jueves. 18.04.2024

Kazuo Hara (Japón, 1945) es, a pesar de su escasa filmografía (compuesta tan solo por seis títulos), uno de los pilares del cine documental japonés. El pasado miércoles tuve la oportunidad de ver Extreme Private Eros Love Song (1974) en el ciclo que La Casa Encendida de Madrid dedica estos días al cineasta. La proyección estuvo seguida de un coloquio con Hara en el que desveló algunos de los entresijos de la excepcional pieza que acabábamos de ver. En ella Hara utiliza la cámara como herramienta terapéutica, como filtro a través del cual volver a ver a la mujer amada en un intento por entenderla y tratar de curarse las heridas del desamor.

Tres meses después de dar a luz a su hijo en común, Miyuki abandona a Hara y se muda a Okinawa llevándose al bebé consigo. Incapaz de resignarse a perderla por completo, Hara la sigue con su cámara haciendo gala de un masoquismo ejemplar (¿acaso es posible la creación sin él?). La cámara se convierte así en un cordón umbilical entre los dos ex amantes, un testigo de la avasalladora personalidad de Miyuki, mujer de espíritu libre, inasible, hija de una época (mitad de los 70) y una sociedad en pleno proceso de cambio. Asistimos así a la tempestuosa convivencia de Miyuki con otra mujer, a su breve relación con un soldado afroamericano del cual queda embarazada, a su tenso encuentro con la nueva pareja de Hara y conocemos a sus amigas prostitutas a cuyos hijos cuida en una especie de cooperativa fundada por ella misma. A lo largo del documental dos momentos clave nos dan la escala de la complejidad de Miyuki, de su exhibicionismo salvaje, de su perversión. De su generosidad. En ambos Miyuki es filmada a petición propia por su ex pareja. En el primero mientras hace el amor con otro hombre; en el segundo mientras da a luz al hijo fruto de su relación con el soldado afroamericano. La filmación de Miyuki manteniendo relaciones sexuales supuso un gran esfuerzo para Hara tanto a nivel físico como emocional. Decidido a retratar tan solo el rostro de Miyuki durante el acto en un plano subjetivo desde el punto de vista de su amante, dejando a éste fuera de campo, Hara tuvo que ingeniárselas para encontrar el lugar adecuado donde colocarse con la cámara, un pesado artefacto cuyo manejo le obligaba a hacer malabarismos de todo tipo. El resultado es una escena magnética y sensual impregnada de lirismo.

La filmación del parto de Miyuki también entrañó dificultades derivadas de la unicidad del momento, de su condición de irrepetible. Miyuki dio a luz en el salón de la casa de Hara en Tokyo, tendida en el suelo mientras Hara, con la cámara colocada a una distancia prudencial de su vagina, capturaba el alumbramiento en un largo plano secuencia. El calor y los nervios hicieron que Hara se olvidara de cambiar el objetivo de la cámara y para cuando se dio cuenta la cabeza del bebé estaba empezando a salir a la luz, de modo que no tuvo más remedio que filmar todo el parto desenfocado si no quería cortar el plano y arriesgarse a que, al retomarlo, el niño hubiese terminado de salir del útero materno. El resultado es una escena cruda y hermosa a la vez, a pesar de su imperfección técnica. Hara se lamentaba de su fallo, que considera el mayor de su carrera, aunque desde mi punto de vista, lo que él ve como un fallo para mi es una virtud.

El parto desenfocado

Extreme Private Eros Love Song es un exponente del ‘self documentary’, género dentro del documental que toma como sujeto de la obra al propio autor o a personas y/o situaciones que tengan relación con la vida de éste. Hara considera que para abordar un proyecto documental, especialmente un ‘self documentary’ es necesario poner tu cuerpo al servicio de la obra, implicarte a todos los niveles tanto emocional como físico. Tal y como cuando tuvo que adaptar su anatomía a las exigencias del guión para filmar a su ex mujer haciendo el amor con otro hombre. Convencido de esto, se lamenta de que sus alumnos de la universidad donde imparte clases de documental no estén dispuestos a ese sacrificio. Los jóvenes del Japón actual lo han tenido todo, no han tenido que luchar contra nada a diferencia de la generación de Hara y Miyuki en la que el enemigo y los objetivos a lograr estaban más que identificados. Según Hara los jóvenes japoneses no saben muy bien para qué viven. Cuál es su lugar y finalidad en el mundo. Tampoco necesitan expresarse. Por eso quizás el hijo de Miyuki, integrante de la primera hornada de jóvenes del nuevo Japón, nació desenfocado. Como Robin Williams en Desmontando a Harry de Woody Allen cuyo desenfoque era paliado con unas gafas especiales para que al menos su mujer e hijos puedan verle en toda su nitidez. El desenfoque involuntario del parto de Miyuki deviene así en mensaje superando una forma en principio defectuosa. Ojalá que con el tiempo, el bebé borroso de Miyuki vaya perfilando sus contornos, encuentre su lugar en el mundo y no necesite que los demás lleven gafas para verle mejor.

Robin Williams desenfocado en "Desmontando a Harry" de Woody Allen

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Desmontando a Hara