miércoles. 24.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES | ANTONIO SANTO 29.04.10

Este volumen (tercero de su obra, tras Elegí fracasar) no pretende ser una mera colección de los últimos poemas que ha escrito, como acostumbran a ser a menudo los libros de poesía, que se convierten así en antologías de un solo autor; como reza su propia portada, estos son poemas de "Dios, alcohol y muerte". Entiéndase por Dios todo lo que está por encima del hombre, todo lo que lo empuja a caminar por donde éste no quiere: la política, el dinero, a veces también el mismo Dios, y otras el desamor, la mala suerte o el resultado acumulado de nuestras propias malas decisiones. Y entre ese poder superior y la muerte, la voz poética elige una tercera salida: el alcohol, no necesariamente símbolo de degradación y de huida, sino también de respuesta rebelde (a veces autodestructiva), como un dedo corazón levantado contra el destino. En Como un hielo flotando en aguardiente (Bohodón Ediciones, Madrid, 2010) hay desesperación, pero no desesperanza (no hay más que leer versos como A partir de aquí sólo puedo mejorar). El poeta está abajo, pero en ningún momento deja de mirar hacia arriba.

Hay que agradecer, además, que en ningún momento Indio Zammit recurra al truco facilón de pretender que sólo el hecho de hablar de alcohol, degradación y fracaso convierte un texto en poesía. Bukowski ha dejado textos interesantes, pero también ha hecho mucho daño a la poesía a través de toda una serie de poetas (unos jóvenes, otros no tanto) que han optado por la vía simple de intentar escandalizar con cosas que ya no asustan ni a una abuela. La estética del perdedor en este caso no es un fin en sí mismo, ni hay glorificación de la noche (uno de los tópicos, éste, más manidos y detestables, que ya debería oler a naftalina cuando hasta las bandas pop de las radiofórmulas recurren a él): es una tematización simbólica que contextualiza las reflexiones de la voz poética construida por Zammit; es un color, un tono, un acompañamiento, un medio, una vía, pero no la meta. Hay mucha más carne que morder en estas líneas.

Pero que nadie se confunda: aunque haya confesiones, esto no es poesía confesionalista. Aunque haya dolor, no son poemas de autoterapia, no es un vómito ni literatura al borde del alambre. El objetivo de estos poemas es la búsqueda de la belleza; la terapia personal, si ocurre, es un efecto colateral de la obsesión por encontrar la belleza poética del fracaso, de la irracionalidad, que es uno de los temas más antiguos de la literatura (ya dijo Eurípides: "cuando los dioses quieren acabar con un hombre, primero lo vuelven loco"). Indio ha llegado a la poesía desde la música, y se nota en el trabajo que hay detrás de los ritmos de cada poema del libro. Ritmos claramente influenciados por el rock y el blues: broncos, violentos a veces, emotivos siempre, Zammit se ha preocupado de que sus poemas no sólo se lean bien, sino que suenen bien. En un libro que no tiene rima (ni la necesita), sólo algunas asonancias aisladas (no sabemos si voluntarias o no) rompen a veces el pausado fluir de sus versos.

Otro tema que aparece a menudo es el amor, que a veces es una huida, el refugio de la compañía ajena ante la mala suerte, en otras ocasiones un gesto casi revolucionario frente al destino y, a menudo, simplemente un ejercicio de funambulismo autodestructivo: en el poema que abre el libro, "Trapecistas", Zammit afirma: Bebíamos cada día, a veces en dos turnos. / Me pedía lo justo, y aún así no se lo daba. Sólo unas páginas después dirá: Amo para hacerme daño. También hay mucho humor: negro, negrísimo ("muy cabrón", como afirma el propio Zammit); hay barrio, mucho barrio; hay calles y esquinas y bares y casas y dormitorios con la cama deshecha. Como un hielo flotando en aguardiente es también en cierta forma un libro sobre el Madrid nocturno, escrito por alguien que no sólo lo ha vivido, sino que es en parte "culpable" directo de que la noche madrileña sea así.

En definitiva, un libro que merece la pena revisar con calma y releer, a ser posible con una buena cerveza helada, como las que a un lado de la barra o al otro ha tenido Indio tantas veces en las manos, y escuchando Tom Waits, Morphine, Iggy Pop, Rolling Stones. Indio Zammit presentó Como un hielo flotando en aguardiente anoche, 29 de abril. En directo, entre el humo ajeno y propio y la voz de lija y cristales rotos de Indio Zammit, se entiende aún mejor toda esta poesía.

Como un hielo flotando en aguardiente