sábado. 20.04.2024
NUEVATRIBUNA.ES / ANTONIO SANTO 14.06.10

El viernes arrancó por fin el ansiado Mundial de fútbol que, aunque se celebre en Sudafrica, puede ser al fin el Mundial de España. Esta Copa del Mundo es la primera que se celebra en África y, al igual que ocurrió con las Olimpiadas de Pekín, debe servir no sólo para recordarle a todo el mundo que África existe y el estado en que se encuentra, sino también para que el continente sienta orgullo de su espíritu africano y sepa unirse para enfrentar los problemas históricos que arrastra. Por desgracia, Nelson Mandela no pudo asistir a la ceremonia de apertura del Mundial por el que tanto ha luchado: a su avanzada edad y delicado estado de salud hay que sumarle el drama personal de haber perdido la noche anterior a una de sus biznietas, que falleció en un accidente de tráfico a la salida de los conciertos que celebraban el inicio de la competición.

La ceremonia fue bonita y emotiva; algunos comentaristas la devalúan por demasiado breve. Personalmente, veo más que correcto que la organización haya optado por cierta austeridad en este tema: habría sido casi un insulto despilfarrar en fiesta y boato en un país (en un continente) tan azotado por la pobreza y el hambre. Había que apostar por los símbolos locales, y eso fue lo que hicieron. Los cazas del ejército sudafricano pintaron el cielo con los colores de la bandera; en medio de los bailarines y figurantes apareció la cantante sudafricana Thandiswa Mazwai, mientras un escarabajo pelotero gigante (símbolo, recordemos, de poder y fertilidad para los antiguos egipcios) empujaba un balón por un campo en el que luego se desplegó el mapa del continente africano, sobre el cual se dibujaron unas huellas humanas que caminaban hacia el norte, así como el ser humano pobló el mundo desde África hace cientos de miles de años. Numerosos artistas locales pasaron por el césped, hasta que apareció en el centro del campo una réplica gigante de un bol sudafricano o de una calabaza que a la vez era una réplica del estadio Soccer City. La ceremonia terminó con un grupo de figurantes componiendo con balones naranjas el nombre en inglés de los 32 países participantes. El estado casi se cae abajo cuando el nombre de Sudáfrica apareció para cerrar la lista.

Hasta ahora el fútbol no ha brillado por su calidad en el inicio del Mundial. El partido inaugural fue un descafeinado 1-1 entre la anfitriona Sudáfrica y México; Tshabalala adelantaba al equipo local en el minuto 55´y Márquez, en el 79´, salvaba a los mexicanos de una debacle. La vigente subcampeona del mundo, Francia, no fue capaz de pasar del empate a 0 contra un Uruguay rocoso pero poco acertado. En esa primera jornada también pudimos ver el Corea 2 - Grecia 0; definitivamente, ya no queda nada de la Grecia que, sin fútbol pero con oficio, ganó la Eurocopa de 2004. Corea mostró sabiduría defensiva, orden en el centro del campo y un delantero, el Park Ji-Sung del Manchester United, espabilado y con hambre de gol. Argentina ganó por un engañoso 1-0 a la débil Nigeria: engañoso porque falló casi todo lo que tiró (Heinze metió un gol de cabeza a la salida de un corner en el minuto 5, y eso fue todo) y apenas tuvo inquietud en su portería por los ataques de los nigerianos. Messi estuvo grande aunque fallón; Higuaín no las metía ni solo. Esta Argentina tiene que mejorar si quiere tener posibilidades frente a otras selecciones mejor armadas; lo único que tiene es su delantera, y si ésta no acierta...

La segunda jornada trajo algún partido más interesante: el empate a 1 entre Inglaterra y Estados Unidos fue un duelo en el que volaron los golpes futbolísticos de uno a otro lado, con la potencia y verticalidad propias del fútbol inglés, pero marcado por los fallos incomprensibles de los porteros. A ver si va a ser verdad que el balón tiene un vuelo raro... Argelia continuó con la mala racha de los equipos africanos al perder contra Eslovenia por un gol; el primer triunfo de un equipo del continente negro llegaría de las botas de Ghana, que ganó gracias a un penalty absurdo cometido por el serbio Kuzmanovic que marcó el delantero ghanés Asamoah Gyan. Unos minutos antes el equipo de la antigua Yugoslavia se había quedado sin Lukovic por segunda amarilla; los de Antic empiezan con mal pie este Mundial.

Pero el Mundial pareció empezar de verdad cuando Alemania saltó al terreno de juego contra la débil Australia. La selección germana aplastó a los australes, y lo hizo jugando muy bien (con alguna que otra ayuda arbitral, también hay que decirlo: penalty en contra no pitado que habría supuesto el 2-1 y la absolutamente injusta expulsión de Cahill). Bien es cierto que no se puede medir la potencia de una selección por enfrentarse a un rival tan flojo como Australia, pero esta Alemania no es la que perdió la final de la Eurocopa contra España: más rápida, con un juego más colectivo y pegado al suelo, como queriendo acercarse al concierto de fútbol que despliega la Roja. El recién incorporado Özil dio lustre al juego de su selección y se hinchó de repartir pases a diestra y siniestra, las temibles bandas alemanas que dirigieron el ataque germano. El resultado final, un inequívoco 4-0 con goles de Podolski, Klose (que se acerca a Ronaldo como máximo goleador de historia de los Mundiales), Müller y Cacau.

Hoy lunes y mañana hay unos cuantos partidos realmente interesantes: el que enfrenta en el momento de redacción de este artículo a Holanda y Dinamarca; el Italia - Paraguay de hoy (20.30h), que probablemente sea un bodrio pero permitirá medir las posibilidades de la actual campeona del mundo; Costa de Marfil - Portugal (martes 15, 16.00h), que huele a duelo apasionante; el estreno de Brasil contra el sparring Corea del Norte... Y finalmente el estreno de la selección española, el miércoles frente a Suiza (16.00h).

Comienza el Mundial