Llorando en la penumbra de mi dolor profundo
En el sitio donde los músculos se contraen en el rostro
Donde el silencio parece derrumbar la memoria
Donde los recuerdos de mi infancia se vuelven nudos
Nudos que bajan de mi cerebro triste y confundido
Tratando de escarbar en mis oraciones
Plegarias que pausen el tiempo
Y que hagan del tiempo un eterno amanecer
Para contemplar el rostro del ser que hoy parece disolverse
En ese tiempo que estiro como un arcoíris
Escucho latidos que hacen eco
De una voz que se aleja en el horizonte del tiempo
Y yo tratando de sostener el eco entre mis manos escurridizas
Que solo detienen cenizas de tiempos e historias
Parece que la despedida se hace inminente
Cuando el ser querido te abraza con el alma
Cuando al mirarte a los ojos te sonríe
Cuando sus pasos comienzan a enclavarse en el ocaso
Dejar ir, es el dolor más sofocante
Porque la finitud hoy tiene figura
Porque aquello que parecía eterno
Hoy se hace plausible a mis ojos
Plausibilidad que hubiese oscurecido con la lluvia
Con la lluvia que se hace tan profunda,
Que hasta mis ojos vacía
Vacío que toca mi corazón herido
Por una despedida que es momento y tiempo
Porque habremos de reencontrarnos,
Allá donde si podremos secar la plausibilidad con la lluvia
Hoy te dejo ir, porque dejar ir,
Es el acto de amor más profundo
El más humano
Pero también, es el más doloroso.
Acerca de la autora
Karla Ivonne Mijangos Fuentes
Máster en Investigación y Rol Avanzado en Enfermería (Universidad de Navarra). Especialista en Enfermería pediátrica. Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex)
Fuente: Pressenza