierda Republicana, fue destituido de sus cargos y su biblioteca fue totalmente requisada. Carlos Sánchez Reguero, Secretario General de la Universidad de Zaragoza, certificaba —con el “visto bueno” del Sr. Rector— D. GONZALO CALAMITA- que:“De acuerdo con lo dispuesto por la Junta de Defensa Nacional, y por las conocidas actividades políticas, sociales y antiespañolas de los catedráticos de la Facultad de Medicina, Don Santiago Pi y Suñer, Don Gumersindo Sánchez Guisande y Don Felipe Jiménez de Asúa, he resuelto la destitución de tales señores, así como el embargo de sus bienes muebles e inmuebles”.

En lo inmediato y junto con sus hijos, permaneció oculto algunos días en la casa de un religioso gallego, canónigo de la catedral de Zaragoza. La situación se tornaba cada vez más complicada. Manifiesta su hijo Wenceslao que: “Habían detenido a muchos amigos. Nuestro domicilio, de la calle Sagasta, había sido asaltado y saqueado, el automóvil requisado. Testigos presenciales refirieron que los autores eran jóvenes armados, vestidos con el uniforme falangista, que robaron todo lo que había de valor, joyas de mi madre, objetos de plata, cuadros, etc. Posteriormente nos enteramos que el grupo estaba integrado por ex alumnos que nuestro padre había suspendido en los exámenes y por algunos hijos de renombradas familias zaragozanas.” Existe un libro de Ángel Alcalde Fernández titulado Lazos de sangre. Los apoyos sociales a la sublevación militar en Zaragoza. La Junta Recaudatoria Civil  (1936-1939), donde podemos conocer qué familias  apoyaron el levantamiento militar, así como los nombres de jóvenes falangistas que cometieron todo tipo de fechorías. Es recomendable su lectura para los zaragozanos y podrían conocer que algunas de las familias de más renombre hoy en la ciudad del Ebro se implicaron y apoyaron de pleno la sublevación militar con dinero, joyas y con sus propios hijos.

 

Ante el peligro por su vida poco pudieron permanecer en Zaragoza, pero lograron trasladarse a Galicia donde en Santiago, Sánchez Guisande se ocultó por casi dos meses con sus hermanos. Dejando a sus hijos al cuidado de algunos familiares-no pudo verlos hasta 1948- partió a Vilagarcía de Arousa en Pontevedra donde residían unos parientes políticos que, no solo lo albergaron, sino que le consiguieron falsa documentación con la cual logró cruzar la frontera portuguesa. Llegado a Lisboa, se embarcó rumbo a Buenos Aires, junto con otros gallegos. Por su valía personal y profesional, no sin esfuerzo, reconstruyó de nuevo su vida en un nuevo país, implicándose en muchas actividades benéficas y sociales en Centros Gallegos, y en su profesión médica de asistencia y también de docencia, ya que accedió una Cátedra de Medicina en la Universidad de Cuyo. Partiendo de una historia particular, el acontecer de este médico exiliado, muestra también una experiencia colectiva, donde la enajenación y el desarraigo se hacen presentes. En sus últimos años se le abre la posibilidad de retomar en su país natal a su cátedra, oferta que declinó. Nunca quiso regresar a España mientras estuviera Franco en el poder. Podemos pensar que su no-regreso también fue una postura de vida y un gesto de resistencia frente al régimen que lo había forzado al desgarrador exilio. Su vida echa luz en torno a estrategias de supervivencia del hombre que migra, en distintas épocas, con diversas motivaciones pero con el único objetivo, que trasciende toda situación puntual, y es en definitiva, esperar y resistir.

Podemos hacernos algunas reflexiones. Es durísimo para una persona con una gran trayectoria profesional, tener que abandonar tu ciudad de residencia, tu familia y marcharte al exilio. Tenerte que exiliar sin haber cometido delito alguno. Solo por estar afiliado a un partido político legal. Es tremendo, hace falta un carácter muy fuerte para superar todas estas dificultades.

La parte que viene a continuación está basada  en el artículo «Las actividades de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza durante la Guerra Civil (1936-1939) Las incautaciones y embargos de bibliotecas».de Luis Mariano Blanco Domingo de la Universidad de Zaragoza, Departamento de Ciencias de la Documentación e Historia de la Ciencia. Me fijaré en la incautación de la biblioteca personal de Gumersindo Sánchez Guisande. Para un intelectual de su nivel, si hay algo que pertenece a lo más íntimo y personal, en tanto en cuanto ha servido para forjar su formación en todos los sentidos, es su biblioteca personal. Los fascistas arramblaron con todo. Fueron auténticos desalmados, implacables e inmisericordes. Quitaron del medio a gente muy preparada y sus puestos los ocuparon gente, cuyos únicos méritos fueron el ponerse al servicio incondicional de la dictadura franquista. Como alumno de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza tuve que sufrir las enseñanzas de algunos de estos catedráticos franquistas. No quiero ni nombrarlos.

