martes. 16.04.2024
Portada-Tiempo-salvado

Poesía | JOSÉ ANTONIO SANTANO

Siempre está ahí, impertérrito. Nadie puede con él. Es el tiempo que no pasa, sino lo que lo pasamos. Somos nosotros, los seres humanos, quienes salvamos al tiempo. El recuerdo de lo que fue y ya no es, la indagación del espacio para comprender cuanto acontece antes, durante y después de lo que somos. El tiempo presente sobre el sustento del pasado, que sólo puede ser evocado transcurrido aquel. El tiempo que nos ha tocado vivir y el que está por venir, desconocido y misterioso, ese que genera tanta incertidumbre, pero tan pleno en su esencia de tiempo. Ese tiempo es para el poeta como la vida, porque sobre él, seguramente, ha construido casi siempre su discurso o relato, y su voz  vibrado entre tanta soledad y desolación. La historia de ese tiempo es ahora lo que importa, cómo fue y para qué. Es lo vivido y por vivir lo que añade corazón a lo escrito en las páginas de un libro; es el poema solo que explica a si mismo, sin interferencia alguna. A solas, frente a frente el lector y el poeta, en un mismo tiempo uno y otro.

Portada-Tiempo-salvadoAsí es el texto que hoy presentamos: “Tiempo salvado del tiempo. (Antología 1980-2018), de Manuel Rico, un poemario que repasa su trayectoria poética y vital, que editado por El sastre de Apollinaire, añade valor estético al mismo. Precede al texto antológico propiamente dicho un extraordinario prólogo autoría de Fanny Rubio, una dedicatoria ("A Martín y a Abril, que cruzarán el siglo y vivirán su tiempo") y una cita de un poeta muy querido por Rico, Antonio Machado, de su “Arte poética” de Juan de Mairena: “No olvidemos que, precisamente, es el tiempo (el tiempo vital del poeta con su propia vibración) lo que el poeta pretende intemporalizar, digámoslo con pompa: eternizar”.  Esa preocupación tan Machadiana del tiempo es también objeto de atención por parte del poeta. El poeta sabe y conoce bien de ese tiempo, generalmente pasado, inserto en la memoria y que al recordarlo, al proyectar sobre él una cierta tristeza melancólica se transforma en algo sublime y bello a la vez. Esto sucede desde la primera página, cuando Rico nos ofrece el poema “La visita”, que dedica a la memoria de su padre. El tiempo que nos salva del abismo no es otro que el vivido y ahora recordado desde la visión global de la experiencia: “Ahora sé que con aquella visita, que no era / la rutina de la cita de trámite, / mi padre levantaba un edificio de esperanza / en la cena en familia, como el hombre que abre / la puerta a nuevas calles y se mira, orgulloso, / en el espejo del deber cumplido / con la vida diaria y con el hijo / que nada conocía / del tiempo en que él fue joven / y había luz en las calles y la gente soñaba / y, a veces, sonreía. Viene a referirse Rico a un tiempo pretérito que abonó el compromiso del poeta con el hombre, y viceversa, de tal manera que en esa conjunción o simbiosis, los textos posteriores enriquecerán al lector. En este sentido, tomo prestadas del prólogo las palabras de Fanny Rubio cuando escribe: “Rico es un hombre que sabe que la bondad pasa por ese tipo de reflexión, ajena al narcisismo, que busca al yo poniendo en marcha los mecanismos de la memoria y que, a la vez, intuye que buscar al yo es andar buscándonos a todos nosotros”.

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Manuel Rico, escritor y crítico

Y así es. Pero sobre todo Manuel Rico es un poeta de la emoción que singulariza en sus textos a través del recuerdo de lo vivido, de su experiencia y conocimiento, y que nos traslada a otra dimensión, a otro universo que aun partiendo de una realidad concreta crea otra distinta. Rico es un poeta con aportes narrativos interesantísimos por su apego a una realidad social desfavorecida, la del barrio, en la periferia de la gran ciudad y en un tiempo cruel y opresor que en su personal vivencia adquiere los matices necesarios para crear una poesía que, no siendo social, seduce al lector tanto por la utilización del lenguaje como por la emoción derivada de su singular expresividad: “Era la ceremonia del latido / aquel oficio condenable: jóvenes / que soñaban espigas / en la extensión abrupta de los barrios”. Esa conceptualización de lo periférico o marginal se contrapone a su visión de la ciudad, de una centralidad urbana en blanco y negro, y a veces gris. Y es que el tiempo fluye, los años se suceden y el poeta es parte de una historia de solemne oscuridad, sin libertades. La poesía de Manuel Rico es serena y turbadora al mismo tiempo, como de un desgarro contenido por el tiempo, pero desnuda, sin máscara. Con ella vive y se apasiona, sufre y se alegra, y sueña, porque, y así lo expresa: “Llevábamos el mundo prendido a nuestra carne”. Madrid está muy presente en este recorrido poético, sus calles y plazas, sus barrios, y todos sus claroscuros. Como dice Fanny Rubio:” Pero Rico habla con “honda palpitación del espíritu” machadiana, que es como abrir la granada de la bondad y la belleza en la aspereza del paisaje”.  Tiempo salvado del tiempo es una breve antología, pero esencial para acercarse a una de las voces poéticas más destacadas del panorama actual actual de la poesía contemporánea española, la de Manuel Rico.

Título: Tiempo salvado del tiempo | Autor: Manuel RicoEditorial: El sastre de Apollinaire (2020). COMPRA ONLINE


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JOSÉ ANTONIO SANTANO es escritor y crítico literario

El tiempo que nos salva del abismo