viernes. 19.04.2024

cascara libroHay algo en la maestría de los escritores que tienen siempre algo magnífico que contar que nos deja a los lectores pensando delicadamente en el truco, ¿dónde está el truco? nos decimos maravillados por la facilidad con la que lo imposible surge página a página, párrafo a párrafo, oración a oración, adjetivo a adjetivo, desde lo más profundo de la nada hasta la más sensible lámina de realidad literaria.

McEwan no es un prestidigitador, es un auténtico mago, un mago de las palabras narradoras que nos hacen pensar, reír, emocionarnos o incluso ser más fuertes y mejores.

No me importa no saber cómo lo hace, todavía.

Alguna vez le pillaré ese truco que no tiene y que en esta novela nuevamente le ha permitido llevarme a través de una sólida comedia negra al milagro del nacimiento de una vida en medio del horror no tan cotidiano.

Gracias, Ian, lo has vuelto a hacer. Tú sigue así.

No me prestéis mucho caso, he hecho un spoiler/destripamiento de esos. Sin querer.

leer a McEwan
ya es un gran título para un poema
“leer a McEwan”
leer a McEwan es visitar un museo
abierto solamente para uno
es descubrir las delgadas líneas de las emociones
diferenciar el color de cada gesto
penetrar en los lugares donde está la vida
sin rozar siquiera los instantes de los otros
es saberse uno un vigilante experto
ajeno a las opiniones
poderoso en su sillón de juez sin sentencias
leerle es dominar lo imperfecto
escuchar una música hecha de silencios
atender sin voluntad la disciplina de un oficio
es tener en las manos de uno todo y nada
acercarse a lo que nos hace humanos
ser un alma de carne y hueso

IAN MCEWAN: Cáscara de nuez, Anagrama, 2017.

Las delgadas líneas de las emociones: McEwan y su Cáscara de nuez