Las circunstancias del conflicto motivaron la adopción de una serie de medidas destinadas a favorecer la consolidación de los principios ideológicos del bando nacional. Una de ellas está íntimamente relacionada con la visión que, en determinados círculos y dirigentes del mismo, se tenía del intelectual, a quien consideraban tanto el responsable directo de haber diseminado las ideas antipatrióticas que provocaron el movimiento militar que acabó con la República, como su vinculación con una política del libro abyecta y peligrosa, por cuanto se utilizó como vehículo de expansión de sus ideas. La incautación y embargo de las bibliotecas de entidades y particulares se convierte por tanto en una necesidad quirúrgica y purificadora, como señala Luis Mariano Blanco. Como salvaguarda y legitimación jurídica, la Orden de Vicepresidencia del Gobierno de 10 de junio de 1938 estipulaba la incautación de bibliotecas de organizaciones que formaron parte del Frente Popular o de personas a las que responsabilizaba de oponerse a la sublevación bien de forma directa o subsidiaria.

El Inspector General Gómez del Campillo respondió que existían algunos procesos pendientes de resolución judicial, y que en cuanto se produjera el fallo de los mismos informaría debidamente al Ministerio. Se refiere a las bibliotecas particulares de Gumersindo Sánchez Guisande, Santiago Pi y Suñer y Felipe Jiménez Asúa, catedráticos de la Facultad de Medicina, requisadas por el Decano de la Facultad de Medicina Antonio Lorente Sanz siguiendo las instrucciones del Rector GONZALO CALAMITA. Sin embargo, la Universidad de Zaragoza ya había actuado previamente en ese sentido, impulsada por la implicación activa de su rector GONZALO CALAMITA en apoyo de los sublevados. Un oficio del mismo, fechado el 17 de noviembre de 1936, y dirigido al General Jefe de la Quinta División, solicitaba que las bibliotecas de los encausados citados anteriormente pasaran a engrosar los fondos de las Facultades de la Universidad.

El documento sobre las actividades de las personas afectadas por la resolución judicial, y que justificaba la confiscación de sus respectivas bibliotecas personales, se estructuraba en tres apartados: informe de la autoridad civil, informe judicial y por último acuerdo de la autoridad militar. En los tres casos este último concluye con un categórico: “Destitución”, a pesar de los matices que presenta en el caso de algunos “encausados”. Sánchez Guisande es definido como “radical-socialista”, estrechamente relacionado con Pi y Suñer, y acusado de haber desempeñado el cargo de concejal republicano en el ayuntamiento de Zaragoza. Pese a su filiación ideológica “tiene sentimientos católicos, recta moral personal y profesional y sanas costumbres”. La autoridad judicial, en la misma línea, considera que pese a dedicarse de forma activa a la propaganda y difusión de los programas electorales del Frente Popular, no puede demostrar ni afirmar sus concomitancias con “elementos revolucionarios”, como parece deducirse de los rumores públicos.

En el inventario de la biblioteca de Sánchez Guisande encontramos 195 obras de medicina, y un bloque heterogéneo y multidisciplinar, que integra numerosas obras que muestran su preocupación e interés por los temas políticos contemporáneos más candentes, y con una amplia representación de escritos pedagógicos de influencia institucionista. Entre ellas debemos destacar una buena colección de lecturas pedagógicas y sobre el desarrollo intelectual de la infancia (Pestalozzi, Johann Heinrich. Canto del Cisne, Leonardo y Gertrudis; Barnés, Domingo. El desenvolvimiento del niño, Preyer, W. El alma del niño, Menéndez Potenciano, Manuel. Fisiología de la educación, Decroly, Ovide. Educación infantil, Piaget, Jean El lenguaje y el pensamiento, Payot Educación de la voluntad, Montessori, María. Antropología pedagógica; Ferriani, Lino. Las mujeres y los niños en la vida social; Bunge, Carlos Octavio. Educación de los degenerados; Luzuriaga, Lorenzo. Programas escolares; Educación nueva; Kant, Pestalozzi y Goethe; Blanco, Rufino. Historia de la educación en España y América). Junto a ellas, convivían obras de institucionistas como Azcárate, Gumersindo de Estudios religiosos o Posada, Adolfo. Pedagogía con otras de autores conservadores como Aznar, Severino. Impresiones de un demócrata cristiano; o Maura, Gabriel. Bosquejo histórico de la dictadura; e incluso claramente fascistas como Vicente Gay o Giménez Caballero (Gay, Vicente. Las constituciones políticas: El verdadero gobierno de los pueblos. Giménez Caballero, Ernesto. Genio de España). Parecía además mostrar un gran interés por los aspectos políticos contemporáneos y el análisis del contexto histórico en el que se desenvolvía, a tenor de la presencia en su biblioteca de obras como Arenal, Concepción. Obras completas; Lamartine, Alphonse de. Historia deLa Revolución francesa; Castelar, Emilio. Discursos parlamentarios; Darwin, Charles. Origen de las especies; González Blanco, Edmundo. Los sistemas sociales contemporáneos: colectivismo, anarquismo, sindicalismo, bolcheviquismo, exposición doctrinal comprendida; Gassote, Pierre. La revolución francesa; García Morales, Juan. 3 años de lucha a favor de los humildes; Pi y Margall, Francisco. Las nacionalidades; Garcitoral, Alicio. España en pie. La revolución de 1930 y otros ensayos; Madariaga, Salvador de. Ensayo de historia contemporánea; Roosevelt, Theodore. Mirando al porvenir; Lerroux, Alejandro. Al servicio de la República; Altamira, Rafael. Historia de España; Castro, Cristóbal de. Fariseos de la República; Ayensa, Emilio».

Un desterrado, una víctima más del franquismo, el médico Gumersindo Sánchez Guisande