jueves. 28.03.2024
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Manuel Jabois.

Miss Marte, del escritor español Manuel Jabois, es una novela excelente que se abre con una cita a su altura literaria:

“Sólo las semillas tenían ganas
cuando el mundo
empezó”.
Xacobe Casas


miss-marte-2Aunque el narrador de la novela de Jabois considera que “el camino más corto para olvidar un cuento de terror es convertirlo en un cuento infantil”, no hay terror en Miss Marte ni trazas de cuento infantil alguno.

Hay espíritu juvenil dañado y una historia para recordar cómo éramos cuando la vida no sabía ir en serio; porque, como dice uno de los personajes del libro, “la vida de verdad” es aquella “que se pone a trescientos por hora y te destruye si no la manejas”.

“Hacía frío y había bajado esa niebla que convierte por unas horas un pueblo en un presagio”.

Para la auténtica protagonista de Miss Marte, “escribir es retener”. Y puede que ahí esté la clave de esta narración. Leer es conocer aquello que ha sido retenido para siempre. La verdad.

Leamos al narrador:

“Hasta algo tan sagrado como la verdad puede serlo o no dependiendo de lo que se haga con ella, y la decisión de contarla o callarla puede convertirla en algo diferente y por tanto susceptible de ser manipulada, tergiversada y algo aún más insólito: transformarla en mentira”.

La vida, insisto. Para la protagonista de Miss Marte vivir mucho no es que te pasen muchas cosas, “vivir mucho es saber qué cosas te están pasando. Y suelen ser pocas, ¿no?”

Hay una conversación en esta novela que esconde mucha miga, de la vital, de la literaria, incluso historiográfica. Le dice un personaje a otro que “no confunda la paz con el aburrimiento, por ahí empiezan muchas desgracias” y el interpelado sentencia:

            “No confunda usted el olvido con la desmemoria, son cosas muy distintas”.

La paz y el olvido, el aburrimiento y la desmemoria en una novela edificada sobre el adensado vacío de una desaparición. ¿Perseguir o escapar?

“¿Cuándo son más importantes las cosas: cuando están importando, o cuando dejan de importar?”

Porque “las cosas no basta con verlas, hay que saber de ellas”.

Miss Marte, Mai Lavinia, “tenía un talento impresionante para el misterio”, “estaba peor de la cabeza cuando estaba cuerda que cuando estaba loca”, era estrafalaria y divertidísima, era “tan cínica como delicada, una luz bellísima y frágil que se interrumpía por cualquier cosa; la luz de los mundos que se extinguen despacio y se esfuerzan por dejar el mejor de los recuerdos antes de apagarse del todo”, encantadora y extravagante “sin que una virtud supiera de la otra”. Alguien que convertía a sus amigos “en personajes interesantes”, alguien capaz de guardar estos versos de Emily Dickinson:

“El yo que acecha tras el yo —
debería asustarnos mucho más —
Un Asesino oculto en nuestra Casa
no es tan terrorífico”.

Crecer es reconocer que “las cosas que uno sabe son más que las que sabe”. Saber y no saber.

Leyendo Miss Marte, Jabois, quiero decirte, sí a ti, que no he dejado de tener en mi cabeza aquella magnífica canción de Más Birras llamada Cass. Sí, la de aquella chica y su manera angelical de pisar la nieve mientras tarareaba una estrofa… de Ray Davies. Porque la Cass de Miss Marte lo que nos canta un par de veces es Lola.


Aquella forja de un rebelde de Arturo Barea


Blog de José Luis Ibáñez Salas


Manuel Jabois nos regala Miss Marte