jueves. 25.04.2024
panana

En la mitología griega Pan era un semidiós, Fauno en la mitología Romana, hijo de Hermes y la ninfa Dryops. Considerado Dios de los pastores y rebaños, de las brisas del amanecer y del atardecer, de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada, atribuyéndosele un gran apetito sexual y ciertos dones proféticos. Habitaba en los bosques y selvas, persiguiendo las ovejas y asustando a los hombres que penetraban en sus terrenos. Al nacer tenía sus miembros inferiores semejantes a los de una cabra, en la cabeza presentaba dos cuernos, cara arrugada y barbilla prominente, el resto del cuerpo con apariencia humana aunque cubierta de pelos. Se hacía acompañar de un bastón de pastor y tocaba un instrumento, la siringa, también conocida como Flauta de Pan. Fue abandonado desde pequeño por su apariencia monstruosa y rescatado por su padre siendo llevado al Olimpo donde fue objeto de burlas, por lo que prefirió vivir en los bosques de Arcadia rodeado de ninfas. Desde la Edad media su imagen se relaciona con la del “diablo”. Pan se caracterizaba por su mal carácter, sobre todo cuando lo despertaban de su siesta, enfureciendo, emitiendo terribles sonidos, que causaba gran temor y terror que llegaba a ser mortal, también se aparecía a los humanos en las noches provocándoles terror y pánico. La palabra pánico proviene del griego Πανικος (Panicós) y está formada por "pan" nombre del dios e "ico" que en este caso no proviene de oikos (casa), sino que es un sufijo que indica "relativo a", por tanto, pánico sería definida como “relativo al dios Pan”. 

En psicología se usa el término de ataque de pánico como la aparición brusca, inesperada y con frecuencia desbordante de un sentimiento de terror y aprensión (miedo a morir, enloquecer o enfermar gravemente) acompañado de síntomas somáticos como disnea, palpitaciones y mareos, miedo a perder el control o a la muerte, sudor, temblores o sacudidas, falta de aliento u opresión en la garganta, escalofríos, sofocos, náuseas, calambres abdominales, dolor en el pecho, dolor de cabeza, mareos, sensación de desvanecimiento o desmayos, sensación de entumecimiento u hormigueo y sentimientos de irrealidad o desconexión.

Compartir esta reflexión del genial Woody Allen: “el miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha abandonado para irse con otro”

Para el psicoanálisis debajo de un ataque de pánico subyace un conflicto intrapsíquico, que al pasar del inconsciente al consciente y conocerlo el sujeto remitirá. Desde la óptica cognitivo-conductual el ataque de pánico es una respuesta desproporcionada conductual (fisiológica como taquicardia, sudoración etc.) y cognitiva (pensamientos automáticos) ante el miedo.

 Desde un punto de vista epidemiológico aproximadamente un 4% de la población sufrirá a lo largo de su vida un ataque de pánico, siendo más frecuente en mujeres en la segunda y tercera década de la vida. Puede ser un ataque único, pero lo más frecuente es que repita y haya que tratarlo.

Se tarda una media de siete años desde el primer ataque de pánico hasta que se consulta a un especialista, tiempo precioso en el que si no se trata puede llevar a la cronificación y a la facilitación de la presentación de otros trastornos psicológicos como fobias y trastornos del ánimo. Durante estos años previos a la consulta especializada, estos pacientes son grandes consumidores de fármacos ansiolíticos, que les provoca una gran dependencia. Son los fármacos más consumidos en las sociedades desarrolladas, así el sistema sanitario español gastó, solo en tranquilizantes, 100,4 millones de euros en 2017. Esta dependencia acaba siendo un verdadero problema de salud pública. Contribuye en buena medida a un aumento de las tasas de accidentes de tráfico o fracturas por caídas en población anciana, entre otras. Sólo el 20% de estos fármacos son prescritos por especialistas, el 80% restantes por médicos generalistas.   

Por último, compartir esta reflexión del genial Woody Allen: “el miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha abandonado para irse con otro”.

El complejo de Pan